Me consuelo en momentos de reparos
imaginando un mundo en transferencias.
Estrellas, lirios, y hasta flores muertas
llegan a rehacerse en lo logrado.
Es inútil divagar lo que se ha ido
un viento en sutilezas esfumado.
Ya que el todo se forjó en el uno,
y al uno regresará, substanciado.
El final es comienzo de principios
lo prueban científicos y legados.
Argumentos del mundo metafísico:
―lograr poder unir lo separado―.
Pensemos que podría ser de la noche
si no se transfiriera en alborada.
Y de dónde saldrían todas las nubes
si las olas del mar no las formaran.
Cómo puede ocultarse la silueta
entre sombras, si el sol no diera brillo.
Y cómo puede un simple y triste niño
ser un bardo con musas y sirenas.
Cómo logra formarse una planada
si la erosión la cumbre no consume.
Cómo el ave que en vuelo al nido acude
fue un pichón escondido en la hondonada.
La risa no puede llegar de súbito
si seriedad el rostro no impregnara.
Y las flores no asoman sus capullos
si primero los tallos escaparan.
Lo que llegó a ser astro, fue el polvo
celestial, del que todos nos formamos.
De allí que hombre, agua, tierra, y polvo
un día a brillantes astros regresamos.
Por eso cuando veas crecer a un hijo
piensa en los augurios que él forjara.
Celebra el juicio que le dan los años
y las sombras que nublan su mirada.
Cuando un amante parta no te ofusques
con aparatosos llanto en ventanas.
Recuerda la experiencia del disfrute
y así retén aquello que él dejara.
No te desgarres por seres perdidos
y conserva, practica sus consejos.
Que sus vidas transfieren de las lozas
a los azahares, rocas, y riachuelos.
Y en momentos cruciales de la vida
cuando el último suspiro exhalaras,
recuerda que en los astros está escrito:
― Final es transferencia, realizada―.