V Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura

Noticias del III Certamen

28 marzo - 2008

75- Demente Vegetal. Por Jonsu Arcángel

 Si ya de por sí son muchas las ventajas de ser una planta, estas se incrementan notablemente al acceder, vaya a saber por que inextricable excepción, a la posibilidad de expresarlas – a las ventajas y otras yerbas- en términos humanos. Probablemente nunca se sepan los motivos por los cuales yo, la planta en cuestión o para ser mas precisos, la mente de dicha planta, pude tomar el control de los dedos de quien escribe, tampoco importa demasiado, lo realmente trascendente del caso es que será sin dudas un evento irrepetible y por lo tanto les sugiero humildemente su total atención y concentración. Yendo al grano entonces, confirmo la reciente alusión: soy una planta. En primer lugar mi nombre científico, nombre coloquial y demás identificaciones, de esas que tanto precisan los sapiens para sentirse únicos, distintos, individualizables o pertenecientes a algún grupo selecto o excluyente de la existencia será expresada con posterioridad si así lo decido,  ya que a mi poco me importa; yo tan solo me conformo con existir y ser un engranaje mas, de los tantos engranajes impersonales de ese gran todo, sustantivado abstractamente por ustedes con el nombre de “vida”. Ese fue el punto uno, punto dos: desde el súbito y escueto entendimiento humano que me fue brindado para la ocasión interpreto casi sin riesgo a equivocarme que ustedes, los humanos,  necesariamente fueron, son y serán también plantas, con la diferencia de que claro, al haber evolucionado desde sus células primigenias mediante la absorción de oxígeno (el cual desbordó en la tierra tras millones de años de nuestra producción ininterrumpida vale aclarar)  tienen la posibilidad de moverse,  pensar, gritar, matar –y bien que se especializaron en ello-, ingerir alimentos sólidos -no se podían conformar con los líquidos y oxígeno solamente… tenían que masticar- y miles de etcéteras. Tantas actividades importantes les hacen olvidar evidentemente su porcentaje de planticidad (¿Existirá el término? no importa, lo invento y punto); ¿O acaso sienten su sangre correr dentro de las venas alguna vez? ¿O el aire revoloteando en sus alvéolos para purificarlos continuamente? O más aún… ¿Alguna vez disfrutan del movimiento compulsivo y fuera de su albedrío de esa bomba perenne en medio de sus pechos? Pues bien, nosotras no tenemos demasiadas actividades en la vida, las plantas poco hacemos, solo existimos respondiendo sin esfuerzo a al limitado patrón genético heredado; nos crecen las hojas como a ustedes cabellos, flores como a ustedes espermatozoides u óvulos, frutos como embriones y semillas como potenciales hijos; no nos queda otra posibilidad que asistir a estos sucesos – desapercibidos e inconcientes en ustedes-, con toda nuestra atención y concentración ya que en el mundo vegetal vivir se circunscribe solamente a repetir ininterrumpidamente ese puñado de eventos…vegetativos. Por eso, continuamente, día tras día -sol tras sol se traduciría mejor en mi lenguaje- disfrutamos con todo nuestro ser del fluir de nuestra sangre, (denominada arbitrariamente en la jerga humana con el separatista nombre de “salvia”),  cosquilleándonos el interior; disfrutamos del refresco salvador de cada lluvia, del aire introduciéndose por las hendeduras de nuestras hojas, de los insectos que nos transforman en pequeños ecosistemas privados pero interconexos a su vez con el gran ecosistema derredor, multiplicando y diversificando la vida que nos impulsa, que impulsa a esos mismos insectos, a ustedes, a los ángeles, a todo ser viviente en la materia o inmateria… a Dios ¿Será también a Dios? Quien lo sabe, quien sabe algo de Dios me pregunto, del suyo, no del nuestro, porque el nuestro es concreto, incontrastable, palmario, circular y refulgente. El que nos insufla vigor a cada instante,  el sol, ese sol que nunca podrán modificar, ni corromper, ni utilizar para su uso exclusivo porque nunca les pertenecerá en esencia sino solo sus altruistas servicios, al igual que tampoco les pertenecerá el aire –esta afirmación ya es mas dudosa- ni el agua –esta ya es dudosa del todo-. No podría decir lo mismo de la tierra, ya que evidentemente ella si les pertenece y así la maltratan, damnifican y corrompen.

                               Disfrutamos también del fuego, sí, ese fuego que cada tanto aparece y arrasa, depura, nos quema, nos podrá calcinar, matar a uno, a cientos pero no extinguir completamente porque la vida, esa vida ya señalada en varias oportunidades, esa vida que representamos y trasladamos desde un antes a un después de nuestra existencia siempre se mantendrá en algún recoveco, algún intersticio, alguna grieta del terreno o roca inalcanzable por las llamas, mutando en millonésima proporción cada nueva generación de acuerdo a las correspondientes variaciones y novedades ambientales. La tan mentada vida, consustancialmente perdurable y longeva será fiel a su naturaleza perenne  hasta que el sol cumpla su ciclo, el cual  tampoco  puede ser variado ni siquiera por él mismo en su gran omnipotencia  al encontrarse predestinado ya en la cantidad de combustible helio e hidrógeno pendiente de ignición. Decía entonces, no veo la razón de no disfrutar también del fuego, que con su ardor purifica nuestra tierra sin extinguir jamás la perpetua vida, estoica  e imbatible inclusive ante los furiosos meteoros y sus embates deletéreos porque dicha potestad de extinción definitiva solo pertenecerá a nuestra estrella madre -padre, en el sublime instante de su implosión final.

                   Nosotras somos alimento, cierto. De animales y del sapiens, eventualmente también de nosotras mismas al desintegrársenos las hojas en el suelo, conformando un inteligente círculo de auto nutrición. Creen ustedes sin embargo, que la cadena alimenticia posee eslabones libres de sometimiento, como lo son ciertos animales mayores y por supuesto los intocables humanos, pero lamento informarles de su equivocación, ya que nosotras nos alimentamos por ejemplo del producto de su respiración. Sucede claro, que este fagocite no es esencialmente un sometimiento, al nosotras prescindir de matar o cercenar a nadie para nuestra subsistencia; solo nos alcanza con las migajas que nos tocaron en suerte y esa ventaja, esa gran ventaja, la de necesitar muy poco para existir es nuestra mejor garantía de eternidad, porque quien lo duda, tal como fuimos las primeras en habitar esta gran orbe, seremos también las últimas…Cuando no existan mas entes movedizos, cuando todo sea ruinas, cuando las profecías apocalípticas se hayan cumplido, nosotras seguiremos  erguidas, estoicas, renovadas hasta el fin de los tiempos, y permane….

    ¡¡Viejo!! ¿Donde estas? ¿Estás en el laboratorio??

     (¡No te puedo creer!… justo ahora tenía que venir…)

     ¡¡Viejo!! Pero… ¿Que hacés escribiendo sentado en una maseta, pintado de verde?

      ¡Te dije una y mil veces que golpees la puerta antes de entrar!

      Pero… ¿Qué estas haciendo, te volviste loco?

     Nada Vieja, nada… estoy buscando una nueva forma de encarar mi profesión…

    ¿Una nueva forma… todo desnudo y pintado de verde? ¿Qué son estas hojas de  parra colgando de tu cabeza?

Huyy, no te voy a dar explicaciones ahora. Estoy creando, cre-an-do, ¿Entendes? Arte vieja, no solo ciencia, arte, literatura, compromiso corporal, todo. El título de botánico y los experimentos tradicionales ya no me bastan, necesito ir más allá… hacia lo inexplorado, lo holístico. ¡Pero justo cuando me estaba encaminado me cortaste la inspiración! Me cacho en satanás….

74-El alma en un trino. Por Simplemente Mario
76-Quién lo diría. Por Malena


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Participantes

William Cullen:

(………………………………)

Te deseo suerte en el certamen.


bobdylan:

Me gusta la introducción y el epílogo, pero me resultó aburrida toda la parte central, a la que a mi juicio le falta acción, pues no deja de ser una pura reflexion cuasi-metafísica.

De cualquier forma se agradece lo de original que tiene tu relato.

Te deseo suerte en el certamen.


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