IV Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura

Noticias del III Certamen

22 marzo - 2007

64- Una amiga especial. Por Wagner
image_print

Estuviste siempre junto a mí atenta, cercana y vigilante. Más...  Durante años apenas reparé en ti inmersa en el descubrimiento de nuevas sensaciones, debutando en cada escena, sorprendida por el arco iris de posibilidades.  Estabas, pero no te prestaba atención.
Es curioso, entre el bullir de tantas ocupaciones, tú nunca tienes prisa.
Nos hablan de ti  en un tono tan lúgubre como obsceno. Dicen que eres  injusta  y alevosa causando dolor y desconsuelo a tu alrededor pero es mas cierto que a lo largo de la vida pocas veces se nos  habla con rigor de lo que de verdad importa. Nadie nos muestra el camino, nos lo encontramos de sopetón urgiéndonos a decidir  sin los mínimos recursos para adaptarnos al medio y las circunstancias; no tengo más que pensar en la primera vez que tuve a mi hija en brazos sin libro de instrucciones. No recuerdo que me advirtieran  que  por cada transgresión que cometemos hay un precio que pagar después, en algún lugar o en algún momento.
 Que bien te expresas tú sin decir nada.
Eres  orgullosa y no admites la indiferencia. Estás  cargada de razones que no comprendo y que te dan esa imponente envergadura que termina por hacerse presente irremediablemente a pesar del empeño que ponemos en ignorarte.
Te dejaste sentir cuando enfermó la abuela, ella resistió el envite sujetando sus  huesos con un débil pellejo hasta que abrazó a su último hijo. Después te llevaste a Javier con 17 años sin darnos tiempo a respirar, ya se que coqueteó imprudentemente con la droga. Y es que queremos creer que eres ese  revés que siempre les toca a los demás. Pero no, tienes un décimo de tu lotería para todos y cada uno de nosotros.
Recuerdo el día en que te presentaste en mi terreno sin avisar, como el amo, la dueña que no precisa  anunciarse con antelación entrando directamente en sus dominios. Apareciste  bruscamente inoportuna. ¡Vaya susto querida!  Tardé tiempo en sacudirme el vacío de esos segundos de  infinito silencio. Durante muchos meses tuvimos que convivir  íntimamente, mirándonos desconfiadas, sorteando  obstáculos, caídas y recaídas. La vida florece a la mínima oportunidad que le brindamos y comprendiendo esto  he tenido que aprender  a toda prisa en que consiste esta aventura. Pero ya había cometido muchos errores fatuos y esta es la hora de pagar  facturas.
 Aunque no lo creas, te conozco bien. Voy percibiendo con más claridad tus silencios, casi tan bien como la voz y las palabras. El tiempo aligera la necesidad y pronuncia los  matices que antes éramos incapaces de apreciar. Ahora valoro  diminutas percepciones distraídas quizá a la mayoría, apenas un brillo en la mirada, que me hacen sentir proximidad en el infortunio ajeno. No es poco amiga. También te he hecho frente  con valentía en ese forcejeo y también sé  que ha habido treguas. Pero eres una lección de tenaz paciencia inagotable, el signo inequívoco de los vencedores: aguardar la oportunidad sin cejar  jamás en el empeño.
Y tú siempre ganas.
A veces tengo la tentación de abandonarme para compartir contigo confidencias y comprenderte mejor. Pero siempre callas. Esa mudez  te da un toque  tan lejano y frío que  a nadie le interesa conocerte y en parte es lógico, hay demasiados prejuicios y mucho  miedo. Por eso no  pueden entenderme cuando les hablo de ti, de los muchos  ratos que pasamos juntas. No pueden  escuchar, sin revolverse, que converse contigo y  te tutee, que intentemos convivir con  cierta naturalidad.

Yo también me siento dividida en ocasiones. Una parte te aborrece y otra te anhela.  Una dicotomía  que no tiene salida posible  y que va dejando huella. A veces aislando en un baúl algunos afectos y ajustando la medida de los impulsos y las reacciones. Otras dejando que fluyan suavemente como una  enorme desembocadura donde las pequeñas aguas agitadas de los riachuelos se funden con la inmensidad de algún mar  en calma chicha.
 
  El tiempo… ese que contamos y conocemos…  digo…se acaba. Y reconozco que has  sido generosa y me has concedido temporadas hermosas que ya no me pertenecían según el reloj vital que me ajustaron. Ahora lo sé, tú no mides el tiempo. A saber que acuerdos tienes con la vida…pero ponerte cara a cara con ella y retaros a las dos ha sido apasionante. A  cambio, eso si, me has exigido  severas penitencias que he aceptado como un precio necesario  porque ese tiempo, creador al fin, tan  importante, era preciso para dejar los temores asentados, envolver de normalidad lo que  se anuncia como  pérdida.
 Los míos, mis amores, van entendiendo a duras penas que cada vez pase más tiempo contigo que con ellos, que no deje que ninguna mano artificial sostenga mi aliento.Te temo en ese aspecto porque sabes esperar cuando te vencen, pero entonces te vuelves cruel y  dejas libre al sufrimiento, sin asomo de clemencia, hasta que te reclaman y ruegan que les atiendas de nuevo. Prefiero esperarte tranquila,  no importa el día ni la hora. Aprovecho los minutos como el sediento una gota de rocío  y los saboreo. Siento el  placer consciente de tener un  tesoro en   cada segundo y aprovecharlo en dar aquello que me queda. Y  no necesito nada, solo paz.
 Sé que, cuando  vengas a buscarme, llorarán. Igualmente sé que sabrán seguir sin mí porque ya caminan solos y nadie es realmente imprescindible. También se que  permaneceré en ellos, en su recuerdo, gestos, risas y vivencias. Hemos practicado mucho  lo que de verdad importa, el nudo y argumento de la vida que a veces se elabora con humildes mendrugos de pan intuyendo en ellos unas dulces y sabrosas torrijas y de la secuencia final que es otra parte esencial de nuestra historia. Y cuando llegue, el desenlace, sabrán afrontarlo y me ayudaran a  despedirme con dignidad. Ya me he ocupado de eso.
Ves… ahora, después de tanto tiempo juntas, hasta me pareces hermosa cuando el  atardecer cubre el cielo de luces. A veces he llegado a llamarte a pesar de que no me inspiras confianza. Reconozco que ya no me pareces tan atroz, incluso puedo mirarte sonriendo porque atisbo en tu seguridad alguna suerte de paz que aún no conozco y que apetezco.
Tengo la sensación de haber concluido y me siento afortunada, en paz con mi existencia. Ha sido realmente hermosa a pesar de sus miserias. Lo que vine  a hacer está bien hecho y este espacio que se me brindó de más, aprovechado. Y  este sentirme plena para afrontarte me hace comprender el privilegio de ser  humano: poder sobreponerse y volar por encima de un  instinto urgente…primario. En eso, querida amiga, me siento ganadora.
Nunca estaré preparada del todo, no te burles, pero mirarte de frente me ayuda y sé que porque te observo y atiendo, aceptando tu compañía como se atiende a una amiga especial, me dejarás marchar, mas allá, serena.

63- La respiración de los hipopótamos. Por Binoche
65- Contra la pared. Rosas negras.