Vaya dramón, Diógenes, no me extraña que haya por ahí quien asegura haber llorado y todo. Objetivo cumplido, supongo, aunque tengo la impresión de que tiene usted mimbres más que suficientes para haber escrito algo más atractivo, menos predecible, la verdad.
Suerte pues, como reza el dicho, pero usted sabe como yo que le sobra talento para escribir cosas mejores. Quizá las ha presentado ya a otros certámenes y nos deja a nosotros esta historia lacrimógena y previsible.
No creo que de todas maneras que le haga falta más suerte que la que ya atesora el relato, así que espero verle en la final.
Aparte de sensiblero, más parece el resumen de un «diario de adolescente» o la carta que el «tito Paco» deja a los parientes, para que no se pierda la memoria familiar, en caso de que se produzca sorpresivamente su fallecimiento…
Suerte.
Esa crónica me suena, puede decirse que ese fuego también me pertenece, es una historia de muchos. Adiviné el epitafio; casi, pensé que rezaba: a Prometeo.
Impecable, intenso relato. Suerte Diógenes
La historia no está mal, aunque quizá el tono es demasiado plano. A mí no me ha llegado tan hondo, puede que por el problema en la colocación de las comas, que me ha tenido ocupada todo el texto y no me ha dejado concentrarme en el fondo. Faltan tildes y algunas frases están construidas de modo poco ortodoxo. Alguna inconcordancia verbal. La palabra casa se repite sin cesar.
En fin, creo que con las correcciones adecuadas, podría haber tratado de zambullirme en la historia y disfrutarla un poco más, aunque no creo que hasta el punto del llanto.
Buen tema y muy bien escrito. Y ni un monosílabo más sobre el asunto.
El que llegue apenas a la piel y ahí resbale, o emocione hasta al blando del hueso, depende solamente de lo vulnerable del lector a las fabulaciones que tocan la fibra, una incertidumbre que es la cumbre de las incertidumbres. Por eso hay tantas opiniones como caras.
Enhorabuena.
!Emocionante! No se puede contar mejor, está narrado de forma impecable y con una excelente prosa que llega al corazón. Mucha Suerte.
Precioso. Suerte, Diógenes.
Todos los padres, al menos eso creo, roban algo a los dioses para dárselo a sus hijos.
Mucha suerte.
Me ha dejado congelado tu excelente y hermoso relato. gracias por escribir de esta manera.
Maravilloso relato que me ha hecho llorar, lleno de ternura y esperanza. Precioso.
Pocas veces he descubierto en tan pocas palabras tantos sentimientos y emociones. Siga escribiendo, por favor.
Vaya dramón, Diógenes, no me extraña que haya por ahí quien asegura haber llorado y todo. Objetivo cumplido, supongo, aunque tengo la impresión de que tiene usted mimbres más que suficientes para haber escrito algo más atractivo, menos predecible, la verdad.
Suerte pues, como reza el dicho, pero usted sabe como yo que le sobra talento para escribir cosas mejores. Quizá las ha presentado ya a otros certámenes y nos deja a nosotros esta historia lacrimógena y previsible.
No creo que de todas maneras que le haga falta más suerte que la que ya atesora el relato, así que espero verle en la final.
Un placer.
Aparte de sensiblero, más parece el resumen de un «diario de adolescente» o la carta que el «tito Paco» deja a los parientes, para que no se pierda la memoria familiar, en caso de que se produzca sorpresivamente su fallecimiento…
Suerte.
Sensible que no sensiblero. Me ha parecido bellísimo. Te deseo mucha suerte.
Esa crónica me suena, puede decirse que ese fuego también me pertenece, es una historia de muchos. Adiviné el epitafio; casi, pensé que rezaba: a Prometeo.
Impecable, intenso relato. Suerte Diógenes
La historia no está mal, aunque quizá el tono es demasiado plano. A mí no me ha llegado tan hondo, puede que por el problema en la colocación de las comas, que me ha tenido ocupada todo el texto y no me ha dejado concentrarme en el fondo. Faltan tildes y algunas frases están construidas de modo poco ortodoxo. Alguna inconcordancia verbal. La palabra casa se repite sin cesar.
En fin, creo que con las correcciones adecuadas, podría haber tratado de zambullirme en la historia y disfrutarla un poco más, aunque no creo que hasta el punto del llanto.
Bonito recuerdo, aunque quizá al ser predecible, me ha resultado un poco falto de emoción.
suerte!
Buen tema y muy bien escrito. Y ni un monosílabo más sobre el asunto.
El que llegue apenas a la piel y ahí resbale, o emocione hasta al blando del hueso, depende solamente de lo vulnerable del lector a las fabulaciones que tocan la fibra, una incertidumbre que es la cumbre de las incertidumbres. Por eso hay tantas opiniones como caras.
Enhorabuena.