La alegría (III). Por Salvador Pliego

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Nació.
Veló la primavera.
La mar abrió sus piernas
y el sol se puso a recibirla.
Rugiendo en cada ola,
así exhaló profundo cuando sintió venía.
Cada soplido era un relámpago
y un barco asomándose a mirarla.
El sol alumbró más fuerte
y hubo gacelas preparando mantas.
Retumbaba el vientre y las aguas se corrían
en una ceremonia que nunca acabaría.

Así se vino la carita…
Y la mar siguió pujando.
El sol extrajo el aire de todo el firmamento
y empujaba el vientre, extendiendo sal y brisa,
ayudando a recibirla.
Lo que los ojos vieron los muelles le aplaudieron.
Entonces todo el cuerpo se vino así brillando.
Y soltó su sonrisita.

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Salvador Pliego
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