El amante. Por Isidro R. Ayestarán

Qué no te daría yo por retenerte en cada nuevo amanecer, al sonar la alarma de tu reloj, al incorporarte desde tu lado de mi alcoba…

Qué me quedaría por regalarte a través de mis palabras, de mis gestos, de mi mirada por que no te fueras a la hora señalada…

De qué forma rasgaría el silencio que me atormenta al sonar el estruendo de la puerta, de tus pisadas descendiendo los cinco pisos que separan tu frontera de la mía, tu mundo de mi nada…

Y dejo pasar el tiempo recostado en mi cama, abrazando tu recoveco, tu hendidura en mis sábanas, colocando mi bandera al llegar a tu cúspide, besarla como si fuera tierra santa…

Y te añoro sabiéndote de otro, que él es tu día, tu luz, tu alegría…

Y yo, convertido en tu noche escondida, en tu amante por horas con un contrato basura, un ser anhelante y agónico en espera de su mediodía…

Pero te aguardo sin reproches a que llegues de nuevo para preguntarte por tus cosas, por el trabajo, por la familia… mordiéndome la lengua por no incomodarte, no fatigarte con mis neuras de amante impaciente a la espera de un abrazo que me reconforte y me dé la vida entera.

Y en otra clase de silencio, mientras duermes el sueño del reposo por ese viaje mágico entre dos cuerpos, te acaricio y te amo de otra manera, poseyéndote sin testigos ni horarios impuestos, ni prisas por vestirte y despedirte de manera rutinaria con un beso en los labios.

Es en esos momentos, entre la penumbra de las estrellas, cuando este amante que se muere por retenerte es tuyo de veras. Y tú, en sueños, asientes con una sonrisa dándome la razón.

Y al sonar de nuevo la alarma del reloj, mientras te veo vestirte y arreglarte, derramo una lágrima dedicada al recuerdo de esos mágicos instantes donde tú y yo somos uno, aferrados a la pasión y la locura por adorarnos.

Y qué importará que calumnien, critiquen y señalen con el dedo.

Soy tu amante, el dueño de tu cuerpo por unas horas… y con una sonrisa esbozada en los labios, hasta el mismo Dios sabe que soy quien tiene las llaves de tu corazón…

… aunque sea por un instante.


© Isidro R. Ayestarán, 2008
NOCTURNOS www.isidrorayestaran.blogspot.com

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Un comentario

  1. Me ha gustado mucho. Se percibe bien la angustia del amante; que pudiera ser cualquiera.
    La vida…, el amor…, la espera…

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