Amor mío, mi bella Gitana:
De todas las flores del jardín
que aroman mi alma,
sólo comparable a mi poesía eres,
mujer llena de encantos
tú que la más honda ternura
me inspiras; dulce tu imagen de arcilla
es la que de ti llevo, ríen tus ojos
y puro es el arco de tu frente:
amor mío, me acompañas
en todos mis ensueños; allí,
en cuyo mágico paisaje, tierna y susurrante
estás como en un paraíso;
allí no te marchitas y florece aún hermosa,
en el amoroso poema de mi espíritu,
con suave deleite, tu ardorosa juventud.
A nadie he manifestado
tanto aprecio o he amado tanto
– fui siempre reservado
frente al amor, a la existencia,
y permanecí callado por mucho tiempo:
no obstante haber escrito
con sublime pasión y locura -,más
hoy que en principio te conozco,
al escribirte desde el fondo
de mi corazón, saludo en ti
gozoso, todo el inmenso cielo
de mi apasionado amor.
Y en mi jardín de sueños, cual
hálitos de luz que tus labios exhalan,
este poema más íntimo pongo a tus pies,
en ofrenda de tu grato amor,
o como risueño homenaje
de mi alma enardecida
hasta lo más imperecedero.
Porque, en verdad,
tienes todos los encantos y atributos
de mujer sensible e inteligente
que a mí me gusta;
llegarme ahora a tu alma
depende únicamente de ti y no de nadie.
Por eso, declararte
mi mayor afecto y mi amor,
me llena de júbilo. ¿Y cuán
inmensamente feliz
me siento al lado tuyo!
Hoy hablo sin siquiera el temor
de no ser escuchado
y hasta vivo y escribo con sublimidad;
llamándote mía, sin ningún otro derecho,
que el derecho mismo del amor.
¡Alégrate, Amada!