I
Me dicen que la felicidad dura
lo que dura una mañana,
un verso.
Un café extendido
sobre una vieja mesa,
un niño extraviado
que busca
una ventana.
Ya es invierno
en Madrid.
II
En esa media luna envuelta en leche caliente
descansa una verdad
que no por sobada y bizca,
deja de ser
menos verdad.
III
El monstruo con pies de arena
sigue meciendo
su joven silueta
al compás
del acordeón de la vida.
El viejo niño
descansa hoy en una cuneta
al pie
de la montaña leonesa,
ya no se acuerda del monstruo.