LA NATURALEZA DE LA MUJER Por Magda Guarido

Pareja desnuda

Ella sirvió la cena como cada día. Él, en silencio probó el manjar y le sonrió. Finalizada la cena y sin mediar palabra se levantó, cogió un libro y sentado en su lugar preferido se sumergió en la lectura.

Tras un par de horas de lectura se le cerraron los ojos y quedó dormido. Se despertó a orillas de un río, sus aguas cristalinas jugaban con los reflejos del sol y dejaban que las hojas de los árboles bailaran al compás de sus oleajes. Miró a la derecha y después a su izquierda, no vio a nadie y en cambio se sentía acompañado.
Levantándose poco a poco, observó su alrededor y se impregnó de la plenitud de la naturaleza que lo arropaba. Se acercó tímidamente al agua y bebió de ella, era la más fresca que jamás había probado, aquella agua lo vigorizó y se sintió feliz, un hombre nuevo.

Acarició la suavidad de la hierba, era pura y de un verde brillante, se dejó calentar por el fuego intenso de la mirada del sol y le susurró la dulce voz de la brisa. Caminó desnudo disfrutando de aquel instante y paseó largos trechos sin descansar, era tan bonito lo que tenía delante de él, que no lo podía creer.

Empezó a sentir cansancio y se acurrucó a la vera de un pequeño cúmulo
de hojas que utilizó de almohada, cerró sus ojos y luego escuchó:

– Debe ser muy bonito tu sueño, cariño, tu
sonrisa te delata….

Entonces el hombre abrió sus bonitos ojos y con voz dulce y cariñosa,
respondió:

– Si cielo, soñaba contigo.

Magda Guarido.

DIARIO ANTES DE MORIR. Por Ketsya

mirando por la ventana

Tenía constancia de que la hora había llegado, era inevitable no pensar que mañana ya no podría ver el sol. Mi cuerpo se marchitaba como las flores en invierno. Lo había estado haciendo lentamentedurante diez largos años. Al principio decían que solo sería un añocorto de sufrimiento y dolor. Pero hoy maldigo a aquel medico que encontró el antídoto para alargar la vida, o no. Puedo pensar que he disfrutado más de mis nietos, que vi nacer a Natalia y que pude ser la madrina de la boda de Clara, mi hija pequeña. También me siento orgullosa de Carlos, mi marido, que siempre me ocultó mi enfermedad para que no sufriera. Pero no sabía que yo tan solo cerré los ojos cuando vino el médico, en realidad no dormía. Bueno, no importa, la verdad que he estado diez años esperando la muerte, como parte rutinaria de mi vida. Aunque ningún día es tan fuerte la atracción de dolor como la de este día de hoy. Mañana cuando intente abrir los ojos veré a mi familia desde el cielo, en lo alto, llorar. Espero que no lloren, si lo hacen me sentiré mal y tendré ganas de regresar a abrazarles. Entonces el dolor será mayor porque no podré aferrarles entre mis brazos. Tampoco podré secarles las lágrimas, o simplemente besarles las mejillas húmedas por el sufrimiento. Y también pensando de forma egoísta, si lloran y sufren será porque lo hice bien. Porque les traté tan bien y les hice tan felices que se apenan de mi marcha. Luego me sentiré orgullosa porque sabré que mi viaje en la tierra no fue en vano, sirvió de algo. Y tanto que sirvió, pensaré que se va una vida anciana y podrida pero nacen cuatro vidas jóvenes y fuertes. Y que esas cuatro vidas jóvenes traen consigo otras dos raíces pequeñas dispuestas a crecer.
Si, es cierto. Ahora es cuando se que puedo morir en paz. Ahora es cuando siento que ya he terminado mi labor como viva y tengo que desempeñar mi bondad con los muertos. Ya puedes llevarme cuando quieras, y si lo hace hoy, que lo harás, espero que lo hagas mientras duermo que no me duela. Será como un viaje pero sin tren, ni maletas, ni gastos. Solo el viaje de un sueño eterno, del que nunca podré despertar. Un sueño que nunca olvidaré…

Para leer con los ojos cerrados. Por Pablo Serrano Almunia

Musa

Ella se despierta con la lentitud que le da saberse eterna. Mientras, él escucha (y canta) la ya mítica canción de Europe: «The final countdown».
< >
Eternamente fijada en unas líneas de tinta ella se mueve. Fijada y fija, y aún así se mueve. El apaga la música y se levanta. Ella está ahí, mirándole. El la mira a ella. Ella le mira como si viera a través de él, como viendo a través del cristal con que se mira. El la mira pero no la ve, o al menos no la ve como los demás seres humanos. No sé si me explico. Los ojos de él no miran hacia delante, no ven lo que tienen ante sí, no ven el detalle sino lo general, están acostumbrados a ver otras cosas. Ella está por levantarse,
pero sigue mirando, indecisa. Las musas son así. Su presencia llena nuestro universo, y su ausencia también. El es el escritor, luego debe ver lo que otros no ven. El ve de todo donde otros no ven nada. El no ve nada donde otros ven de todo. Los escritores son así. Ella tiene una pregunta en los labios. Y la suelta:

-¿Hace el escritor a su musa, o es la musa la que hace al escritor?
– No sé-, dice él.
– Quiero decir, ¿te hiciste escritor al encontrar a tu musa o la encontraste
por ser escritor?
-No sé. Sólo sé que eres mi musa.
– Músame- dice ella.

El la musa. Comienza a escribir por ella, para ella, sobre ella, al lado de
ella. Su musa lo mira, decidida a quedarse a su lado para que él escriba.
Ella anda en las palabras, que siendo (y estando) fijas, la hacen andar y
moverse, con la lentitud de saberse eterna, en la mente de quienes leen. Las
musas son así. Pueden no decir una palabra, y sin palabras decirlo todo. Mi
musa se sabe escrita (y descrita). El escritor lo ha dicho todo. Mi musa
empieza a leer el relato. Se acabó la cuenta atrás. Abran los ojos.

Pablo Serrano Almunia

EL TESTARROSA por Francisco de Borja GUTIÉRREZ

¡Qué calor hacía en Madrid¡ Yo era la diosa Cibeles montada en un Ferrari Testarrosa absolutamente rojo, por supuesto…En mi barrio de Chueca, venga a ir de arriba para abajo parando a saludar a todo el mundo. Unos me miraban con envidia lasciva no sé si por el sinónimo de coche guapo tías a mogollón y otros me veían con la sana alegría de verme montado en ese bólido para nada que ver con el Neng, juas juas..La gente me invitaba a echar un traguito y venga a culearme de allá para acá “ ¡ Cómo mola, Javierito, ¿ eh?, sí, cómo mola el carro..”. Pero qué pesaos, si yo no tenía ganas de ná, y Javierito por aquí, Javierito por allá, qué hijos de puta…¡ cuando antes pasaban de mí como de la mierda¡. Incluso me daban con la mano personajes que no me podían ver para nada, ..simplemente por el hecho de ser un fotógrafo de relativa fama porque por ejemplo en cuanto a parné, me duraba en la cartera menos que una piruleta en el pupitre de un niño…Yo a todos quería mandar al carajo, porque estaba en el cenit del mundo, me sentía dueño de la situación y nada me afectaba.
En medio de todo ese follón me dio por pensar, sí, raro en mí pero pensé: “ Coño, ese tío me ha traído una suerte de cojones..a la larga me ha venido de puta madre enrollarme con él..Y es que los caminos del Señor son inescrutables, por dios, y nada más que le dije que me ayudase en lo que pudiera dado el mal momento financiero que estaba pasando por la hipoteca, los nenes y esas cosas que todos sabemos, no sólo me abrió un estudio en el Paseo de la Habana sino que además de regalarme el Ferrari Testarrosa por supuesto, faltaría más, a tal señor tal honor, se encogía como un niño cuando le acariciaba tiernamente su piel, diciéndole al oído: “Nene, tú vales mucho ¿ sabes?”

Y es que no hay nada mejor en la vida que decirle a quién crees que te ama lo que quiere oír después de haber pasado una infancia llena de maltratos, una juventud penosa de sensaciones y una madurez falta de futuro..Ya se sabe que el dinero no hace la felicidad completa..aunque ayuda a conseguirla

Yo es que soy así ¿ me comprendéis?…


por Francisco de Borja GUTIÉRREZ

Caballeros, señores y señoritos. (por Sextavoce)

Caballeros

Los caballeros a lo largo de la historia,cierta o novelada, siempre aparecen desde la edad media como hombres fuertes, luchadores y valientes al servicio de una causa justa; un ideal que debía atemperarse por la clemencia y la generosidad, apartando el interés personal y tratando de buscar la sabiduría capaz de distinguir entre el coraje y la estupidez.
Hay muchas cosas que requieren de un término medio; para un caballero la lealtad no es una de ellas.
A veces el camino más difícil consiste en buscar lo correcto, imbuir de sentido las decisiones más difíciles en todos los ámbitos de la vida. No se puede ser caballero a tiempo parcial.
La búsqueda del equilibrio entre el poder real que se tiene y como emplearlo al servicio de ese ideal, que posiblemente no se alcance nunca, pero que solo el honor de servir y esforzarse por él, otorga sentido a toda una existencia.
Los caballeros representan hombres fuertes no solo en el dominio de las armas, la diplomacia y el léxico sino en el dominio de si mismos. Y esa fortaleza no necesita elogios propios, muy al contrario, un verdadero caballero jamás se jactará de sus logros sino que alabará las contribuciones de los demás al mismo, otorgando los méritos que a cada uno corresponden. Un caballero, pudiendo ser dueño, sirve y ese es su orgullo y su grandeza.
Últimamente el panorama está huérfano de estas figuras legendarias.

Señores, amos, dueños, que sin poder real ni fortaleza alguna desparraman de estupidez visceral su entorno, jactándose de sus pobres méritos y exigiendo siempre algo a cambio de sus dádivas. Sin más ideal que el poder y el interés personal, viven del trueque (económico o emocional) la mentira y el engaño con un barniz caballeresco tan burdo y endeble que apenas rozando un poco la superficie, se descubre la verdadera esencia del señoríto (señoritingo) que llevan dentro.
Un caballero ama y luce el pañuelo de su dama sin demandar correspondencia. Un señor exige.
Los tiempos cambian y los caballeros también, pero no en esencia, sino en empeño.
Insisto, solo puede llamarse caballero aquel que sirve una causa noble y porta con orgullo su estandarte, llevando en el corazón a una dama.


Sextavoce

ALONE (por Ketsya)

alone in the park

Hoy es uno de esos días en los que te despiertas, como cada día, y
miras el cielo. Está el sol si, pero tapado por alguna que otra nube
que no le deja dar todo el calor que le procede. Y decides que hacer
durante todo el día, notas que empezará a llover de un momento a otro.
Te pones en el centro del cuarto y comienzas a echar un vistazo a todo
lo que te rodea. Ves la radio, cuantas horas muertas escuchando
canciones, noticias, novelas… Estaría bien recordar aquellos tiempos
en lo que solo existía la radio como único medio de comunicación.
Enciendes una de esas cadenas que ya todo el mundo tiene olvidadas,
que sorpresa… está sonando vuestra canción. Bueno rectificas, lo que
era vuestra canción, hace dos meses que ya no hay nada vuestro en
conjunto. Decides apagar el aparato de radio, demasiados recuerdos.
Suspiras y vuelves a echar otro vistazo alentador, cargado de
recuerdo, a la habitación. Aha! Ves la estanterías de tus libros,
perfectamente ordenados por orden alfabético de la «A» a la «Z» y por
orden de tamaño, de mayor a menor. Ahora lees un libro bastante
interesante de Valérie Valére, no estaría mal leer un poco eso
despejaría de tu mente los recuerdos que te ha hecho refrescar la
radio. Bueno era otra de esas ideas buenas que al final ha sido casi
peor que la radio. El capitulo comenzaba con un beso apasionado de dos
personas enamoradas y terminaba con una reconciliación en toda regla.
¿Qué hice al mundo para que pase esto? Piensas y sigues recordando
aquellos buenos momentos, lo momentos que has vivido con el y que te
lo han reflejado los nuevos cuatro capítulos que has leído en tu
libro.
Otro suspiro hondo, y comienzan a caer las primeras gotas de agua,
como predijiste. Andas por el pasillo de un lado a otro, pensativa
intentando evadir los recuerdos de tu mente. ¡Ya lo tienes! La
televisión será un gran entretenimiento, eso te hará olvidar el dolor.
Te sientas en el sofá, te acomodas y coges el mando. Empiezas a pensar
que podría haber a esas horas en la televisión, pero no tienes ni
idea, podría haber tantas cosas… documentales, series, noticias,
anuncios… Pulsas en número dos en el mando y ves dos amantes
abrazados, cambias rápidamente antes de que los recuerdos vuelvan a
invadirlo todo. Número cinco, perfecto alguien le dijo a otro alguien
te quiero, cambias con la misma rapidez que antes o incluso más aún.
Haces un zapping ligero pero la televisión también está en contra
tuya. Todo son caricias, amor, te quiero.
Recuestas tu espalda sobre el sofá y no hay más remedio que recordar
aquellas tardes, las noches, sus labios y las palabras tan bellas que
te decía mientras miraba tus ojos perplejo y te pronunciaba un te
quiero suave y profundo…

= Reflexiones en una tarde de verano =

** La soledad es estar rodeado de mucha gente, pero no con quien
desearías estar**

the river