16. EL fracaso

Aquel hombre cometió un error imperdonable, movido de buena
intención creyó evitarme unas horas de dolor… y lo que consiguió fue impedirme el acceso a milenios de gloria.

Hoy, varios siglos después, yazco en esta tumba olvidada, azotada por la lluvia y el polvo, y dentro de muy poco desfigurada en el paisaje que inexorablemente me absorberá.

La conciencia de lo que soy y de lo que pude haber sido, ese sentimiento de frustración que a todos nos pasa alguna vez, es en mi aun mucho más intenso, un dolor casi fisico atraviesa mis pobres despojos.

Mi infancia fue todo lo feliz que pudo ser en aquella epoca donde desde muy niño compaginába el aprendizaje de las escrituras con el trabajo auxiliar que le prestaba a mi padre el constructor, en las mil tareas necesarias, fabricando argamasa o el barro para hacer adobes, aserrando maderas para las vigas de la techumbre, acarreando agua, matando la cal viva….. un trabajo agotador para un niño de corta edad.

Fui madurando y abriendo los ojos a la realidad de nuestra vida, de nuestra cruel y rígida religión, donde la amenaza y la cólera de dios imperaba, las castas sacerdotales autocomplacientes solo servían al interés de su propio colectivo, impidiéndonos hasta pensar en otras alternativas a nuestra vida salvo las dictadas por ellos en su fanatismo.

Ya en edad madura, renuncie para siempre a los cánones de una vida como los hombres de mi tiempo, nunca quise formar un hogar ni tener mujer o hijos que limitasen mis posibilidades para cumplir mi cometido, que cada vez veía mas claro y nítido y que con una gran fuerza me atraía hacia él.

Me sentí llamado a más altas instancias, una voz interior me decía que el mundo debía cambiar, que lo que teníamos no nos bastaba para saciar nuestra voracidad del alma, en mis sueños un ser divino me hablaba de que era necesario hacer profundos cambios en el espíritu de los humanos, que yo era el elegido para difundir esos cambios entre las gentes, y preñarles del viento fresco de la nueva doctrina. Intente hacer comprender a los hombres que aquellas Escrituras que nos hablaban de un dios vengador, no eran las mas adecuadas para alcanzar la perfeccion moral que necesitaban para su desarrollo espiritual: Muchos quisieron ver en mi un aspecto más material para alcanzar sus ansias mundanas, su liberación de la opresión extranjera, cuando yo solo quise trasmitirles un mensaje de amor y de fraternidad.

Hoy, reposando en esta, mi ultima morada, sé que he fracasado, que los hombres olvidaron mi mensaje y por tanto, mi vida fue en vano, es curioso que un extraño, un extranjero sin conciencia de lo que me estaba haciendo, pudiese hacerme tanto daño.

Al envejecer, mis amigos y compañeros uno a uno, fueron despareciendo, hasta que yo también lo hice. Durante años vi en mi tumba flores frescas colocadas por amorosas manos, gente que venia y ante mí musitaba una plegaria, curiosos que querían saber donde yacía aquel que tantas esperanzas dio…hasta que fueron dejando de venir y hoy ya nadie me visita..

Maldito seas para la eternidad Poncio Pilato, gobernador plenipotenciario de Judea, tu indulto librándome de la crucifixión y por tanto del martirio, me condeno al anonimato eterno, mi nombre no será conocido por el mundo futuro, mi mensaje se perderá como el de tantos otros, ¿Acaso no supiste ver en mi que yo ansiaba mi muerte en la cruz?, ¿Que era la meta de toda mi vida? ¿Que fue la consigna que dios mi padre me dijo que cuidase mas especialmente? ¿Que el hombre solo recuerda de un modo perdurable a los mártires?.