premio especial 2010

 

May 20

No deseo justificar mi conducta, ni buscar ridículas disculpas, pero sólidas motivaciones me han forzado a realizar los actos de los que se me acusa.

Hacía años que me despertaba por las mañanas empapado en sudor, atenazado por una inexplicable desazón que oprimía mi espíritu y ahogaba mis pensamientos. Hasta bien entrada la mañana no podía centrar mi atención en ningún punto concreto de mi existencia. Navegaba, flotaba en mares desconocidos que ahogaban mi raciocinio.

Laura me hacía prometer reiteradamente que visitaría a un especialista a la mañana siguiente sin demora. Tumor, paranoia, esquizofrenia -palabras que continuamente se agolpaban en su boca- golpeaban mis sienes y en lugar de tranquilizarme me inquietaban cada día más. Yo hacía caso omiso a sus dolorosos aspavientos y restaba importancia a mis atormentadas veladas aunque realmente sentía un temor irracional, un auténtico pánico. ¿Y si era cierto, y si estaba perdiendo el juicio? A ella no podía confesárselo, ¿cómo explicarle que yo no era yo, que era otro el que compartía su lecho?

Todo comenzó cuando leí aquel reportaje sobre una exposición que se celebraba en Santiago de Compostela: “Los rostros de Dios”. Una exuberante máscara del dios Pan ilustraba el artículo. El periodista argumentaba que se trataba de la máscara de un sátiro, cedida para la exposición por los Museos Capitolinos de Roma, pero mis entrañas palpitaban como jamás lo habían hecho y una oscura voz interior me decía: -“Tómala, es tuya”. Con estupor aparté el diario de un manotazo e intenté desviar mi atención hacia el partido de fútbol que emitían aquella tarde, intentando olvidar los ojos vacíos de aquella máscara que me habían perforado el alma desde las páginas de aquel periódico.

Esa misma noche comenzaron los sueños a torturarme. Yo no era yo, era un niño recién nacido. Aquella que me había dado la vida, horripilada de haber albergado en su seno a un monstruo, abandonaba mi maltrecho y deforme cuerpecillo. Despertaba con una intensa congoja aprisionando mi pecho y durante el transcurrir del día albergaba la esperanza de no volver a sucumbir, pero cuando llegaba la noche aquella fantasía se repetía, corregida y aumentada. Aparecía entonces en escena mi padre, mofándose de mi aspecto. Su despectiva actitud atormentaba mi ya dañada esencia y yo, aquel muchacho de horadadas pezuñas, huía del fingido abrazo paterno para internarme en lúgubres cavernas.

Así transcurrían mis noches y gemían mis días. Laura me abandonó, no podía continuar impasible asistiendo a mi decrepitud. Se lo agradecí, en aquel momento no podía pensar en nada, la máscara ocupaba por entero mi mente.

Sin embargo, una vez me hubo abandonado mi compañera de infortunios, mis visiones nocturnas cambiaron y comencé a soñar con Arcadia, con el frescor de sus verdes bosques, con sus límpidas fuentes, con las más bellas mujeres que mente alguna podría imaginar: ninfas que ignorando mis defectos me amaban con deleite. Y mientras mis noches transcurrían encarnado en un Dios, el mortal que por las mañanas despertaba buscaba el amado paraíso y lo localizaba a través de Internet: “Arcadia es una prefectura de Grecia,  en la región del Peloponeso…” Y hacia allí encaminé mis pasos, buscando la eterna felicidad…

Temeroso y expectante me deslicé bajo las sábanas en aquella habitación del Petrino -un hotelito cercano al mar- que esa misma mañana había arrendado. Deseaba caer con la mayor prontitud en los brazos de Morfeo y por fin encontrar la paz que mis sueños anteriores me prometían. Pero nuevamente mutó el sueño: Arcadia había desparecido, y yo no era yo, ni tampoco era el dios de caprinas extremidades.  Assalectus me llamaban ahora, el perfume de la Toscana embriagaba mis sentidos y la visión del kárstico relieve de los Alpi Apuane me proporcionaba un desconocido sosiego. Un trozo de mármol blanco se hallaba sobre la mesa donde mis manos ceñían mazo y cincel, y de aquella roca cristalizada surgía aquella barba hirsuta sobre el rostro conocido. La máscara era mía…

Escasos, sin embargo, fueron tales momentos de placer. Todavía me hallaba exultante de gozo cuando súbitamente la oscuridad se cernió sobre mí. Cuando volvió la claridad a mi sueño yo no era yo, ni el dios, ni el escultor. Me hallaba en Córduba, capital de la romana Bética, sobre la scena del más grande de los teatros de Hispania. Diez mil ciudadanos se agolpaban en el graderío aplaudiendo mi representación. A los exaltados gritos provenientes de mi encandilado auditorio alcé mi mano derecha y con sorpresa la contemplé, una vez más, la máscara era mía. Inmediatamente abrí los ojos y la penumbra de una habitación de hotel invadió mis sentidos.

 Cogí el primer vuelo a Madrid, de ahí el inmediato tren a Córdoba, donde llegué alrededor de las cinco de la tarde. Sobre la orchestra de aquel inolvidable teatro se alzaba ahora una plaza. Una labrada fachada daba acceso a las colecciones que guardaba con mimo el Museo Arqueológico. Me adentré en la sala con sigilo pero con el corazón palpitante. Allí se hallaba la amada máscara y un apunte anexo señalaba: Máscara del Dios Pan, representación en mármol, a la manera de una máscara teatral. Fue entonces cuando escuché aquella oscura voz interior:

-“Tómala, es tuya”.

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EL FARO DE CÓRDOBA – Edición digital.

J. SÁNCHEZ / F. J. MUÑOZ – Córdoba  – 28/04/2010

VUELVE AL MUSEO ARQUEOLOGICO Y ETNOLÓGICO DE CÓRDOBA LA MÁSCARA DEL DIOS PAN ROBADA LA PASADA SEMANA.

El autor del expolio, acusado de delinquir contra el patrimonio histórico, asegura que la máscara sustraída es de su propiedad.

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149- La máscara era mía. Por Lucio Anneo, 6.5 out of 10 based on 29 ratings

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25 Responses to “149- La máscara era mía. Por Lucio Anneo”

  1. Marianna dice:

    Locura, fantasía, me ha intrigado bastante, pienso que está muy bien trazado. Te deseo suerte!

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  2. Cánquel dice:

    Está bien, tiene sus puntos. Suerte

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  3. HÓSKAR WILD dice:

    De nuevo la locura invadiendo terrenos propiedad de la cordura. La inexistente línea que marca los límites de la razón una vez más traspasada.
    Mucha suerte

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  4. LUCIO ANNEO dice:

    Efectivamente es muy fina la linea que separa la razón de la locura, Muchísimas gracias a todos por emplear parte de vuestro tiempo en leerme.

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  5. minerva dice:

    Un trastorno obsesivo compulsivo muy bien descrito.Con una narrativa
    clara. Mucha suerte.

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  6. Seres Entrópicos dice:

    Me ha gustado. Quizá el desencadenante, la foto en un periódico, debería tener más fuerza, una experiencia más fuerte que dé una mayor credibilidad a este viaje a la locura. Sin embargo, las transiciones están muy bien trazadas.
    Suerte

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  7. Abeja dice:

    LUCIO ANNEO: describes bien la delicada línea que separa la cordura de la locura.
    Hay fantasía e imaginación.

    Un abrazo: Abeja.

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  8. Pirata dice:

    Muy bueno, me ha encantado. La temática y la forma de narrarla es original, está bien hilado, coherente. Buena prosa. Ha sido un placer leerlo.
    Sólo un pequeño matiz que no empaña lo anterior: yo huiría de lugares comunes (albergar la esperanza, caer en los brazos de Morfeo). Tienes recursos suficientes paras evitarlos.
    Felicidades y suerte.

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  9. LUCIO ANNEO dice:

    Os agradezco a todos que os tomáseis la molestia de leer mi cuento. Tomo nota de vuestras sugerencias para posteriores trabajos.

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  10. Granizo dice:

    Buen inicio, buena historia, intriga, estupendas descripciones, expresiones que me atrapan («gemían mis días»…) y otras desconocidas (siempre da gusto aprender algo), una frase clave que se repite lo justo («yo no soy yo»)… En fin, que me ha gustado mucho. Espero que tengas suerte.

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  11. la ciudad dice:

    buena historia muy bien escrita, la fantasía, la realidad y la locura van tomadas de la mano. suerte

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  12. Antístenes dice:

    Pues sí, es una muy buena historia y muy aceptablemente contada. Algún error ortográfico y las comunes confusiones «aceptadas» sobre el uso de «nada» y «algo», pero sin importancia excesiva.
    Posiblemente pase a la final…

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  13. LUCIO ANNEO dice:

    La verdad es que sólo con los comentarios que habéis dejado autores de relatos que considero estupendos me considero ya ganador. Muchas gracias a todos.

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  14. Croqui dice:

    Me gustan los relatos donde el narrador que percibe algo diferente a lo que ocurre, da mucho juego. El único pero son los adjetivos antes de sustantivos y los ya mencionados lugares comunes, a mi modesto entender. Aún así, entretenido.
    Suerte y enhorabuena.

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  15. Panzermeyer dice:

    Oye, hijo, luego sigo leyendo, pero esta frase:

    «Tumor, paranoia, esquizofrenia -palabras que continuamente se agolpaban en su boca- golpeaban mis sienes y en lugar de tranquilizarme me inquietaban cada día más.»

    Bueno, me parece que… si se tranqulizara ante esas posibilidades, sí que estaría loco, no? Hace bien en inquietarse, me parece…

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  16. Panzermeyer dice:

    Bien, la he leído.

    Qué se yo… yo si fueras vos la revisaría un poquito.

    Suerte.

    Y por tu bien, que Antístenes no tenga razón.

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  17. LUCIO ANNEO dice:

    Panzermeyer, te agradezco tu opionión y sinceramente no he podido evitar sonreir: tienes toda la razón, con tales hipótesis es para preocuparse. Aunque estoy seguro de que estarás conmigo en que el protagonista de la historia precisamente no es un individuo «normal». Gracias por leer mi cuento, que créeme, he revisado con mimo antes de publicar.
    A Antístenes y Croqui: Sólo me gustaría agradecer vuestra opinión, efectivamente peco de adjetivar en demasía, me encanta hacerlo delante del sustantivo, con ello intento impregnarlo de fuerza, pero precisamente lo que aprecio es que me indiquéis lo que consideráis excesivo. Nuevamente gracias.

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  18. Panzermeyer dice:

    Amigo, pues vuelve a revisar; los conceptos, las puntuaciones, ¿si? Sé que lo hiciste con mimo, se nota un texto apreciado. Pues luego hazlo con más cuidado.

    Ahora, que si te gusta adjetivar, adelante, no todos somos iguales, y que se note.

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  19. Lucia dice:

    Doy fe que la máscara del Dios Pan sigue en el museo arqueológico de Córdoba pues hace unos dias he tenido la suerte de poder comprobarlo en mi paseo por ese museo. Me encantó leer el relato antes de ver la máscara.
    Razón? .. Locura? …La locura, a veces, no es otra cosa que la razón presentada bajo diferente forma.

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  20. Luzzz9 dice:

    Aunque reconozco que en algún punto he logrado perderme, te aseguro que me ha gustado.
    Me quedo con una frase:
    «Y mientras mis noches transcurrían encarnado en un Dios, el mortal que por las mañanas despertaba buscaba el amado paraíso y lo localizaba a través de Internet:

    ¡Suerte!

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  21. Fernán Caballero dice:

    Gracias, Lucio Anneo, por tomarte la molestia de leerme.Son tantos los relatos presentados que hay que tener un buen rato libre para leerlos. Yo lo hago poco a poco, y al azar.
    Tu relato lo he leído: es imaginativo, está muy bien narrado, y logras transmitir a la perfección el ambiente pesado de un mal sueño que se enganchase irremediablemente con la realidad. Me ha recordado un poco a los cuentos sombríos y de agobiantes escenarios de Alan Poe. Pero ante todo, el relato está bien construído, porque he leído algunos que me han dejado boquiabierta: ¿Cómo se pueden presentar a concurso obras que transgreden las normas más elementales de nuestra lengua? (Yo también tengo un «porque» de suspenso, las prisas, aunque ya sé que no es excusa…)
    He de comentarte algo que sí me preocupa: he observado que mi relato llega, pero parece hacerlo casi en exclusiva a padres y madres…Para mi gusto, esto constituye un fallo importante, porque una obra ha de ser «universal», ha de tener la capacidad de llegar por sí misma, no por que toque la fibra sensible de un determinado colectivo, en este caso el de los padres. En fin, si al menos ha logrado emocionar a alguien…
    Mucha suerte. Creo que eres de los que la mereces.

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  22. F. Beyle dice:

    Hola Lucio, me ha gustado tu relato.
    Tocas algo peligrosísimo, ese Dios fálico y loco que es Pan, muy conectado a la locura.
    El ritmo es excelente, pero a mi gusto, quizás entorpece un poco la narración el exceso de adjetivos.
    Buena suerte!

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  23. Rosa azul dice:

    Hola LUCIO ANNEO, lo prometido es deuda, así que, no he leído tu relato una vez sino dos…Bueno, me gusta que hay bastante música en la lectura…creo que tienes mucha imaginación y bien aplicada, el relato tiene buen ritmo, y, efectivamente, quizá despista algunas veces tantos adjetivos, pero como dice Panzermeyer, si a ti te gusta así, adelante.
    Te deseo mucha suerte, tanto en este certamen como fuera de él.

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  24. Hara Kei dice:

    Hola Lucio

    Que tienes madera, la tienes. Y leo que ya te han comentado varios puntos acerca de tu trabajo. En cuanto a lo de los adjetivos, estoy seguro de que con un poco de practica aprenderás a utilizarlos con maestría. Por ejemplo: ¨una feliz puñalada le ha enseñado que es un hombre valiente¨. A mi me encanta ese ¨feliz¨ -y todo lo que explica- que utiliza Borges en un texto del que (discúlpame) no recuerdo el titulo.

    Muchas gracias Lucio por pasarte por mi espacio.

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  25. Hara Kei dice:

    Recordé otro muy buen ejemplo:

    ¨Todas las casas del otro lado del callejón, la manzana entera frente a la Quince, habían sido selladas ese otoño, y durante el día sus ventanas tapadas con tablas y sus porches caídos y los patios garabateados de maleza le daban al vecindario un aspecto agresivo, agotado, desdentado; pero por la noche, reducidas a siluetas vagas, parecían crueles y románticas, en cierto sentido viriles, pensaba yo, entre andrajosas y podridas, desordenadas y orgullosamente en pie pese a haber recibido una paliza feroz. Las casas debían ser demolidas en la primavera…¨

    La rana toro americana
    Charles D’ambrosio

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