I
Le advirtió al acusado no acercarse a ella,
advertido empero, no hizo caso de ello
ahora cual vil plebeyo
encara de la dama una querella
II
Ante el Juez ella lo acusa
de un robo de besos descarado,
delito por el cual el acusado
no antepone ninguna excusa
III
Sin embargo él en su defensa alegó
que en mas de alguna ocasión
la ingrata también le robó
no solo sus besos, no,
si no también su corazón
IV
Con vehemencia igual reclamó
que en su acciones nunca vio
el delito al que se exponía.
Es cierto –dijo- le robé algunos besos,
pero es cierto también que en esos
todo mi corazón ponía
V
Señor Juez – indignado exclamaba-
si hay justicia y existe la razón,
que devuelva entonces ella mi corazón
donde antes de conocerla estaba
VI
Ante sincera y dramática exposición
en litigios amorosos nunca visto,
el Juez después de meditar estaba listo
para zanjar tan compleja situación
VII
y pensando en un juicio justo
en apego a la razón,
el togado en tono adusto,
esta sentencia dio:
“Devuelva el acusado los besos que robó
y la dama le regrese su corazón”.