- 7 Certamen de Narrativa Breve 2010 - https://www.canal-literatura.com/7certamen -

273- Pet, una y otra vez. Por CPangel

Pet no era un gato pero tenía muchas vidas, recordaba varias de ellas y las recordaba con orgullo; estaba empezando a hacer memoria cuando de pronto sintió como varias luces blancas se encendieron e iluminaron un espacio enorme, abrió bien sus ojos, miró a su alrededor y habían muchos más como él, todos elegante e impecablemente vestidos, parados como en una formación militar; a su derecha vestidos de verde limón, a su izquierda vestidos color naranja; lentamente bajó la mirada y se vio a si mismo vestido de verde igual que sus compañeros de la derecha, él era el primero de la fila y detrás habían otros mas. La imagen que percibía lo inspiraba, lo engrandecía, todos ellos estaban el uno junto al otro en perfecto orden, era una gran sensación; se agachó levemente, cuidando de no dañar tal formación, solo para curiosear, igualmente tocó su cabeza, así logro detallar  su vestido.

El vestido lo cubría casi por completo, era de colores brillantes, tenía un sombrero que le hacía juego, cuando Pet se inclinó pudo leer algo en su vestido y exclamó con orgullo -sabor a limón-, también observó sobre él una tabla de ingredientes, una tabla de valores nutricionales y otras cosas más que no alcanzó a leer, en su frente tenía escrito el nombre de una marca reconocida de jugos y pensó para si mismo -esta vez soy un jugo de frutas con sabor a limón-, se sentía feliz, nunca antes había sido el envase de un jugo, la mayoría de sus otras vidas había envasado agua embotellada, incluso una vez fue un producto de limpieza para el hogar; estaba conforme con su nueva presentación, sabía que como las demás veces tenía una función que cumplir y así sería una y otra vez, ese era su destino, se detuvo un momento con algo de duda… se inclino un poco hacía un lado y entonces respiró tranquilo, lo que vio le dio esa tranquilidad: era el símbolo de el reciclaje impreso en su etiqueta, sabía que mientras esas tres flechas cíclicas estuvieran allí el seguiría regresando una y otra vez, así que habiéndose encendido las luces que daban inició a un día de trabajo, las grandes luces de un almacén de cadena, empezó a hacer su trabajo: sonreír y atraer a algún comprador.

El tiempo transcurría poco a poco, muchas personas pasaban frente a él, amas de casa, ejecutivos, niños; algunos se acercaban miraban de cerca a varios de sus compañeros, algunas veces alguien lo tomaba en sus manos lo miraba más de cerca y luego lo regresaban a su lugar, era algo normal, incluso estaba tranquilo pues sabía que si alguien lo dejaba de espaldas, ocasionalmente una persona con un delantal o un disfraz que llevaba grabado el mismo nombre de su etiqueta, los ordenaría a todos nuevamente en la misma posición inicial. No sabe exactamente cuanto tiempo transcurrió, probablemente un par de días pues al final de cada día las luces se apagaban, las personas a su alrededor se marchaban, el ruido del trabajo se calmaba y quedaba todo en silencio hasta que nuevamente las luces se encendían, los limpiaban, los organizaban, todos sabían que un nuevo día de trabajo empezaba con la misma rutina. De pronto en medio de su acostumbrada sonrisa, una mano lo tomo de la góndola, no solo a el, eran como 4 o 5 compañeros más, todos estaban radiantes, orgullosos de ser elegidos para ser comprados, era su forma de ver el mundo, de conocerlo; Pet había estado en colegios, restaurantes,  casas, incluso una vez había estado en un estadio de fútbol, así que simplemente disfrutó ese momento y empezó a pensar -a dónde iría esta vez-.

Cuando volvió en si, estaba en una nevera, era una casa con dos niños que ocasionalmente abrían la nevera y sacaban algo de allí, Pet solo esperaba el momento en que su turno llegara, mientras esa espera duró, el recordó su última vida, como era usual había sido el envase de una botella de agua, en aquella ocasión un hombre joven lo compró en el mostrador de un gimnasio, habían muchas personas, hombres y mujeres ejercitándose de variadas formas, algunos trotaban sobre maquinas, otros bailaban, otros hacían pesas, lo que más recordaba Pet era que todo su cuerpo estaba helado, a penas estuvo en las manos de su comprador olvidó ese frío que sentía cuando vio y sintió el agrado con que éste hombre bebió el agua en su interior sorbo a sorbo en cuestión de segundos, después de esto con apenas unas gotas en su interior, este hombre depositó a Pet en una caneca azul que tenía escrita la palabra plástico y el símbolo de las tres flechas dibujadas sobre ella, y un mensaje adicional –gracias por reciclar-.

Después él y otras botellas fueron entregadas a un camión que los llevó a su próximo destino, un centro de reciclaje, allí habían miles y miles de botellas no solo plásticas también de vidrio, cajas de cartón, papel periódico, latas de aluminio, en fin, cada grupo iba con sus similares y finalmente eran llevadas a un nuevo lugar donde eran lavadas y después trituradas  en unas enormes máquinas, todo era parte del mismo proceso y todos allí sabían que era un renacer pues una vez trituradas regresarían a donde todo comenzó, todos entrarían a una máquina como millones de pequeños cilindros  y después saldrían con formas diferentes de acuerdo a su próxima misión, a veces eran botellas grandes, otras veces pequeñas, transparentes, con un leve color, gordas, flacas, en fin, cada nueva vida era siempre incierta, de allí salían sin ninguna clase de vestido, este llegaría después, cuando fueran transportadas a las instalaciones del fabricante que las usaría esta vez, solo allí descubrirían su nuevo destino.

Mientras Pet estaba en medio de todos sus recuerdos, sintió que lo tomaban de la nevera y lo ponían dentro de una pequeña caja plástica junto con unas galletas y un emparedado de jamón. Supo entonces que su momento había llegado y simplemente esperó ansiosamente a que fuera el momento.

El timbre sonó, el niño tomó la caja que contenía su almuerzo, pero esta vez todos corrieron no al patio del colegio donde era usual que los niños se sentaran junto a sus compañeros a comer, no, esta vez algunos de ellos corrieron, se formaron en orden y salieron junto a un profesor que los llevó en un bus del colegio a una cancha de fútbol cercana, aparentemente tenían un partido que jugar con los niños de otro colegio. En fin, después de otra espera la caja se abrió el niño tomó a Pet le quitó su sombrero y empezó a tomar su interior, jugo de limón, todo parecía igual que siempre, de pronto un pito se escuchó, los niños corrieron y regresaron al partido, el niño que sostenía a Pet también corrió pero en su afán lo soltó y lo dejó caer al suelo, casi la mitad del jugo se derramó, su cuerpo rodó y fue a dar bajo una banca del parque; tiempo después, el juego terminó todos los niños recogieron sus maletas, demás pertenencias y corrieron a casa, Pet pensó –algo no anda bien-.

Estaba confundido, creía que el niño regresaría tal vez, estaba expectante, se sentía solo pero no lo estaba, en el suelo cerca a él habían uno que otro papel y una botella más, no estaban exactamente junto a el, pero al menos Pet sentía que había alguien más allí y supuso que alguno de ellos sabría que hacer; la felicidad y orgullo que antes sentía habían desaparecido por completo, habían sido tiradas al suelo, su ciclo de vida, todo lo que el conocía había cambiado en un instante, y no sabía que iba a ser de él. Un rato después un limpiador llegó al parque estuvo barriendo y recogiendo basura, Pet pensó que todo se arreglaría pero no fue así, el limpiador no vio a Pet así que se fue, nada pudo decir, se le hizo un nudo en su garganta, miró a su alrededor y no vio a nadie más, se quedó solo, ahora si no sabía que iba a hacer.

Esa noche llovió en la ciudad, Pet sentía que todo lo malo estaba ocurriendo a la vez, la lluvia era fuerte, sentía frío y desesperanza, sin saber cómo acabó en una corriente de agua que se formó y que lo arrastró lejos de allí, Pet solo se dejaba llevar, el arroyo en el que viajaba se cruzó varias veces con personas pero todas ellas corrían tratando de esquivar la lluvia, incluso a veces en su afán pateaban a Pet mandándolo de corriente en corriente, Pet tenía agua dentro de si, pero no agua pura y transparente como cuando había sido un envase de agua embotellada, no, esta vez era agua sucia mezclada con barro, con mugre, con pequeñas ramas secas y hojas marchitas de árboles; la lluvia finalmente pasó pero con las corrientes de agua, Pet había ido a parar en un caño. Aunque eso lo tranquilizó un poco, la imagen a su alrededor no era nada alentadora, había mucho barro, agua con muy mal olor, incluso una rata paso junto a el, todo era un desastre total y Pet solo pensaba en la luz brillante del almacén, en su elegante etiqueta color verde limón que honestamente ya  estaba rasgada, descolorida y sucia, -como llegue e esto, que hice mal- se decía una y otra vez.

Pasaron muchos días, tantos que Pet perdió la cuenta, el agua a su alrededor subía y bajaba caprichosamente, llegaron nuevas botellas al mismo caño donde estaba Pet pero aunque ya no estaba solo, eso no lo tranquilizaba ni reconfortaba, simplemente sabía que era una desgracia compartida pero al fin y al cabo una desgracia, dentro de sí seguía habiendo agua sucia, algo de barro y Pet sentía que además algo crecía dentro de su cuerpo, no sabía si era alguna clase de insecto, moho o alguna bacteria, solo sabía que aquello que alguna vez fue transparente e impecable era ahora una morada de suciedad; tristemente esa era ahora su vida.

Un domingo cualquiera cuando Pet despertó vio gente a su alrededor, llevaban botas y guantes de caucho, habían como 10 o 15 personas recogiendo una a una cada botella o lata que encontraban en el caño, un grupo ambientalista organizó una jornada de limpieza en varios sectores de la ciudad, para Pet fue como un milagro cuando sintió que alguien lo recogió, lo sacó del barro, vació el agua que había en su interior y lo depositó en unas bolsas que cada miembro del grupo llevaba; Pet no sabía a donde lo llevarían pero al menos sintió que lo sacaban de ese mundo de suciedad en que había vivido largo tiempo, volvió a sentir algo de esperanza.

Todas las grandes bolsas que ese y los diferentes grupos de limpieza distribuidos por la ciudad recolectaron fueron entregadas en un centro de reciclaje, una vez allí, Pet reconoció el lugar y su fe regresó. Como tantas otras veces todos fueron separados según su clase, vidrio, aluminio, plástico; Pet se sintió feliz otra vez, de pronto sintió varios chorros de agua golpeando con fuerza su cuerpo apenas transparente, no solo por fuera sino por dentro, poco a poco esos chorros le quitaron cualquier vestigio de suciedad, para él fue como si esos chorros de agua le hubieran inyectado vida, se vio limpió y de nuevo se sintió orgulloso, entonces supo que el ciclo comenzaría de nuevo y felizmente se dejo llevar.