Consiguió el sol apagarse en tu ventana
congelando los espacios y los cielos
y cubriendo de cenizas y de escarcha
la armoniosa arquitectura de tu pelo.
Se escondió tras las cortinas la penumbra,
deslizándose después bajo tu cama,
caprichosa como un niño pedigüeño
que lo quiere todo hoy y no mañana.
Emigraron de tu rostro las sonrisas
y la nieve fue calando hasta los huesos.
El disfraz nunca sabemos lo que esconde,
puede ser un desengaño, quizá un beso.
¿Debe un sueño convertirse en pesadilla?
¿Puede el mundo desviar su singladura?
Tú creíste que era amor lo que sentías
y es la muerte la que roza tu cintura.