II Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura
Concurso Caravaca
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3/3/2005

119. El rumor de Adan
118. Flamante camino
120. Envite
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El tedio había invadido a los habitantes del Paraíso, los días de la alegre y estrecha convivencia, quedaban atrás… muy atrás. De hecho, hasta el paisaje era diferente; se le veía opaco y descuidado, el bullicio animado y la cortesía entre las criaturas que allí habitaban, eran cosa del pasado, más bien, campeaban la indolencia y la desintegración generalizada.

Adán, antes dinámico, divertido e ingenioso, se pasaba el tiempo echado bajo el platanar. La entrañable compañía y los chispeantes diálogos con Eva, se habían espaciado hasta desaparecer. Ella no era la excepción; antes cariñosa y alegre, ahora era descuidada en su apariencia y, muy probablemente, la falta de atenciones y halagos de Adán, le mantenían en un estado de constante irritabilidad. Simplemente no toleraba nada ni a nadie, aunque ciertamente tampoco procuraba romper la inercia.

 

Un día, Eva fue a bañarse al río y, estando en el agua recordó tanto los largos juegos que solía tener con Adán, que molesta al regreso, le espetó:

––Deberías al menos tomar un baño… mírate el aspecto que tienes.

Adán que dormitaba, se incorporó levemente para mirarla y aunque tuvo la intención de responder, bien se guardó de hacerlo. Se levantó y decidió alejarse un poco para no ser molestado. Caminando reflexionó sobre el comentario de Eva y se dirigió al río.

En ese momento decidió bañarse también y efectivamente el agua estaba estupenda, salió revitalizado y le dieron ganas de dar un paseo por el  jardín prohibido. Observó que el manzano estaba lleno de maleza y sin pensarlo mucho se puso a limpiar el lugar. Como allí acostumbraba estar la serpiente, al sentirse importunada le dijo con ironía:

––¡Vaya que te han puesto a trabajar!

Adán, haciendo caso omiso de la pulla, no le contestó inmediatamente y continuó su tarea bajo su mirada burlona. El exquisito olor de las manzanas le despertó una muy agradable sensación que no había experimentado antes y deseó intensamente comer una. Desde luego, eso era imposible, estaba estrictamente prohibido cortar siquiera una de ellas, era claro que él no se atrevería a desobedecer. Cuando terminó, la serpiente aún seguía allí y Adán que conocía lo burlona e ignorante que era la serpiente, le dijo:

––Vine aquí porque… dicen que estas manzanas tienen un afrodisíaco muy poderoso. ¿Será cierto?… tú eres muy sabia y debes saberlo, ¿no?

La serpiente no sabía lo que significaba afrodisíaco pero, herida en su vanidad afirmó:

––¡Claro, no tienes idea de cuan poderoso es!… jejeje…

Adán se alejó sonriendo y cuando vio a Eva, le dijo:

––Deberías ir a ver como he dejado limpio el manzano, estaba lleno de maleza y ahora se ve estupendo, da gusto estar bajo su sombra…

A Eva le extrañó el comentario y curiosa se dirigió al Jardín prohibido. Allí encontró a la serpiente que miraba y miraba las manzanas, tratando de entender que habría querido decir Adán. Eva que aún estaba de mal humor le dijo:

––¿Qué haces aquí?

La serpiente con aire sabiondo le dijo:

––Admiro las manzanas… ¿Sabías que poseen un afrodisíaco mágico?

Expectante, Eva se acercó lentamente al manzano. El olor era tan agradable que sonrió con deleite y aspiró el aroma profundamente. Una exquisita sensación le fue embriagando hasta hacerla enloquecer de placer… lo demás, es historia.

 

“Dicen que el rumor es la insidiosa

semilla de los maliciosos.”

118. Flamante camino
120. Envite