MI BLOC DE NOTAS


CAPITÁN AHAB

Julio Cob Tortajada

 

Cuando el Capitán Ahab y Moby Dick cruzaron sus miradas sobre las montañas acuosas de un mar enfurecido, ignoraban que sus mensajes de odio recrearían una de las mejores páginas del mundo del cine. Moby Dick, la ballena blanca que fue capaz de implantar una pata de palo a su tenaz perseguidor, no estaba hecha para recrearse plácida por las aguas del Pacífico jugando al escondite con ella misma, ni siquiera para ducharse refrescando su grasienta piel. Tenía sed de venganza.

La recuerdo muerta encerrada bajo un toldo lúgubre en una calle de mi ciudad, allá por los años cincuenta. Esparcía aquel hedor oleaginoso aún almacenado en mis sentidos, y mostraba los arpones incrustados en sus costillas, cual mejor señuelo publicitario, gracias al tirón de una película convertida en un clásico del cine. No debía de ser Moby Dick, aunque como tal lo anunciaban, aquel cetáceo momificado. Su mirada tenía un significado diferente, y allí, en aquel cutre recinto, no había nadie de quien huir, como nadie a quien atacar, ausente como estaba la pata de palo de un encolerizado capitán Ahab.

En estos recientes meses de eventos a toda vela, han acudido a nosotros gentes desde todos los rincones de la tierra; algunos lo han hecho por mar, a bordo de sus ricos navíos. No nos debe extrañar pues, que siguiendo sus estelas que parten el mar, o tal vez, debido al calor de las aguas por el inmenso peregrinaje de aficionados a la náutica que nos han visitado, hayan llegado hasta nuestras costas para quedar muertos sobre la arena. Seguro que ignoraban al cojo capitán, mas lo cierto es, que han aparecido cuatro cetáceos en poco menos de un mes en nuestras orillas playeras. El último, en estos días, en la playa de la Malvarrosa, con la ausencia de una mirada inquina en su masa amorfa, pero con la misma pestilencia que perdura en mi escasa memoria ram, emanada de aquel barracón de feria donde me ofrecían engañosamente a la blanca ballena.

Pero llevando sin embargo, adherida a su cuerpo en descomposición, una red, que no sabemos lanzada después de un cruce de miradas fruto de un imperecedero rencor.

Agosto 2007-08-23






 

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