En las afueras de la ciudad, para ser mas específico el cerro donde los barrios son característicos de simular las viviendas céntricas, y los sobrevivientes como invasores de ranchos conforman una sociedad de pobreza, mediocridad, pero no abstinencia de salir adelante, se encuentra una familia de esposos y dos hijos que comparten una charla para hacernos saber a nosotros los venezolanos una cotidianidad y para el director o realizador de este relato una divulgación de pensamientos que relacionan la televisión y vida de la calle, como reclamo ante una sociedad manipulada y predispuesta a quizás avanzar en sus teorías y problemas morales en el medio en que vivimos, pero que a la final caemos en lo mismo, de nuevo la vida en las calles.
– ¿Para donde vas? Interroga secamente ella tras observar como su marido, ubicado frente a la peinadora, se acicala la media de nylon en la cabeza.
– Me prometiste que esta noche me sacarías a pasear.
-Voy al trabajo, querida ¿Has visto donde puse la navaja?
– No me cambies el tema. Siempre consigues una excusa para escaparte por ahí y llegarme de madrugada, que si el atraco a un taxista o la sustracción de alcantarillas y vigas de aluminio del trolebús, ¡Ya estoy harta de estar metida en la casa mientras tu te la pasas ruleteando por ahí con tus secuestradores Express! Ni que fueras Tres dueños para saber de eso! Acaso estás en una película, ¿eres actor? Por Dios, televisión, televisión, solo dañan a las personas mediocres como tu.
– No seas incomprensiva. Trabajo duro para darte las comodidades que mereces.
-¿Es que me estas echando en cara lo que me has dado? Llevamos seis meses que invadimos este supuesto apartamento y aun no has lanzado el cable de electricidad al edificio de al lado, los vecinos tienen Directv. Ah, y la lavadora, las gomas todas vencidas desde hace tiempo, y hasta el sol de hoy no has procurado robarte una nueva, claro el plasma para ver tu canal de Gobierno, ¿Tendremos que comprar una? ¡Seria el colmo¡ en casa de herrero…
-Hago lo que puedo.
-¿Lo que puedes? Mi madre insiste en que te metas a agente aduanero o, por lo menos inspector de Impuestos. Aprovecha la información que te dan en esa Televisión, tan bella, pero como manipula, que burro eres. Pero tu no, mírate, un vulgar carterista atracando borrachitos en la noche, cuando ahorita pudieses estar como el compadre, que maneja una partida secreta.
-Ternura, comprende que mis valores éticos y morales Simón Bolívar, (se para firme e inhala de manera orgullosa)
-Jamás me permitirían emplearme en la administración pública, que me sacrifico para que los niños disfruten de una buena educación.
Los dos niños se encuentran en la mesa, él jugando con un pequeño tanque de guerra y la niña, agarrando los cigarrillos y el yesquero para dárselos a su padre.
– Que buena educación ni que nada.
Esos muchachos no tienen ningún mal ejemplo a seguir porque nunca estas en casa: él ni siquiera a arrebatado una chupeta en el colegio, y ella esa si que anda en malos pasos, y que vendiendo pilas doble A y bolígrafos en las busetas esas dizque porque “mil bolívares no enriquecen ni empobrecen a nadie”, ¿es que no se saben otra frase?, ¿Que es preferible pedir a estar atracando? ¡Que dirán mis amigas!
-El negocio está difícil.
-Si al menos tuvieras la decencia de robar un mísero banquito, una sucursal, una entidad de ahorro y préstamo, solo en películas, bueno hazte famoso, vuélveme orgullosa de tener un marido de verdad, un cajero automático aunque sea, por dios.
¡Te lo juro, estoy harta de estar metida en la casa mientras te la pasas con tus y que secuestros Express¡ y ni traes nada, leche de mercal, arroz de mercal, todo de mercal y hasta lo mas barato de mercal.
– Corazón… ¿Sabes donde puse el veneno de perro?
– En la alacena, al lado del gancho, pero no me cambies el tema. Te lo advierto, me independizare, tomare medidas ante tu falta de ambición, trabajare nuevamente para darme mis gustos.
– Siempre he creído en la igualdad de oportunidades corazón, pero no me gusta que trabajes como cuando nos conocimos.
– Ya esta decidido.
-¿Que esta decidido, mami?
-¡Regreso a las calles¡ Así que devuélveme la media de nylon…
Me llama la atención el lenguaje, algunas palabras y expresiones que empleas que por aqui resultan cuando menos un tanto peculiares.
De todas formas, creo que a tu relato le falta algo, no consigue enganchar, y desde luego el primer párrafo no es precisamente un dechado de perfección.
Te deseo suerte en el certamen.
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