En las inmensas praderas de la baja Andalucía se desarrolla esta
historia donde la “cubrición” del ganado, la “parición” de las vacas, el
acoso, la tienta y el derribo, son momentos esenciales y naturales en la
vida de una ganadería brava, coincidentes con la caída de una vieja y
noble dinastía.
Miramamolín, término reservado en España para los califas almohades, se
convierte ahora en una extensa finca de labor que da refugio a cuarenta
y seis familias, con sus amores, entresijos y pasiones, similar a la
vida en tiempos de los califas que durante quinientos treinta y cuatro
años dominaron aquellas tierras.
Olor a hombre y tomillo recrea el pasado reciente del campo andaluz,
donde todavía quedan recuerdos de la figura del “señorito” teñidos de
nostalgia.
Carmelo Gandarias
Carmelo Gandarias, La Laguna (Tenerife), vivió desde temprana edad en
Cádiz, dónde su padre era Fiscal de la Audiencia.
Su juventud transcurre en Madrid, donde frecuenta ambientes teatrales
hasta convertirse en empresario de la compañía de comedias cómicas de
Pedro Muñoz Seca.
Plasma sobre el papel la visión serena que da la edad. Con 84 años y una
vida entre bambalinas y teatro, entiende el oficio de escritor “como una
reflexión sobre las propias vivencias”, que ha recogido en lo que él
define como una biografía esperpéntica titulada “Principio y fin de mis
cosas”.
|