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Autor: Carlos Marzal
ISBN-13: 9788495430281
ISBN-10: 8495430282
Editorial: CUADERNOS DEL VIGIA
Páginas: 56
Año Edición: 2007
Soporte: LIBROS
Idioma: castellano

Precio: 10,00€
 


 
Sinopsis
 
Desde los primeros textos hipocráticos pasando por Heráclito o Pascal, Lichtenberg, Joubert, los románticos alemanes o Nietzsche, hsta llegar a Juan Ramón Jiménez y Bergamín, la tradición del aforismo ha sido grande y espléndida en la literatura y se ha mostrado más que como un género, como la forma más depurada del pensar poético, una dimensión figurativa del pensamiento (así la llamó el maestro Bergamín) cuyo destino no es otro que establecer un diálogo amoroso con la incertidumbre. Entendido como un género minoritario, el aforismo es, sin embargo, una disciplina que ha enamorado a innumerables filósofos y poetas, expresión del pensamiento líquido, minuciosa, paradójica, a veces escondida en otros textos y en demasiadas ocasiones orillada en la clandestinidad literaria.
Con Electrones de Carlos Marzal inauguramos esta nueva colección que quiere contar con los mejores cultivadores del género y que aspira a ser un referente ineludible de la literatura aforística en el panorama actual de las letras españolas.
 

Comentarios en prensa: FERNANDO DELGADO  en Levante-EMv.com

"He agradecido mucho en estas fiestas el regalo de un libro de aforismos: Electrones, de Carlos Marzal. Aparece en él el indiscutible poeta que es su autor, el creador de una novela, Los reinos de la casualidad, que está llena de los mejores aforismos, y el cultivador de este modo de reflexión en el que, en su caso, la inteligencia y su expresión están por encima del ingenio, sin que el ingenio falte. Es el aforismo un género que participa de la filosofía y de la poesía, de la inteligencia y del ingenio a partes iguales, y que encima tiene el don de la brevedad y de la llaneza. Además, aunque se ha tenido siempre por un género minoritario, nadie puede descartar que en un nuevo contexto cultural las cosas cambien.
Ahora mismo, se podría pensar que el aforismo es un género muy cultivado, si no fuera porque confundirlo con la simple ocurrencia, que es lo que suele darse con más frecuencia en la vida pública actual, son ganas de ser idiota sin contemplaciones. Y más de idiotas aún tomar por aforismos las numerosas chorradas navideñas que se reciben en los móviles o en los correos electrónicos, después del esfuerzo por sorprender con originalidad que hacen algunos de los comunicantes. En todo caso, tratando de buscar el efecto positivo de esa afición popular tan extendida, con sus pretensiones de originalidad, he llegado a pensar que con el aforismo, por su brevedad, por la apariencia de una lectura sin esfuerzo, muy apropiada para el tiempo de la prisa y el discurso sintetizado, tal vez hayamos dado ya con el género del siglo XXI: una literatura para vagos.
Así que hay razones, además, para celebrar que con este libro de Marzal se inaugure en Granada una colección de libros de aforismos, Cuadernos del vigía, que podría encontrarse con muchos lectores, sobre todo de esos lectores de poco tiempo para pasar páginas, convencidos muchas veces de que algunas de las cosas que nos pasan ocurren por la falta de tiempo que tenemos para pensarnos. No conviene dejar de leer en este punto a Marzal: «Para vivir hay que pensar lo justo y detenerse a tiempo, y así poder ser justos con el vivir». Y también para reírnos de nosotros mismos, que no sé por qué percibo una cierta sonrisa interna entre los aforismos de Marzal. Una sonrisa como la que él describe: «La sonrisa es la risa sin el lastre de tener que reír».
Pero en días como éstos, cuando empieza un año, y cuando uno se quiere sustraer al paso del tiempo y sus efectos, y cae irremediablemente en eso, no sé si para la costumbre de pensar en el tiempo y entrar en la melancolía lo mejor es que a uno le regalen un libro con aforismos de este tipo: «El pasado acostumbra a esperarnos siempre, sólo que por detrás». Hay muchas otras reflexiones que hubieran podido servir para los escasos en imaginación, pero inteligentes al seleccionar, para felicitar a sus amigos. Yo mismo, de haber recibido antes este regalo navideño, hubiera seleccionado para felicitar el año ésta: «Lo malo de todas las averiguaciones de la edad es que llevan su tiempo».


 

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