Sinopsis |
Desde los
primeros textos hipocráticos
pasando por Heráclito o Pascal,
Lichtenberg, Joubert, los
románticos alemanes o Nietzsche,
hsta llegar a Juan Ramón Jiménez
y Bergamín, la tradición del
aforismo ha sido grande y
espléndida en la literatura y se
ha mostrado más que como un
género, como la forma más
depurada del pensar poético, una
dimensión figurativa del
pensamiento (así la llamó el
maestro Bergamín) cuyo destino
no es otro que establecer un
diálogo amoroso con la
incertidumbre. Entendido como un
género minoritario, el aforismo
es, sin embargo, una disciplina
que ha enamorado a innumerables
filósofos y poetas, expresión
del pensamiento líquido,
minuciosa, paradójica, a veces
escondida en otros textos y en
demasiadas ocasiones orillada en
la clandestinidad literaria.
Con Electrones de Carlos Marzal
inauguramos esta nueva colección
que quiere contar con los
mejores cultivadores del género
y que aspira a ser un referente
ineludible de la literatura
aforística en el panorama actual
de las letras españolas. |
|
|
|
|
Comentarios en prensa: FERNANDO DELGADO
en Levante-EMv.com
"He agradecido mucho en
estas fiestas el regalo de un libro de aforismos: Electrones, de Carlos
Marzal. Aparece en él el indiscutible poeta que es su autor, el creador
de una novela, Los reinos de la casualidad, que está llena de los
mejores aforismos, y el cultivador de este modo de reflexión en el que,
en su caso, la inteligencia y su expresión están por encima del ingenio,
sin que el ingenio falte. Es el aforismo un género que participa de la
filosofía y de la poesía, de la inteligencia y del ingenio a partes
iguales, y que encima tiene el don de la brevedad y de la llaneza.
Además, aunque se ha tenido siempre por un género minoritario, nadie
puede descartar que en un nuevo contexto cultural las cosas cambien.
Ahora mismo, se podría pensar que el aforismo es un género muy
cultivado, si no fuera porque confundirlo con la simple ocurrencia, que
es lo que suele darse con más frecuencia en la vida pública actual, son
ganas de ser idiota sin contemplaciones. Y más de idiotas aún tomar por
aforismos las numerosas chorradas navideñas que se reciben en los
móviles o en los correos electrónicos, después del esfuerzo por
sorprender con originalidad que hacen algunos de los comunicantes. En
todo caso, tratando de buscar el efecto positivo de esa afición popular
tan extendida, con sus pretensiones de originalidad, he llegado a pensar
que con el aforismo, por su brevedad, por la apariencia de una lectura
sin esfuerzo, muy apropiada para el tiempo de la prisa y el discurso
sintetizado, tal vez hayamos dado ya con el género del siglo XXI: una
literatura para vagos.
Así que hay razones, además, para celebrar que con este libro de Marzal
se inaugure en Granada una colección de libros de aforismos, Cuadernos
del vigía, que podría encontrarse con muchos lectores, sobre todo de
esos lectores de poco tiempo para pasar páginas, convencidos muchas
veces de que algunas de las cosas que nos pasan ocurren por la falta de
tiempo que tenemos para pensarnos. No conviene dejar de leer en este
punto a Marzal: «Para vivir hay que pensar lo justo y detenerse a
tiempo, y así poder ser justos con el vivir». Y también para reírnos de
nosotros mismos, que no sé por qué percibo una cierta sonrisa interna
entre los aforismos de Marzal. Una sonrisa como la que él describe: «La
sonrisa es la risa sin el lastre de tener que reír».
Pero en días como éstos, cuando empieza un año, y cuando uno se quiere
sustraer al paso del tiempo y sus efectos, y cae irremediablemente en
eso, no sé si para la costumbre de pensar en el tiempo y entrar en la
melancolía lo mejor es que a uno le regalen un libro con aforismos de
este tipo: «El pasado acostumbra a esperarnos siempre, sólo que por
detrás». Hay muchas otras reflexiones que hubieran podido servir para
los escasos en imaginación, pero inteligentes al seleccionar, para
felicitar a sus amigos. Yo mismo, de haber recibido antes este regalo
navideño, hubiera seleccionado para felicitar el año ésta: «Lo malo de
todas las averiguaciones de la edad es que llevan su tiempo».
|