Harta del resentimiento que callejea por doquier.
Harta del odio visceral de los izquierdosos avalado por la demagogia de los de derechas, ese matrimonio que nos divorcia, que nos divide, que nos parte en mitades desiguales.
Harta de los gremialistas autosuficientes y para nada obreros que ya no son necesarios en este universo.
Harta del infantilismo político de los últimos años, de la soberbia de ese que nos gobierna como si fuera bien intencionado.
Harta de canales cursi de TV. Harta de telecable.
Harta de las carencias profundas, de falta de ideologías que aparecen y desaparecen de los cielos sin terminar de revelarse ante la humanidad.
Harta de la santurrona cara de Rajoy, aunque ese es otro cantar.
Harta de la mayoría de los políticos locales que pasan por la vida de la política con menos luces que una esquina.
Harta del desamparo de ser ciudadana.
Harta de los que se oponen a todo como si eso fuera un rasgo de inteligencia y compromiso que la gente espera, o como ejercicio de equilibrio mental.
Harta de los que se sienten pasajeros del planeta cuando sólo han salido de su casa.
Harta de que nos involucren en crisis de todo tipo sin comerlo ni beberlo. Harta de la Selección Nacional, roja o azul turquesa no juegue como soñamos.
Harta de que la calidad de vida dependa de un Presupuesto.
Harta de un congreso que no congrega. Harta de la indiferencia. Harta de ser una consumidora final indefensa, de tener apenas la importancia de un voto. Harta de los triples discursos.
Harta ya de estar harta de miserias. Harta de que a la baja autoestima colectiva no esté cubierta por la Seguridad Social.
Harta de que la felicidad no sea una política de Estado o una ilusión óptica que nos haga creer al menos que algún gobierno mira por nosotros de verdad.
Y...Harta de la crisis que no nos deja alejarnos un rato, tomarnos unas vacaciones cortas y distanciarnos de tanto hartazgo.
MARIETA
Julio 2010

