Estoy harto de que irrumpas en mis sueños, recordándome a cada instante el compromiso que nos une, ya sé que fui yo el interesado, pero que sepas que fue por pura conveniencia el motivo que me impulso a firmar ese maldito papel que te da derecho a consumir casi el total de mi sueldo. Te odio a sabiendas de que tienes el tiempo contando y ya te queda menos, ¿te lo recuerdo? Dos años, ¡dos malditos años de vida! Eso es lo que te queda para dejarme vivir en paz; y sí, ahora recuérdame otra vez que sin ti estaría en la calle. ¡Cállate ya!, déjame dormir tranquilo, todas sois iguales, os gusta torturar, no hace falta que menciones a cada momento que estás ahí. Dos años, dos años para que dejes de mandarme tus miserables cartas firmadas con tu ridículo nombre: “hipoteca”.
María Isabel Pont Pont
(www.tallerliterario.net)