Él era el que de sesgo aparecía en todas las fotos.
Su propia madre echaba la cerradura de la puerta cuando el padre se iba.
Nadie sabría nada, nadie lo hubiera sospechado, si no se le hubiera oído golpear noche tras noche aquello tan pesado en la bañera.
La sangre manaba hacia el agua con el desagüe reventado como un coladero. A ninguno se nos hubiera ocurrido una idea tan descabellada y espantosa en un momento dado: golpear el cuerpo tan rabiosamente hasta hacerlo encajar por aquélla hendidura. Terminó a pedazos con trozos de carne colgando de la rejilla.
A los 9 recuerdo que quiso averiguar la letra y el número de mi casa. Su presencia para mí ya era inquietante. Me siguió hasta la escalera y corrí delante de él lo más rápido que pude. Intenté escabullirme por la puerta de una vecina que salía en ese momento, pero ella olvidó cerrarla. No era tonto y verlo aparecer ante mí sería espantosamente inevitable. Ya a su edad poseía un instinto sobrehumano para la caza.
Físicamente era delgado hasta ostentar unas facciones cadavéricas y le gustaba lucir camisetas negras con dibujos extraños. Su piel era blanca y mortecina como la de un vampiro y tenía unos ojos muy oscuros y unas cejas muy anchas. Verlo aparecer en las fotos era aterrador…
En una que tuve en mis manos y yo estaba junto a mi madre, se podía recortar la imagen en cuatro segmentos. En el más alejado entraba él como un espectro. Se había metido en el cuadro como un intruso y sin embargo miraba fijamente a la cámara como si aquel momento le perteneciera; desafiante, con mirada sombría y tan demoledora que intentar mantenerla delante era un desafío.
En el pueblo solamente él hacía esas cosas… El, y su extraño amigo marco, el joven fotógrafo al que todos conocíamos como “el autista”.
Ambos trabajaban en el jardín de su casa muchas tardes. La madre no salía de la habitación y nunca llevaba encima otra cosa que no fuera aquel camisón negro. Las ventanas de la casa eran tan amplias que desde fuera podían verse los pasillos. Así también la que daba a aquélla parte del jardín, la de la habitación de la madre.
Él la observaba día tras día junto a su amigo Marco anhelando la partida de su padre. Ella paseaba por el dormitorio como una vieja diva del espectáculo sacando y guardando trajes del armario una y otra vez. Trajes que parecía revisar para ponerse luego pero que nunca se ponía.
Finalmente ocurrió lo previsible y el padre tuvo que partir de nuevo. La madre echó otra vez la llave de la cerradura. Aquella noche el estruendo y los golpes hicieron despertar a un pueblo entero. Dos días después el ruido no cesaba, y al cabo de un año hubo que hacer acopio de todos sus retratos para la policía.
Nada de él habría de quedar oculto…
Cuando fui a buscar la foto descubrí que la había recortado con unas tijeras. Hube de sacar los papeles enterrados de todas las cajas, convencida de que jamás recuperaría aquel fragmento.
El terror se apoderó de mí: ¿me harían cómplice?, ¿me acusarían de haberlo querido omitir de nuestras vidas para eclipsar las pistas?, ¿dirían que había fragmentado el retrato intencionadamente?
Miré en el fondo del cubo de la basura…
Las veces que habría querido borrarlo definitivamente del mapa y siempre se colaba insistentemente en nuestras vidas… En nuestras fotos… en nuestras voces y oídos… ¿Había robado otra vez a la mujer de la farmacia?, ¿había hecho pintadas en la puerta de nuestro vecino? Ese afán de destruirlo, de despreciarlo, fue el mayor error de mi vida en aquel momento.
¡Qué irónico el destino y qué cruel! Aquella mosca cojonera que siempre nos rondaba, ese espectro terrible que de una forma u otra perturbaba mi vida, nunca desaparecería del retrato mientras no conserváramos intacta su presencia para la policía. Me sentí tan desafortunada y miserable aquel día que me eché a llorar.
No le condenarían o en el peor de los casos daría con mis huesos en la cárcel junto a él, y todo por mi culpa, por ese absurdo afán de segar abruptamente su silueta de un testimonio clave, el de la foto donde estábamos mi madre y yo…
¿ su madre?
, la bañera y él, el espectro.
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Un cuento extraño, he leído el final varias veces y creo entender que el que habla y el esprecto es la misma persona, ¿no?
Te deseo suerte en el certamen, si quieres leer el mío es el número 27.
Gracias por leerlo. 🙂
Una historia inquietante. Pero, aunque quedan rincones oscuros y uno puede especular sobre los personajes, está bien contada y tiene buen ritmo.
Mucha suerte.
Mi relato es el Nº 41: «El feudo de Ágata»
extraño e inquietante, se puede interpretar de muchas maneras y eso es lo valioso de este relato. felicidades.
Gracias a los dos por vuestros comentarios.
Ágata, voy a leer tuyo.
Un saludo.
¿De sesgo?… Uff… Menuda cursilería sin haber comprendido el significado de la palabra…
Tú sí que eres cursi. Y además cobarde. Por qué no firmas con tu nombre y el número de tu relato, listo. Si haces una crítica destructiva al menos que tenga un poco de coherencia.
Antístenes tiene razón en cuanto al significado de la palabra sesgo, aunque a pesar de ello creo que la mayoría entendemos a qué te refieres. Otra cosa son los modales. Antístenes, he leído muchos de tus comentarios, ¿has leído mi relato?, me gustaría recibir una crítica constructiva tuya, es el relato 52.
Muy buen relato amdex. Y mucha razón tienes. Hay alguien que se dedica a hacer críticas destructivas sin decir quien es.
Significado de Sesgo:
* adj. Torcido, cortado o situado oblicuamente.
* adj. Grave, serio o torcido en el semblante.
El relato tendrá otros defectos, pero para poder destrozarlo primero hay que leerlo y entender el contexto en lugar de limitarse a analizar la primera frase y pasar de largo.
Una historia con varias capas. En sucesivas lecturas y bajo cada una de ellas se van descubriendo rincones nuevos. Yo he necesitado tres lecturas y pico. Tu cuento, con su ambiente y sus personajes sórdidos, me gusta. Suerte, amdex.
Bueno, investigando quién fue Antístenes, un filosofo griego fundador de la escuela cínica, creo que en este certamen está haciendo muy bien su papel…
Gracias por vuestra opinión y vuestra lectura, Luc y Rosa azul.
extraño, inquietante, con muchas interpretaciones, bien escrito. felicidades.
mi relato es el 22, me gustaría le echaras un vistazo
Es de esos complicados que tienes que releer para comprender la historia, pero aún así consigues dalre esa aire misterioso e inquietante. Me gusta la forma en que escoges tus palabras para describir las cosas. ¡Suerte ambidextra!
Estoy bastante de acuerdo con los comentarios de los otros compañeros, has mantenido mi atención hasta el final y eso ya es difícil (me disperso con facilidad). Lo que no me ha dejado disfrutar del todo es una narración temporal un poco caótica; sé que en parte es intencionada para lograr esa intención mistérica que atraviesa el relato pero creo que estaría bien pulirlo un poco para que la virtud no se convierta en defecto.
Mucha suerte.
Inquietante, tenebroso, misterioso, oscuro…
Mucha suerte
Gracias «la ciudad», «ojos oscuros», «seres entrópicos», «Hóskar Wild»…XD. Gracias por leerlo.
Extraño e inquietante es lo que todos los comentarios repiten y ciertamente después de leerlo eso es lo que yo siento. Me encanta. Enhorabuena Ambidextra! Mucha suerte.
Muchas gracias Mendocinio.
Lo he leido dos veces, con dos concluciones diferentes. Me quedo con la segunda relacionando al espectro con un mal recuerdo, imposible de olvidar. Si te interesa, mi cuento es el 128
Lo he leido, pero la verdad es que no me enteré de lo que cuentas. Demasiado complicado para mi mente sencilla. Suerte.
Caótico desde esa primera frase impronunciable: «el era el que…» es difícil de leer, y la primera es la fundamental.
No me queda muy claro lo que querías contar, creo que te has perdido en tu propio relato.
Gracias, «Tango», «Pan» y «Saraiba» por vuestra lectura. 🙂