Estás frente al sol. Gotas de sudor en tus mejillas ardientes. Te incorporas sobre la cama, el tacto de las sábanas, Ella, a tu espalda, es la caída de níveas hojas electrificadas, Otoño, seroja crujiente entre tus párpados, (más…)
Los espejos son abominables porque multiplican en un esfuerzo perverso la imagen del hombre, ya lo supuso Borges. Y hay que evitarlos en la soledad del estudio. Más aún cuando uno amanece con un golpe en la cabeza y con los cajones revueltos, la cama volcada, el audiolibro en latín perforado. (más…)
Lo barruntó tan pronto como despegó los párpados para acabar de volver al mundo de la conciencia. Lo notó en el haz de rayos solares que se colaba por un lateral de la cortina de la ventana, que tenía una intensidad desmesurada, singularmente aurífera, y en cuyo seno las motas de polvo parecían danzar al etéreo compás de un parsimonioso vals. (más…)
“Dicen los confiados que Doña Justicia y Doña Verdad caminan juntas con el mismo destino. En el magnetismo de los polos opuestos, por su origen diferente, una se cobija en la otra a pesar de que agentes codiciosos estiran de ellas y las obligan a separarse. La primera no es posible sin la segunda; sin embargo, en demasiadas ocasiones, en nuestro gran teatro del mundo, las visten de mil maneras y aquel magnetismo se rompe”. (más…)
Al atardecer, solía aparecer la chica del móvil por la calle principal de la urbanización, vía larga de amplias aceras y casi nula circulación de vehículos.
Era una muchacha de cuerpo ágil, andar brioso, paso firme, casi en desfile militar. (más…)