El reino de este mundo. Por Maite Diloy (Brisne)

«Sólo un tabique de madera separaba ambos mostradores, y Ti Noel se divertía pensando que, al lado de las cabezas descoloridas de los terneros, se servían cabezas de blancos señores en el mantel de la misma mesa»

Cuando uno se enfrenta a Alejo Carpentier por primera vez al menos le sorprende; sobre todo su lenguaje, su forma de contarnos una historia, de meternos dentro de una cultura hasta que la sentimos rozándonos la piel.
En el Reino de este mundo Alejo Carpentier nos sumerge en una historia fascinante, la revolución haitiana, una revolución que fue capaz en 1804 de echar a los blancos de la isla y abolir la esclavitud. Han leído bien, 1804. Fue el primer país que abolió la esclavitud, seguido de México en 1810, Chile en 1811 y las provincias del río de la Plata en 1813. Portugal abolió la esclavitud en 1869, Francia en 1848, Reino Unido en 1833, EEUU en 1863, España en 1865. Así que la revolución haitiana fue un momento histórico importante y relativamente poco conocido. Una revolución que hunde sus raíces en una religión, entre 1791 y 1804 e inspirados por los hougan (hechiceros o sacerdotes vudús) Dutty Boukman y François Makandal, os cabecillas François Dominique Toussaint-Loverture y Jean Jacques Dessalines lideraron la revolución contra el sistema esclavista instaurado en la isla. Estos hougan aparecen en la novela con sus nombres y sirven para que Ti Noel, el protagonista que nos conduce de la mano a lo largo de la novela, nos explique que es el vudú y como influye en su vida. Y esa parte, la de la magia creando vida, la del contacto con la naturaleza, la de una religión desconocida es lo que más me ha gustado. Es dónde me he encontrado con lo desconocido y me he quedado prendada de lo que Carpentier nos ofrece. Mirando desde nuestra insulsa cultura europea me he encontrado con un mundo nuevo, de contacto con una naturaleza que forma parte de la vida. Una religión que lo impregna todo, que llena la novela, que te impulsa a seguir leyendo a Carpentier, pese a sus términos caribeños, pese a que a veces no entiendes todo, es una sensación maravillosamente llevada a sus páginas que nos traslada a un mundo desconocido pero que nos enamora.

El reino está en este mundo. Dentro de él, en sus árboles, en sus raíces machacadas, en las conversaciones con los animales. Y ahí es dónde he pensado que quizá nosotros, más alejados de la naturaleza, nos hemos perdido esa parte, la hemos dejado a un lado y nos perdemos una parte de la vida.
Es un libro, que como todos los grandes, permite varias lecturas, pero a mi me ha dejado esa sensación de pérdida, esa magia desconocida que llena la novela y que yo no he vivido.
Fue la obra que inició el boom de la literatura hispanoamericana, que luego hemos disfrutado en García Márquez y otros, un realismo mágico que llenó el siglo XX. ¿Van a tener el valor de perdérselo?

Maite Diloy (Brisne)
Colaboradora de Canal Literatura en la sección “Brisne Entre Libros
Blog de la autora

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