178- Barrorramita. Por Albérico

–Tu manzana, imbécil  ¡atájala!

–¡Hop!  ¡Ya taá!

–¿Terminaste con ese chotacabras?

–Chotacaba no.  ¡Tatú carreta!

–Termínalo de una vez que subo y te lo rompo en mil pedazos. ¡Idiota!

–¡Mil pedazo no!  ¿Tá mamá?

–Se fue a trabajar.

–¿Qué tabaja mamá?

–¡Qué te importa, infeliz!

 

Mmm… tá tá… tá tá… tatú carreta, barro ramita, barro ramita… ojitos… barro ramita, colita… ¡mil pedazo nooo…!  Mamá, pefume, calle, pefume, calle… yo, barro ramita… tatú carreta…¡mil pedazo nooo!

 

Ahí tá mamá… taquito, pefume… ahí tá ota vez mamá…

–Pablo ¿estás ahí?

–¡Acá mamá!

–¿Salió tu hermano?

–Ti, moto… ¡bummm!

–¿Te dijo a qué hora vuelve?

–No. Dijo ¡tatú mil pedazo!

–Yo tengo que salir de nuevo a trabajar, baja que ya se está haciendo de noche. Caliéntate la sopa, en la bolsa tienes pan, cortas leña para la estufa y te acuestas. Sé que hace frío en la cocina, pero tienes tus mantas, abrígate bien y ni se te ocurra encender las hornallas. Hasta luego.

–Ta luego maa…

 

Ta mañana tatú, un besito, calea, cocina, sopita, pancito… hacha, leña, tufa… colchoneta, cocina, fazadita. Mañana barro ramita, tatú carreta… ¡mil pedazo noooo!

 

Poumm, moto… poumm. Llegó hemano malo.

 

–¿Ya te acostaste infeliz? ¿Llenaste la estufa? ¿Terminaste esa basura? ¡Subo y la rompo en mil pedazos!

–¡Mil pedazo noo!

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Taquito, pefume… tá mamá de vueta…

 

–Levántate Pablo, ya es de día. Te digo como siempre: te calientas la leche; en la bolsa hay pan, vas al fondo por un balde de tierra, uno de agua y uno con “tus ramitas”. Subes y sigues con tu “obra de arte”. No bajes por nada hasta la noche. Si al mediodía no tengo trabajo te alcanzo la manzana; si tengo te la tira tu hermano. No bajes por nada. Tu hermano no quiere verte en el patio ni en la casa. ¡No bajes porque te va a romper ese muñeco que estás haciendo!

 

–¡Mil pedazo no!  ¡Mil pedazo nooo!

Mmm… tá tá  tá taá… tatú… barro ramita, pintua ojito… pintua oto jito… tá tá  tá tá… tatú ¡tatú! ¡Mil pedazo nooo!

 

–¡Imbécil! ¿Salió a trabajar mamá?

–Si, pefume, taquito, calle… ¿qué tabaja mamá?

–¿Qué te importa tarado? ¡Trabaja de lo que sea para que no te falte la sopa, la leche ni el pan!  ¡Y punto!  ¡Ahí va tu manzana!

–¡Hop!… ¡La tajé!

 

Hemano, moto… ¡pooummm! hemano, novia, hemano tabajo noo… ¡hemano mil pedazo noo!

–¿Qué murmuras, maldito? ¡Basta que subo, rompo todo y te saco esas pinturas que te regaló el borracho de tu padre!

 

Mmm… tá tá  taaá… tatú, tatú. Pelito, pelito… pelito lomito… pelito colita, pelito pelito.

–¡Qué te calles, te dije! ¿Dónde dejaste el hacha? ¡Dime dónde está el hacha que subo y te destrozo esa porquería que estás haciendo!

–¡Hacha nooo! ¡Mil pedazo noo!

–¿Qué está pasando acá? ¿Qué son esos gritos?

 

Mmm… mamá, taquito, pefume… mmm.

 

–¡Basta de peleas!  ¿Qué pasó Sergio?  ¿Bajó a molestarte?

–¿Qué si bajó? ¡Se puso a picar con el hacha sus ramitas frente a la puerta de mi cuarto!  No lo soporto más mamá, me despertó a propósito, sabe que llegué de madrugada, sabe  que pasé la noche estudiando con el grupo y sabe que esta noche tengo examen. ¡Lo hace a propósito!

–Baja, Pablito.

–Pablito, no baja.

–Te digo que bajes.

–Pablito no baja, Pablito no bajó… hemano malo…

–Está bien… no bajes. Hasta que no le pidas perdón a tu hermano te quedas ahí sin manzana, sin sopa, sin leche, sin pan y sin frazadas. Y te digo a vos Sergio que si mañana, antes del mediodía, no baja a pedir perdón te autorizo a que subas con el hacha y le destroces ese esperpento que está haciendo. Pero escúchame bien ¡tiene plazo hasta mañana al mediodía!

 

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Pablito tatú… Pablito temina tatú… Pablito se va mañana con tatú… Pablito busca novia… Pablito vende tatú… Pablito se casa… compa casa con terraza… Pablito hace oto tatú… Pablito hace cocodilos… Pablito hace ositos pandas… Pablito barro y ramita… Pablito rico y famoso.

 

Mmm… tá tá  taaá… tatú, pintua uñas… tá tá  taaá, baniz, billito…                                                

 

Mmm ota vez… pefume, taquito, pueta… mamá tabajo…

 

–¿Escuchaste, hijo de puta…? Mamá se fue a trabajar. ¡Baja el chotacabras y el hacha! ¡Baja te digo!

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Mmm… ya tá tatú… ¡ya taaá…!  ahoa me lo llevo busco novia y me caso.

 

–No te asustes… soy el comisario de esta seccional, y él es el Inspector Estévez.

–Muto guto.

 

El muchacho hizo ademán de darme su mano, trató de limpiarla en su pantalón y volvió a decirme “muto guto”

El comisario caló sus lentes y se acercó a ver lo que el chico estaba haciendo.

–¿Qué es esto?

–Tatú carreta.

–Si, un tatú carreta… ¿está embalsamado?

–¡Noo!…barrorramita… barrorramita…

Me miró el comisario y le dije que en su media lengua y con el movimiento de sus manos quería decirnos que lo había hecho él con sus manos y con barro y ramitas.

–¿Quién te enseñó esa técnica? –preguntó el comisario.

El chico contestó que el hornero, y señaló un nido en la columna del alumbrado y otro en un árbol vecino. Que con barro y ramitas vio como lo construía y eso lo llevó a realizar animalitos con esa misma técnica. Contó que comenzó haciendo una cigüeña y que el hermano le cortó las patitas con el hacha y que luego la arrojó con violencia al patio. Mientras a su manera eso contaba, se secaba las lágrimas con el puño de la tricota.

–¿Por qué trabajas en la terraza? ¿De dónde sacas el barro y las ramitas?

Contestó que del fondo de la casa y que todas las mañanas cargaba baldes con tierra, agua y ramitas y que se quedaba arriba hasta la noche porque al hermano le molestaba verlo en el patio y en la casa.

Mientras el comisario miraba minuciosamente el tatú le pregunté al chico si había visto alguno, y me contestó que sí, que el padre lo había llevado una vez al Museo de Ciencias Naturales. Le pregunté si había sacado fotos y me contestó que no.

El comisario se sacó los anteojos y le dijo  “¿lo hiciste de memoria?”

–¡Ti de memoia!

–Esto es una obra de arte  –me dijo el comisario, ¿los ojos son de vidrio?

–Barrorramita…

–Barro y ramita  –repitió el comisario,  ¿y esas témperas quien te las compró?

Contestó que el padre, que era bueno pero borracho y la madre lo echó y empezó a trabajar.

–¿Y las uñas? ¿de qué material?

–Barrorramita.

–¿Pero cómo tienen ese pulido a espejo?

El chico mostró unas piedras con distintos grados de abrasión.

–Es increíble, me dijo el comisario mientras volvía a calzarse los lentes. Fíjese, desde cualquier ángulo que lo miremos pareciera que está vivo y presto a salir caminando, ¿con qué le has hecho el lomo…?  parece de piel…

El chico contestó que en el fondo hay una casuarina que da hojas largas y finitas como pelos y que las pegaba una a una con una cola que también le había comprado el padre junto con un barniz que daba el brillo a los ojos y a las uñas.

–¿Dónde está tu madre?

Contestó que había salido por la tarde a trabajar, y que a veces no volvía en toda la noche.

–¿Y tu hermano?

–Poum, poum moto… ¡pouunmm!

–¿Bajaste al patio esta tarde?

–Pablito no baja patio.

–¿Oíste gritos, golpes, corridas?

–Pablito no cucha nada.

–¿Dónde está el hacha?

–Ahí tá el hacha.

Señaló un hacha ensangrentada. Todo él también estaba ensangrentado. Sus manos, su ropa, su cara y las zapatillas… las huellas que nos llevaron hasta la azotea.

–Vas a tener que acompañarnos, Pablito  –dijo el comisario girando rápidamente para que no se vieran lágrimas en su rostro.

–¿Puedo llevar tatú?

–Sí, puedes. Usted, inspector, lleve el hacha.

Bajó el comisario, y el chico detrás de él contento con su tatú en brazos.

Los camilleros estaban sacando al occiso tapado con una blanca sábana que comenzaba a teñirse de rojo.

–Permiso, permiso…–dijeron a los vecinos agolpados frente a la puerta. Detrás, con la mirada en las baldosas, el comisario.

Delante de mí Pablito con su tatú en brazos.

–Pemiso, pemiso… 

 

2 comentarios

  1. Nunca hay que subestimar a nadie que tenga acceso a un hacha. Muy original e inteligente. Mucha suerte.

  2. ORIGINAL SÍ, PERO UN TANTO MACABRO, EL NIÑO FUE ORILLADO A HACER LO QUE HIZO. FELICIDADES

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