Blues del asfalto. Por Isidro R. Ayestarán


Cae la noche sobre la autopista alumbrada por las estrellas, por los senderos luminosos de mil letreros de locales de ocio, de copas, de citas, de cuartos oscuros que invitan al desfogue anónimo de cuerpos hambrientos y sedientos.

Se tiñen de negro las esquinas de los chaperos, de las putas travestidas de gatas en celo, que maúllan a la luna invocando amores certeros que hagan diana en lo profundo de su mirada.

Redoblan los filos de las navajas de los pandilleros que se matan por un mal gesto, una palabra a destiempo, una moto, una chica… el símbolo de un tatuaje, el trono de su reinado.

Tocan a muerte las campanas de la policía, que arremeten contra el yonqui de siempre: cuatro contra uno, claro. En un cuerpo a cuerpo, con el gobierno no se atreven.

Manifestaciones suspendidas al galope.

Claveles en la boca de los fusiles.

Amores que reclaman legalidad enarbolando la bandera de los mil colores.

Mujeres que lloran al escuchar las llaves de la puerta de su casa. Son sus maridos, sus amantes desposeídos de una propiedad humana a la que humillan y matan.

Y nadie hace nada…

Ni contra el tiro en la nuca.

Ni con el coche-bomba.

Ni con el niño que llora porque tiene hambre y no tiene quien le cante una nana.

… Y todos pisando el mismo asfalto que canta baladas, canciones tristes como la de ese amante que perdió un amor…

al caer la noche sobre la autopista alumbrada por las estrellas.

Y como en una noria,

todo vuelve a girar,

todo vuelve a repetirse.

© Isidro R. Ayestarán, 2008
NOCTURNOS www.isidrorayestaran.blogspot.com

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