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VIII Certamen de Narrativa Breve 2011

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136- Dependiente. Por Enfuria

En el hastío de la desidia, sin un solo atisbo de aliento, me pongo a tus pies, para recordarte cada día el número de la llave que tiene mi celda. Si quieres me espero, aquí parada sin hacer nada, simulando que no entiendo tu lenguaje, con el único fin de pasar de ser un número a una letra. ¿No hay una sola canción que me lleve a ti? No hay un viento tan fuerte que empuje a tu espalda, para convertirme al menos en tu lastre, en tu carga, en tu caspa.

Me cuesta tanto darme cuenta, del tiempo perdido, de las dudas que has dejado incipientes en mi mente. Ya no queda nada en este espacio, solo el silencio llena los rincones, y las voces de fondo no se oyen. Tu indiferencia, afilada y gélida me abrió las sienes, segmentó mis sesos y los arrancó, para esparcirlos luego a los animales rapaces. Ya no hay suspiros ni preguntas indelebles, nimiedades hirientes que al menos me hacen soportar la exigencia de seguir viviendo, al menos a través de lamentos descuidados. Ya he perdido la noción de conciencia y se me olvidó respirar. No hay olor, perdí el olfato, creyéndome capaz de adivinar los perfumes que se apuntaban sobre mí sin sentirlos. No queda oxígeno, solo hay gases que oprimen mi respiración dejándome sin pensar que me ha faltado para recompensar tu desidia. Ya no tengo estrategias para responder a tus desprecios, y llamar tu atención sin sonidos. Hoy no ha muerto todavía ayer, sigue intermitente queriendo desaparecer sin hacerlo, dejando de ser gris y sin poder ser oscuro o incoloro. Ya no hay más que sombras que me siguen persiguiendo con los recuerdos punzantes que un día creía que habían desaparecido, pero que siguen vivos, ambulando como ánimas desesperadas, regalándome insultos, que me sirvan de diadema.

Hoy eres un cuento imaginario, una torre de arena construida y destruida por las mismas manos. La música vuelve a destruirme el corazón pasándome por encima como una aplanadora. Ya  no tenemos espacios compartidos, ni si quiera hay espacios distendidos. Hemos despegado del cemento, y ahora no hay masilla que nos obligue a permanecer de pié. Somos un recuerdo perdido, una insulsa canción que se queda sin letras. Y ahora estamos deseando no vernos, no cruzarnos las miradas, no sentir el agobio de agobiarnos. Hemos despreciado este mundo en que vivimos, acercándonos a otro para el que ya no nos queda energía.

No sé quien eres. No sé si a quien tantas veces pregunté, se ha extirpado el iris de su mirada, porque ahora no me ve, no me mira no me siente. No sé quién fuiste, porque las dudas han borrado las imágenes, y ya no me quedan otras sino las nuevas. No consigo ver las sonrisas de tu rostro, parece que  nunca han existido, solo existe hastío, y desprecio insonoro. No se quien soy porque he dejado de existir, desde la primera caída, cuando tus labios han buscado y encontrado a otros labios en las noches, sin rozar si quiera los míos. No sé quien soy, porque ya no respiro como lo hacia antes, he dejado de tener olor, sin saber muy bien en qué me he convertido. Ahora me he entregado al desprecio humano de no mirarme en los reflejos de los silencios que me dejaste. No se quién seré, si no puedo ser el animal que es abandonado y apaleado por su dueño. Me he quedado dormido, en un charco de barro que tú me dejaste. He querido morirme  cincuenta veces y no he podido, solo he absorbido tu detestable juicio, y lo he convertido en mi credo. He sentido el martillo de tus palabras día tras día, sin ni siquiera recordar mi piel ensombrecida.

Hoy he perdido la visión, y no se ha ido de mí lentamente, sino al instante. Me convertí en invidente por decisión propia, y no he tenido valor para arrancarme los ojos y tirarlos al río, me creía mas capacitado para la autodestrucción, pero he decidido pegármelos para no verte, cosiéndome las pestañas, cada vez que se me acerca tu figura.

Dios ha sido tan cruel como suele serlo, me ha empujado a encontrarte, sin llamarse destino, y me ha engañado haciéndome ver la corrección de ese encuentro. Me ha obligado a prescindir de las personas que algo me han querido, porque yo no he sabido más que mirar por un agujero que tenia tu nombre. El me ha negado tres veces, antes de que yo lo hiciera por el. La parábola no se ha cumplido. Él, ha sido mi “judas” y me ha traicionado, porque te puso en mi camino, de nuevo, obligándome a tenerte. Me ha obligado a necesitarte cuando ya te habías ido, antes de que si quiera llegaras. Dios ha dejado de llevar mayúsculas, como me han enseñado, porque me ha visto caer al suelo tantas veces y ni una sola me ha levantado, ni siquiera cuando le rogué tantas veces, que me quitara de en medio, para que pase a desear, sin intenciones, tu muerte, cada día que ha pasado desde tu partida.

He sentido la soledad, que se ha convertido en la dueña de la llave de la cárcel en la que vivo, dándome solo paredes, humedad y silencio. Los lugares que ocupaste aún quedan intactos, porque he apaciguado cada uno de los gritos que salieron aquella vez que no volviste.

He esperado varado en un teléfono si la voz que saliera detrás de cada llamada fuera la tuya, perdiendo cada vez más  el condicionamiento al que me sometió tu estancia, cuando al día era mas de treinta veces las que sonaba, ya aparecía escrito tu nombre en la pantalla.

Siento la necesidad de despedirme, quiero deshacerme de tu recuerdo, y observo con deseo los objetos punzantes. Tú me has llevado a adorar los elementos afilados. He aprendido a odiar a la cantante que más te gustaba, el perfume que más querías y el lugar que más ansiabas. Ahora todo ello esta asociado con el dolor, y me duele cuando lo veo, lo huelo, o lo siento de cerca.

Aún no he terminado, me muero, sin morirme, porque aún respiro, aunque no quiera. O tal vez, ya haya muerto, pero aún te oigo. No puede ser éste el infierno, porque no he tenido oportunidad para elegirlo. He roto los lazos con mi familia, y soy antisocialmente asocial desde que te he conocido. Pero ahora solo existe el silencio, me quedo sin palabras porque me las tragué todas, y me hice dependiente del deseo del cáncer de tu voz.

Ahora, soy el recuerdo de un desencuentro, que el destino me empuja a seguir pronunciando. Vivo sin vida desesperada por los esputos que me producen tu indiferencia, tu gélida y afilada indiferencia, que me desgarra convirtiendo en sangre mi único alimento del día. Soy quien tú quieres que sea, me arrastro para llegar a serlo, y cuando llego a tus pies, consigo mi dignidad deslizante, porque dejé de ser humana desde hace tiempo.

Ya no puedo respirar sin levantar del suelo mis pies, y soy la esclava de cada día. No conozco el credo de tu nombre, porque  al instante deja de ser quien yo que creía que eras, y me miento fingiendo una felicidad desfavorecida. Soy el animal que se queda en la casa esperando los golpes reiterados de su dueña. Y soy dependiente de que no me mires a la cara cuando hablas. Dependiente de que no pienses en mí ni un instante. Dependiente de tu constante desprecio. Dependiente de tus inhumanas miradas. Dependiente del dolor, que tantas veces he confundido con deseo. Dependiente de tu rechazo a mi aliento. Dependiente del iceberg de tus labios. Soy la dependiente de ti. Y espero, sin sueños espero a que alguno de tus días esperes que esté.

Ahora te vas, y me dejas, descuartizando mis últimos alientos. Te vas y te llevas tu olor, que  impregnó cada rincón de esta casa.

Aquí tienes mis vísceras para que se las entregues a los animales rapaces. Ya no hay más palabras regaladas. Aquí solo queda humo. Ya el incendio se ha apagado. No hay más que aire congelado.

Dime dónde se bañan ahora tus sueños, y dónde has perdido tu ropa. Dime qué sientes por dentro, cuando un cuerpo que no es el mío, te acaricia y te toca. Mírame y dime si sabes hablar del puñal que se siente cuando alguien deja de contar contigo.

Te vas y me niegas la necesidad de despertar cada día. Te vas y te llevas la única persona que yo era, dejándome un despojo de otra que no respira, que no habla, que no siente, que no llora, que no suspira.

Te vas, te vas y te vas. Y me dejas muda, desnuda, y muerta.

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6 Comentarios a “136- Dependiente. Por Enfuria”

  1. Jara Maga dice:

    Dependiente y obsesiv@, uff…

    Suerte!

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  2. MOREDA dice:

    MUY BUENA PROSA, UN MUCHO EXCESIVA. QUE MANERA DE AUTOFLAGELARSE, ESPERO QUE NO HAYA SIDO TU CASO AUNQUE PARECE QUE YA LO VIVISTE. SUERTE

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  3. Charlotte Corday dice:

    ¿Habla primeo ella, luego él, luego otra vez ella???? Lo encuentro bastante inconsistente. Tiene trazas de intento de poema puesto en renglones.

    Un saludo.

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  4. Barba Negra dice:

    Algo confuso para mí.
    Un saludo y suerte.

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  5. lupe dice:

    Suerte

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  6. Ambrose Bierce dice:

    Diré una obviedad: prosa poética. Muy trabajado, trasnluce mucho sentimiento por parte del autor/a. Muy sensible. Sobre si cuenta una historia o no, eso irá en gustos. A mi me pareció una serie de reflexiones muy bellas.

    Suerte para el certamen

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