premio especial 2010

 

Abr 28

¿Lograré no oírla, no verla a ella y al niño? Cómo dejar de pensar en lo distinto que pudo ser… Ese día vuelve a mi mente una y otra vez.
La lluvia no cesa, las nubes parecen abarrotarse. El cielo de color plomo está trocando a negro. Miro por la ventana. Es el comienzo del cuarto despertar bajo agua. Los rayos iluminan el firmamento. Los truenos cada vez retumban con mayor intensidad, hacen vibrar mi cuerpo, siempre les he temido. Cuando hay tormenta me gusta hacer el amor, me libera del miedo. Olvido el reino sombrío sintiéndome vivo. Penetrar en un vientre femenino es el mayor acercamiento a la cuna de la eternidad y de esta forma espanto a los fantasmas que me rodean. Pero hoy estoy solo y el tiempo apremia. Un par de minutos bastan para ver mi calle convertida en un torrente. Al vivir en planta baja, apenas unos escalones me separan de la correntada. Me visto con premura. Debo tomar lo más importante, tengo que apresurarme. En breve mi hogar estará inundado. Los vecinos del piso superior me recibirán. Pienso en la torre, está al ras del suelo. Desconecto el cablerío y la tomo en brazos acariciándola como a una novia. La documentación en el bolsillo de atrás, el poco dinero que aún queda de mi magro sueldo, en el de adelante. Los demás objetos de la casa no importan. El disco duro sin respaldo alguno contiene mis relatos, tres novelas y una cuarta en ciernes. Tantas veces pienso en guardar mi información en un pendrive, indefinidamente queda para mañana. Tampoco tengo portátil, son cómodas, manejables, pero como un buen ordenador fijo no hay. Digo esta tontería, suponiendo que me hará ver interesante ante los ojos de los demás. Lo cierto es que lo pospongo. La pereza me gana, me sucede con cada decisión de mi vida. La mayoría de mis amigos están casados, tienen hijos, proyectos. Yo parezco estancado en el momento, sin ánimo de tomar decisiones, ni aquellas que pueden ser irrelevantes. Me dicen que huyo de las mujeres, pero no es cierto. Me dejan al notar mi apatía. Necesito una que me haga reaccionar. Por ahora ésta no aparece, tampoco la busco, sólo espero.
En la vereda de enfrente un vecino se afana en sacar la tapa de una boca de tormenta. Muchos vehículos han detenido su marcha, ahora se desplazan en un lago con marea. Ésta proviene del viento, quien tomando velocidad sopla con fuerza contra las casas, los coches y los seres que se encuentran atrapadas en medio de la emboscada. Una señora con tres niños dentro de un auto, está reclamando ayuda. Nadie parece apreciar el hecho. En mi casa chapoteo. Salgo, subo unos escalones, a través de la puerta principal diviso a uno de los pequeños. Cae al agua, ella va tras él, los otros quedan solos. Miro mi tesoro, al que deseo resguardar, vuelvo la vista hacia las criaturas, otra vez me fijo en éste y lo dejo. Guío mis pasos hacia ellos, más bien me arrastro entre el agua y la basura que flota. Los contenedores de residuos son los primeros en ser deslizados, quedando boca abajo sueltan su contenido que navega junto a mis piernas enredándose. Trato de desprenderme de unas bolsas. Pese al escándalo de la lluvia y las alarmas de los automóviles, oigo el llanto. No sé por qué no se dirigen a socorrerlos. Vuelvo la cabeza, en mi edificio el nivel va en aumento. Pienso en la que guarda mis trabajos, podía haberla dejado un poco más arriba. Se escucha un estruendo, un enorme paraíso decide morir en ese instante, pero no de pie, se derrumba sobre el asfalto, el suelo tiembla, las olas se agitan. Varias personas intentan correr hacia la derecha. El vecino que lucha con la tapa de la boca de tormenta, cesa en su empeño y va en la misma dirección. El aire bufa con mayor intensidad. No me gusta el sonido, impresiona. Las ramas se sacuden ferozmente. Se oye con claridad el resquebrajar de otro tronco. ¿Cómo puedo distinguirlo entre los múltiples ruidos y los gritos humanos que cada vez son más fuertes? Se trata del árbol que está junto a los pequeños. Se tambalea. Debo llegar antes de que se solidarice con su amigo y decida caer. Mi calle está llena de paraísos. Siempre he tenido la seguridad de que conversan entre sí, con susurros incomprensibles para nosotros. Mentalmente le pido por favor que se quede quieto, que me conceda unos minutos. Está decidido a unirse a su compañero, lo puedo percibir. Un hombre se cruza ante mí -Pobre mujer- grita. Miro y siento frío, es intenso, no proviene del agua, ni de la lluvia, ni de un ciclón. Llega desde mi interior, tengo la certeza. Lo supe desde que la vi. Estaba seguro y no le presté ayuda. La culpa apresa mi carne, el cuerpo se me estremece. Comienzo a llorar, nadie me ha dicho nada pero lo sé. Los niños deben ser mi meta. No puedo distraerme, están solos. Un cuatro ruedas vacío me topa con su hocico, el agua oculta los asientos. Lo empujo tratando de abrirme camino. Los miro, por primera vez me pregunto por qué se quedan quietos. Sus caritas se distinguen con claridad, sus cuerpos están cubiertos. Sillas de bebé, ese debe ser el motivo. De no ser por eso se habrían ahogado. Llego, su llanto me desespera como el crujir del madero amenazante. Los suelto rápidamente o los tres moriremos. ¿Dónde está la traba con que están sujetos? Intento guiarme por el tacto, las dichosas bolsas se enrollan en mis dedos. Entorpecen la maniobra. La tarea no es fácil. Tropiezo con uno de los broches, el niño está liberado. Lo tomo en brazos. Ahora sólo cuento con una mano para rescatar al otro. El tronco ruge, es más que una amenaza. El cinturón… debo desengancharlo… mi diestra ambiciona rapidez, los plásticos enronan el planeta. No trato de liberarme de su apretado abrazo, palpo a través de estos. Con las manos comencé a conocer mi universo, así es el inicio de cada humano. Ahora una de ellas está pretendiendo encontrar la hebilla, que soltándose salvará el mundo contenido en otra vida. Una oleada empuja al pequeño que tengo alzado, al que permanece adentro y a mí. La naturaleza está enfurecida. Quiero arrancar la sillita del asiento. No lo logro. Mis tirones son vanos. Me reconozco como un torpe impotente.
¿Por qué no habré ido cuándo todavía se podía, cuándo la vi sola con ellos? Recordé el motivo. Sin duda éste navegaba rumbo a la nada con mis escritos y todo aquello que hasta hace cinco minutos consideraba esencial. Si al verlos hubiera obedecido a mi conciencia… Estaríamos en casa del vecino tomando café, tan sólo con las piernas mojadas. Veríamos el panorama desde la ventana. Hablaríamos del cambio climático, de sus efectos. Conversaríamos sobre los vuelos que no han podido salir y las pérdidas de las aerolíneas. Esperaríamos tranquilos a que el agua bajara su nivel. Después llamaríamos al servicio de automóviles. Los niños correrían por la casa jugando con Tobi, el pequeño pequines, peludo, suave. Seguro que alguna bebida espirituosa compartiríamos para combatir el frío de nuestros pies. Luís nos la daría gustoso. Siempre dispuesto a festejos, no importando la ocasión ni la causa. ¿Por qué pienso en él? Hace más de dos años fue asesinado. Fui yo quien llamó a la policía. Oí gritar, escuché los llantos y las amenazas. Los objetos rebotando contra las paredes. Tobi salió despedido por el balcón pues intentó defenderlas. Once apartamentos, ninguno escuchó nada. Llamaron a mi puerta, era la sobrina, había logrado huir. Estaba duramente apaleada, el miedo aflojó sus esfínteres -tiene a mi abuela, la va a matar, está más loco que nunca- mientras decía eso, arriba había un silencio lleno de sospechas. Llegaron, no era la primera vez, ni la segunda, ni la tercera. La diferencia consistió en que ella fue al juzgado. No quería, pero lo hizo por su nieta. El juez la encontró tan mal que le sugirió ir con el forense. Ésta le contestó -ni usted ni un médico me van a reponer el daño que mi hijo me ha causado. No estoy aquí por mí, sino por mi niña, que es la única víctima-. Hubo una orden de restricción, él no pudo volver a la casa. El tiempo pasó. Una tarde de verano, húmeda y pegajosa, el informativo de la tele nos dio la noticia. -Cuatro adolescentes clavaron sus navajas en el abdomen del ex policía dejándolo tirado en el charco de su propia sangre. Se supo que habían mantenido altercados previos y podría tratarse de un ajuste de cuentas por problemas relacionados con drogas-. Nosotros sabíamos que hacía mucho le tenían ganas. Al estar en su barrio no lo tocaban, pero al cambiar de zona la cosa fue distinta. Cuando la madre se enteró, le generó alivio. Ella misma me lo dijo – te parecerá mentira o crueldad, pero es lo que siento, por fin puedo salir a la calle sin miedo a que me den un golpe, un tiro o me claven un cuchillo, era muy vengativo- sus palabras quedaron grabadas en mi mente. ¿Por qué pensar en Luís? En momentos de necesidad siempre ayudaba, era sumamente servicial. Él no la hubiera dejado pidiendo ayuda… En cambio, yo lo hice.
Mi mano encuentra la traba, puedo levantarlo. Debo apresurarme, el árbol va a caer. Elevo a los niños lo más que me permiten los brazos. Me desvío a la izquierda. Intuyo que el pesado tronco irá en el otro sentido, estoy casi seguro. Si voy hacia adelante puede aplastarnos. Un estrépito calla los llantos por unos segundos. Los tres giramos nuestras cabezas, el suelo se sacude. Los sollozos comienzan de nuevo. Trato de tranquilizarlos con palabras que no entienden. Las alarmas seguramente asfixiadas, guardan silencio. En los veinte años que llevo viviendo en esta calle, jamás he visto un caudal semejante. Intento cruzar, encontrar refugio, sacarlos del peligro, otorgarles un lugar seguro. No quiero pensar en ella. La oigo, la veo pidiendo ayuda, nadie la escucha, pero yo sí. Debo poseer un cementerio interno donde he metido mis sentimientos y emociones. Esperé ver caer a una criatura y a la mujer arrastrarse en su búsqueda para decidirme y entonces todavía dudé. Desde el principio sentí el peligro. ¿Qué me pasa? La dejé por una torre. Tan sencillo como eso.
La lluvia parece más calma. Logro abrirme paso entre ramas, vehículos, maderos y bolsas de nylon, que envuelven lo anteriormente nombrado y también a mí. No intento librarme de ellas, es inútil. Los árboles se mecen demasiado para mi gusto. Procuro atender el sonido de los troncos pese al silbido del aire arremolinado. Éste aumenta su grado en una demostración de poder. El nivel del agua baja notoriamente. Aferro a los pequeños contra mi cuerpo. El viento quiere arrastrarme, pero estoy decidido a ganarle la batalla.
Estaba en la puerta de mi hogar, declarando ante un agente, Luís descendía por las escaleras custodiado por dos policías. Con ambas manos sacudió su chaqueta negra intentando marcar respeto por sí mismo. Fijó su mirada en mí. Alcancé a leer el reproche que necesitaba imponerme. Para él mi acto fue una cobardía, algo indigno en su parámetro de códigos. En cambio yo sentí mi deber cumplido. Ningún otro vecino intervino. Pero su sobrina tocó a mi puerta. De no ser así, ¿qué habría hecho? Me quedan grandes dudas después de dejar a una señora y tres niños librados a su suerte…
El agua desaparece. Al disminuir la intensidad de la lluvia, el aluvión baja como cascada por una calle en pendiente. Es la salida que siempre nos libra de inundarnos. Pero este día no, este día mi casa se ha visto presa de la riada, he perdido mi torre, mis novelas, mis relatos. Pero he ganado un remordimiento, que me acompañará mientras viva.

26- La inundación. Por Abeja, 6.8 out of 10 based on 62 ratings

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64 Responses to “26- La inundación. Por Abeja”

  1. Sol dice:

    Muy buen relato. He sentido frío, ahogo, angustia, impotencia.
    Excelente. Gracias por compartir algo así.

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  2. Mirta Urrutia dice:

    Como siempre narras estupendo. Uno lo siente como si fuera realidad. Felicitaciones.

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  3. Felipe Ibañez dice:

    Muy lindo relato, te hace sentir la angustia vivida por el personaje, te transporta a esa situacion con una facilidad impresionante.
    realmente fantastico. Te felicito.

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  4. Luc dice:

    Redondo de confección e impactante. Mucha suerte.

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  5. Jose Maria dice:

    Estupenda narracion
    Felicidades

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  6. Jose Maria dice:

    estupenda narracion felicidades

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  7. Marina Barcelona dice:

    A veces mirar hacia otro lado te marca para toda la vida, para mi es la esencia de tu relato. Narras estupendamente lo que sucede tantas y tantas veces en esas tragedias naturales, la preocupación de lo material antes que la vida misma.
    Muy bien Marina sigue así.

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  8. Abeja dice:

    Sol, agradezco su deferencia hacia mi relato.
    Por lo que dice le ha gustado.
    Le envío mi afecto: Abeja.

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  9. Capitán Wentworth dice:

    Me ha gustado mucho tu relato, Abeja, lo he terminado de leer casi sin respirar, para no ahogarme en la riada.

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  10. Abeja dice:

    Capitán Wentworth:

    Agradezco su comentario, me impulsa a seguir adelante.

    Reciba mi afecto: Abeja

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  11. Abeja dice:

    Mirta, Felipe, Luc, José María, Marina Barcelona:

    Muchas gracias a todos por el apoyo brindado, de ahí saco fuerzas para seguir escribiendo.
    No contesté antes, pues no sabía hacerlo, tuve que preguntar a los del certamen.

    Mis más afectuosos saludos: Abeja.

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  12. Ágata dice:

    Un estupendo relato, y la voz del narrador es muy acertada. Consigues lo más difícil: transmitir, impactar, leer de un tirón… y más todavía: todos hemos ganado un remordimiento contigo, mientras nos llevabas de la mano por tu calle inundada y nos hacías partícipes de tus actos.
    Redondo. Te felicito.

    Mucha suerte.
    Mi relato es el 41

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  13. Abeja dice:

    Ágata:

    El saber que alguien te lee y que le agrada lo escrito, es maravilloso.
    Agradezco enormemente tus palabras.

    Recibe mi afecto: Abeja.

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  14. Laura dice:

    Abeja: buenisimo el cuento. El relato me permitio penetrar en las letras e involucrarme. Felicitaciones!!!!

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  15. Abeja dice:

    Laura:

    Muchísimas gracias por tus apreciaciones. Es estupendo saber que te has sentido involucrada.

    Un afectuoso saludo: Abeja.

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  16. Roberta B. dice:

    Enhorabuena Abeja, un relato estupendo, magnífico. Suerte en el certamen, aunque creo que no la necesitas.

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  17. Abeja dice:

    Roberta B. :

    Te agradezco de corazón la valoración que realizas sobre mi relato. Me empuja a seguir escribiendo.

    Recibe mi afecto: Abeja.

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  18. Mª Rosa Montrassi dice:

    Redondo. Me he dejado tomar de la mano por el narrador quien me ha llevado, casi sin que me diese cuenta, a un final estupendo.
    ¡Felicitaciones!!

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  19. Abeja dice:

    Mª Rosa:

    Me alegra que le gustara mi relato.
    Muchas gracias por su comentario.

    Reciba un afectuoso saludo: Abeja.

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  20. Bethleham dice:

    Sorprendente relato.
    ¿Me puede aclarar la expresión que usted utiliza en su texto?
    «Penetrar en un vientre femenino es el mayor acercamiento a la cuna de la eternidad y de esta forma espanto a los fantasmas …»
    ¿Sería a través del ombligo?

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  21. Abeja dice:

    «…Cuando hay tormenta me gusta hacer el amor, me libera del miedo. Olvido el reino sombrío sintiéndome vivo. Penetrar en un vientre femenino es el mayor acercamiento a la cuna de la eternidad y de esta forma espanto a los fantasmas que me rodean…»

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  22. Bethleham dice:

    Sigo sin entender a su personaje, ni lo que quiere decir con la penetración del vientre femenino.

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  23. Adafina dice:

    No hay mucho que entender Bethleham, creo que está clarísimo.
    Por mi parte, enhorabuena Abeja por tu relato. Me ha gustado mucho.

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  24. Panzermeyer dice:

    La expresión «la cuna de la eternidad», absurda en sí misma, me hace recordar la «nueva refutación del tiempo» de Borges.

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  25. Dominose U dice:

    Me ha encantado el relato, Abeja; nada -definitivamente nada- que argumentar (en el sentido más griego de la Palabra: cuando Sócrates argumentaba, a alguien se quería cargar… :D), y mucho menos que añadir: sabias palabras las de aquellos, que antes que yo te leyeron.

    La expresión «La cuna de la eternidad» -perdonar mi intromisión- es una referencia implícita al seno de La Virgen María; por primera vez se utiliza este término en algunos escritos de Doctores de la Iglesia (no me preguntéis cuales porque no teeengo ni idea:D). Por extensión, a su vez, queda asimilado a cualquier seno de mujer (y con esta reseña no pretendo entablar un debate, ni nada que se le parezca: que nadie, por favor, de comienzo a un alegato)

    Pero si a alguien, este comentario, le ayuda a entender esta expresión -magistralmente empleada, y en el momento exacto-, habrá merecido la pena desprenderme de estas letras.

    En caso contario os echaré de menos, mis alfabéticas amigas.

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  26. Panzermeyer dice:

    Perdón, pero en todo caso sería en el momento inexacto, ya que se trata de una tautología, ¿o no?

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  27. Cierzo dice:

    Redondo. Atrapa, envuelve….

    Excelente.

    Enhorabuena!!!

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  28. Abeja dice:

    Queridos Bethleham y Panzermeyer : la vida es lo más importante que tenemos, os agradezco el haber dedicado tiempo de la vuestra en mi relato y más aún en comentarlo. Panzermeyer, te confesaré algo de lo cual me avergüenzo y es que jamás he leído a Borges. Claro que esto tiene solución, puedo hacerlo cuando quiera.
    De verdad muchas gracias: Abeja.

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  29. Abeja dice:

    Mis queridos Adafina y Dominose U: gracias por vuestros comentarios. Os ha gustado mi relato y esto me llena de ánimos para continuar escribiendo. El saber que comprendéis lo narrado por mí, es un empujón muy fuerte.
    Me habéis llenado de ánimo, mil gracias.
    Recibir mi afecto y un beso: Abeja.

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  30. Abeja dice:

    Cierzo: muchas gracias por tu comentario y tu apoyo. Es un acicate para mí.
    Recibe mi afecto: Abeja.

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  31. Panzermeyer dice:

    Pues no dejes de frecuentar a Borges. Cada cuento, además de delicioso, es una clase de redacción en sí misma, se aprende mucho leyéndolo. Todo esto más allá de la personalidad del autor, que puede tener aristas desdeñables.

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  32. Abeja dice:

    Panzermeyer: un querido amigo, en otro concurso, siempre lo
    nombraba. No leerlo ha sido una decisión tal vez errada. Tendré que aprender a separar el autor de su obra.

    Recibe mi afecto: Abeja.

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  33. Panzermeyer dice:

    Eso es, lo disfrutarás mucho, te lo aseguro. Y recordá que el mundo es pequeño, y aún el río más ancho del mundo no es más que un charquito… y que… no es fácil perder a los verdaderos amigos.

    Suerte y un abrazo…

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  34. Abeja dice:

    Panzermeyer : Creo que esto ya lo sabrás y lo de “tautología” será una simple forma de querer llamar mi atención…
    “…Cuando hay tormenta me gusta hacer el amor, me libera del miedo. Olvido el reino sombrío sintiéndome vivo. Penetrar en un vientre femenino es el mayor acercamiento a la cuna de la eternidad y de esta forma espanto a los fantasmas que me rodean…”
    Al hacer el amor, un hombre penetra en un vientre femenino, pero jamás se introduce en el útero, “cuna de la eternidad”, sí es lo más cercano que está a ella después de su nacimiento. En su vida adulta sólo puede acercarse…
    Por lo tanto no existe tautología alguna…..Pero sé muy bien, que tú ya lo sabías……
    Recibe mi afecto y un abrazo: Abeja.

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  35. Lorena dice:

    Estimada Abeja

    Su relato es soberbio, no hay nada que pueda objetar.
    Si bien entiendo que este foro es un sitio de libertad, no llego a comprender algunos comentarios deplorables y tan fuera de lugar como los que he leído.
    El mundo está lleno de gente así… desdeñables…si gente que lo que tocan, lo envenenan….No caiga en sus redes. No merece la pena
    Usted continue su camino, lo hace muy bien

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  36. Abeja dice:

    Querida Lorena: me pone muy contenta que mi relato le haya gustado. Eso me hace tomar aliento y seguir adelante en el camino emprendido.
    No tiene que enojarse por comentarios que no crea acertados, todas las opiniones son valiosas y en la diversidad está la gracia.
    Yo personalmente agradezco cada uno de ellos, la persona que lo hace toma tiempo de su vida en leer el relato y dar su opinión, eso es loable.
    Muchísimas gracias por sus apreciaciones y reciba usted un afectuoso saludo: Abeja.

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  37. Panzermeyer dice:

    Abrazo grande, Abeja, y ya sabés, desconfiá de las manos por el lomo, y a darle, que hay que ganarle al cansancio, y a tantas otras cosas…

    Hasta que el bendito día en que los hijos de la tierra tomen posesión de la tierra…

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  38. Abeja dice:

    Panzermeyer: sabes bien que las abejas somos muy trabajadoras y luchamos para dar la mejor miel…

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  39. Hara Kei dice:

    He disfrutado mucho tu relato. Difícil encrucijada la que planteas, trasmite angustia. Enhorabuena.

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  40. Antístenes dice:

    No está mal el trabajo… Muy aceptable. Sólo unas cuantas sugerencias. La primera olvidar los conocimientos de inglés por una temporada y adjetiva según la norma del castellano. La segunda que, en caso de adjetivar, hacerlo lo imprescindible. Y la tercera, dada la historia, utilizar más las comas. Las frases cortas pierden el carácter descriptivo y ganan en intensidad emocional. En todo caso, como he indicado anteriormente, no está nada mal.

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  41. Abeja dice:

    Hara Kei: me siento contenta al saber que mi relato te ha gustado.
    Es una alegría para mi espíritu y me impulsa a seguir.
    Un abrazo: Abeja.

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  42. Abeja dice:

    Antístenes: muchas gracias por tus sugerencias, las tomaré en cuenta.
    Me alegro que mi relato te haya gustado, es un estimulo para seguir escribiendo.

    Un abrazo: Abeja.

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  43. Abeja dice:

    Perdón, estimulo debió ser estímulo.

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  44. Ojos Oscuros dice:

    Buen trabajo Abeja. ¡Suerte a ti también!

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  45. Abeja dice:

    Ojos Oscuros: veo que te ha gustado mi trabajo, muchas gracias.

    Un abrazo: Abeja.

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  46. Granizo dice:

    A mi también me ha gustado mucho tu relato, me parece que consigues un ritmo vibrante que te atrapa. Me gusta, además, cómo entrelazas las dos historias, tan reales y duras, y cómo transmites el dilema interno del protagonista. Enhorabuena

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  47. Abeja dice:

    Granizo: te agradezco tu comentario, veo que has captado lo quise transmitir.
    Eso me llena de ánimo para seguir adelante…continuar escribiendo y expresando mis ideas.

    Un abrazo: Abeja.

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  48. LUCIO ANNEO dice:

    Realmente intenso y sofocante, me ha enganchado. Te deseo mucha suerte!

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  49. Abeja dice:

    LUCIO ANNEO: te agradezco tu comentario. Qué te haya gustado es un aliciente para seguir.
    Muchas gracias.
    Un abrazo: Abeja.

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  50. la ciudad dice:

    Abeja: tu estupendo relato es sí un verdadero torrente, ¡qué manera de escribir! se lee de un tirón, es estrujante y en mi caso, me remite a las ocasiones en que no he prestado mi ayuda a gente en situaciones difíciles.

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  51. Abeja dice:

    La ciudad: el hecho de que te guste mi relato, significa mucho. Te agradezco tu comentario que me impulsa a seguir en esto.

    Un abrazo: Abeja.

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  52. HÓSKAR WILD dice:

    Pobre ganancia tras perder todo.
    Mucha suerte.

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  53. Abeja dice:

    HÓSKAR WILD: te agradezco la lectura de mi relato y el comentario.

    Un abrazo: Abeja.

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  54. Croqui dice:

    Un relato cre´ible, intenso y valiente. Dilemas morales en situaciones l´imite con personajes bien dibujados.

    Enhorabuena.

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  55. Abeja dice:

    Croqui: ver que te ha gustado mi relato me llena de alegría y me incentiva a seguir escribiendo.

    Un abrazo: Abeja.

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  56. Abeja dice:

    Hank: voy a tomar ejemplo del gran Croqui y voy a invitarte a que comentes mi relato. Antes me lastimaban las críticas, ahora también, pero son extremadamente necesarias. No te preocupes por mi sensibilidad y dame tu opinión.

    Lo de gran Croqui, lo digo seriamente, es muy bueno.

    Un abrazo: Abeja.

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  57. Croqui dice:

    No soy muy grande, me falta algún centímetro para el uno ochenta.
    Lo bueno de los comentarios se lo debo a una buena (hoy en día el adjetivo se hace necesario) amiga que revisó mi texto.
    Lo malo es culpa mía.

    Mucha suerte con «La inundación».

    Saludos.

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  58. Abeja dice:

    Croqui: me empeño en buscar lo malo de tu texto y no lo encuentro. “…la estatura de los grandes hombres se mide de las cejas para arriba…” Napoleón Bonaparte.

    Un abrazo y un beso: Abeja.

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  59. Luzzz9 dice:

    Uffffff…¡Menudo sufrimiento! . Tenía ganas de terminar el relato para descansar…
    Por cierto.. no me explico como al protagonista le podía apetecer hacer el amor con un tiempo así…entre trueno y trueno…

    Un saludo. ¡Suerte!

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  60. Violeta Nerolí dice:

    Tremenda tensión…., pero consigues lo que pretendes…que lleguemos al final..
    Suerte!

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  61. Abeja dice:

    Luzzz9: muchas gracias por tu lectura y tu comentario. Se nota que te mantuvo expectante y eso me llena de alegría.
    En cuanto al protagonista…en está vida hay gustos para todo…por lo menos eso es lo que mi imaginación me dice.

    Un abrazo: Abeja.

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  62. Abeja dice:

    Violeta Nerolí: no sabes cuanto me alegro al ver escrita por ti la palabra “tensión”
    Gracias por leerlo hasta el final y por tu comentario.

    Un abrazo: Abeja.

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  63. ANABEL dice:

    QUE LINDO!!!

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  64. Abeja dice:

    Anabel: muchas gracias por leer mi relato. Me alegra que te gustara.

    Un abrazo: Abeja.

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