
Me enamoré de Blondie en cuanto la vi tras la vitrina de la tienda de animales arañando el vidrio y soltando ladridos quejumbrosos con los que trataba de llamar mi atención. (más…)
Imprimir este relato
Los ojos me pesan una barbaridad, cansancio, calor… los párpados caen y se entre abren, vuelven a cerrarse y se abren menos que antes pero más que la próxima vez, que se vuelvan a cerrar, se cierran y… ya no se abren hasta dentro de un rato. (más…)
Imprimir este relato
Azul que articulas este relato, déjame contemplarte. Déjame que te cuente, azul, como ese día vi el cielo. (más…)
Imprimir este relato
Cada una de las gotas de lluvia que han golpeado el cristal de la ventana desde que tuve este despertar abrupto intentaba decirme lo que ha ocurrido a mi lado durante la noche, dentro de nuestra habitación, sobre nuestra cama, quizás no haga aún ni dos horas, pero hasta este preciso instante no he entendido el lenguaje, ni mucho menos, el mensaje. (más…)
Imprimir este relato
Han pasado ya diez años desde aquel día y lo recuerdo perfectamente, recuerdo incluso los sentimientos y sensaciones que viví los días previos, supongo que hace falta algo más que tiempo para borrar de mi mente una semana llena de emociones de lo más dispares. (más…)
Imprimir este relato
I
Las pasiones, aún siendo las mismas en todos nosotros, se pueden manifestar de muy distintas maneras. (más…)
Imprimir este relato
Los hoteles eran demasiado caros. Por el lujo de alojarse en el centro, uno paga un dineral por una habitación con cucarachas y cortinas mugrientas. (más…)
Imprimir este relato
Las mujeres barrían los portales, y extendían la ropa blanquísima en los tendederos, y desbrozaban los geranios de los maceteros mientras tarareaban las canciones de moda. (más…)
Imprimir este relato
El sargento echa un melancólico vistazo sobre el rostro aterido del cabo, a quien el sueño derrota los párpados sobre los abultados globos de los ojos. (más…)
Imprimir este relato
FANTASÍA DE SUEÑOS
Los emigrantes canarios en Cuba, se caracterizan por contar historias, las que estaban siempre presentes en sus noches. En la campiña, se reunía con ellos sentado en su taburete el más viejo del grupo, quien no dejaba de mirar al oscuro trillo, quizás imaginando a su terruño lejano. De ellos aprendimos a entretejer nuestros cuentos para decirlos. (más…)
Imprimir este relato