¿Y si no lo fuera?. Por Ana Mª Tomás

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Creo que, en mi ya mediana trayectoria de más de quince años como articulista, he dejado más que claro que no soy nada sospechosa de arrimar el ascua a la sardina masculina, sino todo lo contrario, aunque también es verdad que en más de una ocasión me he ganado las iras femeninas por defender a hombres a los que, siempre desde mi personal visión, me parecía que habían sido manipulados por alguna mujer.
Dicho esto, he de añadir que, como mujer, detesto y condeno con todas mis fuerzas a los tipos capaces de violar a una mujer, o de intentarlo, o de pretender lograr cualesquiera tipos de favor a la fuerza, tanto la bruta como esa otra más sibilina y silenciosa pero igual de censurable como es la psicológica o la que emana del “poder”. Sin embargo, en todo esto del escándalo del Director del FMI… hay algo que no termina de cuadrar. Y no, no se trata de que fuera él mismo el que llamara al hotel para reclamar el olvido de su teléfono móvil, hay que ser gilipollas para hacer eso y avisar de tu ubicación después de cometer una violación. Un tío que rige los destinos del Fondo Monetario Internacional puede ser un salido pero me cuesta creer que sea un imbécil. Tampoco es porque semanas antes él hiciera unas declaraciones en donde manifestaba su preocupación por sentirse espiado y temiera que alguna mujer pudiese organizarle un pifostio como este, aunque eso sigue sumando indicios a su favor. Ni siquiera es porque yo pueda desvincular el hecho de ser un mujeriego con el de ser un violador… No. No se trata de nada de eso.
Se trata más bien de empatía. Sí, de empatía. Puede sonarles muy extraño pero la empatía es la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona. Ya, ya sé que es de manera psicológica, pero yo la llevo también a la física. Me pongo en el lugar de una mujer de treinta y pocos años, vestida, frente a un mindundi -no me negarán que no es ningún hombretón- desnudo. A ver, si él salía del baño, ella bien pudo intentar salir de la habitación, pero aun cogiéndola el desaprensivo, nada dice el atestado de que la amenazara con más armas que el pene. Según la escalofriante declaración de la víctima a la que se le han encontrado restos de ADN del tipo -no se especifica dónde- él la obligó a realizarle una felación. Y, miren ustedes, con una pistola, una navaja, unos cuantos tíos ejerciendo la fuerza bruta, un descampado, un peligro inminente… no sé…, pero vamos, en determinadas circunstancias en las que una mujer no se puede defender, las violaciones son moneda de cambio y durante siglos las mujeres las hemos sufrido, por eso, precisamente por eso, porque me parece una de las cosas más horribles que pueda sucederle a una mujer, no me gusta que se manipule o que pudiera llegar a utilizarse sin que fuera cierto. En las circunstancias que se describen, en un hotel en donde seguro alguien puede oírte gritar, a mí me “obliga” un tío desnudo a que le haga una felación y le dejo el pene como una flauta travesera, vamos, como si lo metiera a la picadora de carne. Y me hago un tambor con sus escrotos. ¿Esta chica no sabe que una patada en los huevos o un buen retorcimiento de los mismos le hubiese dado el tiempo necesario para salir pitando?
¿Que pueda ser un complot, una conspiración para vengarse de él? Pues lo han bordado. Quienes hayan sido conocen los textos clásicos y saben que a Aquiles sólo se le pudo vencer por la parte débil de su tobillo. Este hombre tenía, como todos, también su parte débil y no precisamente en los pies.
EEUU sigue con su manera “peculiar” de impartir justicia, Dios nos libre, que se lo digan, si no, a la española, que lleva años en una de sus cárceles sólo por atreverse a ir hasta allí para reclamar a su hijo, a quien la justicia española había otorgado la potestad.
En un mundo tan desigual donde en un lugar una mujer puede ser lapidada por ser violada, manda huevos, y en otro puede hundir al más alto mandatario por intento de violación, obviamente, prefiero el segundo de los lugares, pero a ser posible que se le hunda con todo el peso de la justicia si es culpable, pero… ¿y si no lo fuera?
Asociación Canal Literatura
Ana Mª Tomás Olivares
Blog de la autora

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