El día tres de abril era miércoles. Por Yolanda Sáenz de Tejada

??Yolanda Sáenz de Tejada

Hoy me apetece mucho (mucho, mucho, muchísimo) colgar este poema que alguien me recordó el otro día. Me dijo que era el que más le había gustado del poemario de Tacones de Azúcar.

Así que en un lunes de vida como hoy, os dejo esta historia que viví como si yo fuera uno de los pasajeros.

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El día tres de abril era miércoles
y el viento traía recuerdos de fruta.

Carlos levantó la voz:
¡para el autobús
que me meo!

Y paré.
Eran las nueve y media de la mañana
y mi primer día de ruta.

El chico no bajó solo.
De la mano llevaba a una joven rubia
de pelo enfadado y sortijas en los pies.
No pude decir nada
cuando los vi agachados a los dos
en la hierba del prado
dejando correr su orín.

Todos los chavales del autobús
reían como locos;
pero yo me quedé sentado,
seducido por la escena.

El chico se subió la bragueta
y miró el hermoso paisaje.
Allí crecían margaritas de nostalgia
y jazmines tiernos de sollozos.
Ella no dejaba de mirarlo
mientras se recogía
la falda blanca entre las piernas.

Te cogeré flores,
le susurró el príncipe de la mañana.

Cuando terminó,
se acercó a sus ojos rubios
y le puso una rama de olivo
en la zona preciosa de la oreja.
Alojó el ramo en el suelo,
entre los pies desnudos de sus cuerpos,
y agarró a la chica de las manos.
¿Quieres casarte conmigo?…

Se hizo tarde
y algún coche pitaba cabreado.

Yo esperé
mientras todos esperaban.
Mientras las flores esperaban
tiradas en el suelo de la pregunta.
Mientras mis labios apretados esperaban…

Fue mi primer día de trabajo y
el último;
la directora del manicomio
no escuchó mis disculpas y
me expulsó
por permitir
salir a los enfermos.

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Yolanda Sáenz de Tejada
Colaboradora de esta Web en la sección
«Tacones de Azucar»

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