La historia de mi vida. Por María Nieves Sánchez del Río

«Lo cierto es que ni él es tan malo ni ella tan buena. Acordáos siempre de esta frase.»

Aquella noche, le di rienda suelta a mi sensualidad. Saqué del armario mi vestido más atrevido, dejé los cabellos al viento y me calcé los tacones que me ofrecían mayor seguridad. Bueno, chicos, no podéis imaginarlo porque por esos entonces se llevaba otro tipo de ropa, otros peinados, otros aires…Os preguntaréis porqué. Cómo decirlo…simplemente trataba de impresionarle, de recuperar, de despertar emoción en él. Pobre de mí, que pensaba que con esas pintas volvería a los otros tiempos.
Aquella noche lloré. Sí, lo hice, pero sólo porque disfruto de mis sentimientos y respeto mis lágrimas. Ya sabéis lo que os digo, en los momentos más tristes también hay que armonizar al alma. Sus besos estaban siendo disfrutados por Ana, la chica más popular y guapa de la escuela. Todos pensábamos que no había mucho más que sacar de ella que una cara bonita y un cuerpo de 10, pero eso no restaba importancia al momento. Creo tener guardado aún el anuario por alguno de los cajones de la salita donde tengo colgada mi orla de la universidad, justo al lado de donde guardamos las «Fotografías que hicieron historia» y los libros que escribí.
Aquella noche, mientras las noticias volaban de boca en boca, yo disfrutaba de otra boca. Besos, inteligencia y fotos(desde el cielo), comodidad y respaldo. Ésto es otra historia, que otro día os contaré…
Aquella noche, bueno…no puedo asegurar que fuese uno de los días más especiales de mi adolescencia, pero os aseguro, hijos míos, que fue inolvidable por sus otras cosas.
Siempre os inculqué desde pequeños que hay que sacarle el lado positivo a cualquier circunstancia y noticia. Esa es la moraleja de este capítulo de mi vida. Sé que puede parecer algo violento que os imaginéis a vuestra madre en esa situación con las primaveras que me acompañan, pero haced el esfuerzo.»

Mamá se fue de nuestra habitación y Marcos y yo nos quedamos cuchicheando acerca de una de las anécdotas que nos contaba todas las noches.
A los diez minutos, salió de la cocina y se dirigió de nuevo hacia nosotros:

-«Por cierto, se me olvidaba. Cuando queráis saber la otra versión de los hechos, preguntadle a papá. Él era el otro protagonista de la historia.»

María Nieves Sánchez del Río

Blog de la autora

Marcar el enlace permanente.

Comentarios cerrados.