111- El octavo día. Por Calila
Llevaba ya muchos días aguantándome. Demasiados. Hace ocho días que llueve y ocho días que me aguanto. Y aquí parece que nadie quiere ayudarme.
Llevaba ya muchos días aguantándome. Demasiados. Hace ocho días que llueve y ocho días que me aguanto. Y aquí parece que nadie quiere ayudarme.
Estaba en casa dejando correr la tarde, cuando decidí salir a la calle. Más que decidir salir a la calle, me encontré en la calle. La excusa era comprar una cinta de vídeo para grabar una serie que daban a las 11 de la noche por la tele.
No paro de dar vueltas, de un lado para otro, entre estas sábanas impregnadas de un sudor frío y ácido; con un dolor de estómago intenso, propio de haber estado toda la noche vomitando hasta la última bilis;
Como mi empresa trasladó a principios de año su central de operaciones desde Madrid hasta Roma, tuve que viajar allí para la reentré anual, y decidí hacerle una visita a mi hermana.
No paraba de ver pasar olivos y olivares, pero aquellos troncos sombríos que se retorcían dolorosamente bajo la escasa luz de la noche no me parecían realmente el paisaje bucólico que Lorca mimaba y alababa en su poesía.
Mis manos manchadas de sangre; fue lo primero que vi al abrir los ojos. Apenas podía respirar, mareado, desorientado, incrédulo por el milagro de seguir vivo.