
Siempre pensé que tía Dora tenía que existir y por esto he tratado de encontrar a menudo alguna prueba de ello en nuestro piso de Joaquín García Morato. (más…)
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El invierno, como cada año, llegó con sus fuertes temporales. Había días en los que el viento soplaba tan fuerte, que nadie se atrevía a salir a la calle, como si el fenómeno marcase un toque de queda que obligaba a los vecinos a recluirse dentro de sus cuatro paredes. (más…)
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Llueve. Detrás de los cristales llueve y llueve. Mientras, mi corazón sonríe, y mis lágrimas se confunden con las gotas de agua que caen por la ventana. Parece una contradicción y, sin embargo, ese es el sentimiento que me embarga. (más…)
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Esta es noche de perros. Perros como yo. Yo no ladro, pero muerdo. Venid, venid a por mí. (más…)
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Deambulo por el centro de la ciudad, perdido, mareado, rebotando contra los postes y las paredes como una bola de pinball. (más…)
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-Te parece poco. Me has robado la vida.
Voz cavernosa de Linda que se escucha con la pantalla envuelta todavía en un fundido negro. (más…)
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Todo empezó de mañana cuando el autobús enfiló las Rondas. Las soberbias avenidas repletas de arboledas frondosas, ceñidas por amplias aceras. (más…)
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El joven caminaba enérgicamente por el camino polvoriento, acalorado y con la boca seca, escudriñando el horizonte , donde aparecía la ciudad blanca recortada contra el cielo anaranjado. (más…)
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Miró hacia arriba. La lluvia arreciaba; el aire invernal soplaba con fuerza, moviendo las copas de los árboles, que lucían tímidamente, por todo adorno, sus últimas hojas de color chocolate. (más…)
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—¡Un castigo! Cuando vi la estación espacial, con su forma de C, pensé: “C, C de castigo, ¡un puto castigo!” (más…)
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