Primero se recuerda la caminata por el bosque de árboles azules. Luego aparece el astrolabio de un tal Gonzalo, y a lo lejos el velero.
Pero lo raro no comienza hasta que bajas por la escalera de estribor, que para rematar no cruje, y aparece la primera casa. Luego otra y después otra. Idénticas. Y piensas que el tiempo no prescinde de sus propias marcas: el estilo es de campo asturiano de fines del siglo XVI; se nota la presión de formas enteramente nuevas.
Detrás del pueblo está la fuente. El agua nace y se pierde en un breve espacio de tierra, entre las raíces más gruesas y una piedra de cuño precolombino. Y luego no eres tú, sino el instinto el que bebe. Así se sabe que no es un sueño. Eso y el portaplumas de Gonzalo, que tiene la mala costumbre de marcar sus pertenencias.
14- La fuente. Por ARR,Enviar a un amigo Imprimir
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excelente historia, y sobre todo buena técnica. este es uno de los tres microrelatos que me han animado a escribir.
Teniendo en cuenta que el microrrelato (como el cuento) es una entidad autónoma y suficiente, una unidad estructural acabada, cerrada, en lo que se refiere a su dimensión puramente formal… y que además es una estructura abierta en lo que se refiere a su interpretación, tengo que decirte que has hecho un buen trabajo, con un lenguaje muy rico y plástico. Yo puedo interpretar que estás mirando un cuadro, que es una vivencia en directo con matices emocionales, o extrapolarlo a un simple recuerdo, donde un paisaje de pueblo te sugiere todas esas texturas, rozando la belleza poética, sin olvidar lo que es, como nos recuerda el portaplumas de Gonzalo. Escribes muy bien, me ha encantado, es un texto sugerente y lo he disfrutado.
Suerte.
Mi relato es el 41.
Siempre me ha parcedo dificil contar algo con tan poco. Pero tú lo haces parecer fácil. Suerte!!
Lo he leido dos veces y me quedo en las mismas. he leido otros microrelatos todavía más breves que el tuyo y me han contado muchas cosas, este no pudo hacerlo, al menos a mí. pero si está aquí debe tener algún mérito. suerte
Me he quedado sin palabras. Literalmente.
Mucha suerte.
he leido por tercera vez tu microrelato y pienso que fui muy severo en mi anterior comentartio, me gusta tu trabajo, pero si hubieras enviado sólamente el tercer párrafo (que me parece hermoso) hubiera quedado redondo tu relato. suerte
Pues no, no me dice nada. ¿Será un error y el relato era más largo y se quedó sin publicar? Porque yo aquí no veo ni relato, ni microrrelato, ni nada que se le parezca.
En fin, suerte.
A ver si nos aclaramos:
El Capitán muestra su asombro y decide no implicarse más, lo cual le honra.
sXs parece abducido/a y se tira a la piscina sin agua ni argumentos, lo cual no le descalifica pero tampoco deja ver de qué va.
Ágata se pierde en divagaciones y alabanzas incomprensibles para dejar, al final, la sensación de que no se ha enterado de nada.
Constance reconoce que tampoco se ha enterado de nada, pero trata de disimularlo.
La ciudad, que en otros comentarios ha demostrado capacidad crítica y analítica, se pierde como los demás pero trata de arreglarlo en una segunda intervención, que tampoco aclara nada.
Wild, sin palabras; pero eso es casi de agradecer, dada la sarta de tonterías que suele decir.
Por fin, y gracias a los cielos, Saraiba se erige como inteligencia única en tanto desatino y dice lo que cualquiera debería haber dicho en su sano juicio,
“…yo aquí no veo ni relato, ni microrrelato, ni nada que se le parezca”.
Gracias, Saraiba, por desatascar asunto tan sencillo de calificar desde el principio: una solemne tontería.
De nada, Hank, sólo procuro ser sincera en mis comentarios.