41- La receta de la Virgen. Por James Jazz
-¡Te digo que no falla, Misericordia! Es una receta secreta de familia. Empiezas batiendo tres huevos con una taza de azúcar. De las grandes, y no dejas de batir hasta que parezca una espuma.
-¡Te digo que no falla, Misericordia! Es una receta secreta de familia. Empiezas batiendo tres huevos con una taza de azúcar. De las grandes, y no dejas de batir hasta que parezca una espuma.
26 de septiembre de 1856. Unos kilómetros al sur de Osorno, Chile. La lluvia ha amainado. He visto la muerte de mi esposo y mi pequeño hijo a manos de indios araucanos.
Nada más llegar a Barcelona mi padre se enloqueció con la idea de visitar la ciudad de Sitges.
Ayer, y como cada día, iba cabizbaja, arropada por su deshilachada bufanda negra y gris, que no llegaba a tapar una pequeña nariz que se tornaba roja de frío.
El ensordecedor timbre del colegio repicó en los oídos de Samuel, la maestra acababa de ordenar un trabajo para el día siguiente: ideas para conseguir la paz en el mundo.
Podría haber decidido pasar mi vida sólo, siempre sólo, escribiendo y gozando en silencio la inspiración de mis ideas, pero no: yo tenía la loca esperanza, la necia ilusión de llegar a ser un escritor conocido.