IV Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura

Noticias del III Certamen

29 marzo - 2007

84- El padre camionero y su hijo deforme. Por Roberta Jais
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Un día de invierno que hacia mucho calor, en un hospital que mas parecía carpa de la cruz roja , nació un pequeño bebe, salió por la vagina de su madre, todo sudado y sangrando llego a este mundo , sin un brazo , con el cuello doblado, la cara alargada y las piernas arqueadas; una enfermera quedo muda de horror, mientras el doctor sujetaba a la criatura con pena y compasión. La madre se estaba desangrando y gritaba de dolor, se retorcía de un lado hacia el otro, las enfermeras la trataban de controlar, hasta que el color de su piel cambio de rosado a amarillo enfermizo, su cuerpo empezó a tener grandes convulsiones y a bajar su temperatura, el medico le inyectaba calmantes, y ella de un salto cayó al suelo del pabellón y ahí murió… desangrada, muerta en su propio charco de placenta y sangre.
El padre de la criatura estaba trabajando en los remolque de camiones donde se desempeñaba desde los 8 años, era un tipo fornido, alto y musculoso, de carácter fuerte y prepotente.
Estaba subiendo un camión a la rampa cuando lo llamaron del hospital, después de recibir la noticia que su esposa había muerto en el parto y que su hijo era deforme, siguió subiendo el camión y después otro y después seis mas, hasta que anocheció, se fue a camarines, se ducho y cambio camisa, aún así la grasa de las manos y pecho no se salían , estaban impregnada a el hace mas de 20 años . Agarro su bolso y condujo su camioneta hasta el hospital, entro calmadamente y pregunto donde podía encontrar al doctor que opero a su esposa; inmediatamente mandaron a llamar al medico, el cual llegó al lado del esposo con cara de funeral, el miró al medico fríamente unos segundos, después lo tomo del cuello y lo elevo como metro y medio, unos paramédicos vinieron en su auxilio y el camionero con el otro brazo los tenia contenidos, después tiro al pobre medico contra la pared, y camino por el pasillo se tiro el cuerpo de su esposa muerta; el hombre, en brazos se llevo a su bebé recién nacido, nadie trato de detenerlo, pues era su derecho, esos cuerpo inerte era de su propiedad, desde el día que se casaron , el podía hacer lo que quisiera con esa mujer y así lo hizo por 4 largos años, el era dueño de ese bebé, por derecho propio, era su semilla, por mal gestada que fuese, era parte de él.
Llegó a su casa, puso al pequeño encima del sillón y a su mujer en la cama matrimonial, se sirvió un café bien cargado con un chorro de ron, y se sentó en la mesa de la cocina, pensó en tantas cosas, en lo bruto que había sido para tratar a esa mujer, en lo infeliz que la había hecho, pero todo se paga en esta vida, se murió a propósito para no tener que cuidar a ese ser, que no es mas que el conjunto de sus pecados hecho vida, un recordatorio hasta la muerte de lo mal hombre que fue.
El camionero se agarraba las cabeza con sus manos y emitía un gemido extraño desde el estomago, así era su llanto, lo aprendió desde pequeño ya que cada vez que salía una lagrima de sus ojos, su padre lo golpeaba con una pala en los brazos y piernas y le gritaba que llorar era de mujeres, después de la golpiza pasaba unas semanas en cama y así aprendió a llorar en el estomago, a que sus lagrimas se fueran por un conducto interno hasta la garganta y ahí en un gran trago de saliva tirarlas para abajo, ese era su ritual de pena, y ahora lo estaba haciendo denuevo, estaba sufriendo por el estomago, estaba sintiendo el luto, por su esposa…y por su vida.
Se quedo dormido encima de la mesa, durmió como tres horas y despertó sobresaltado con el tazón de café aun en la mano, inmediatamente se incorporo y fue a ver a su hijo que estaba en la misma posición que lo había dejado en el sillón, el recién nacido lo miraba atento, con su único pero gran ojo negro, el camionero pudo ver su propia imagen a través del reflejo de los ojos de su hijo, lo tomo en brazos y examino todas las deformidades que tenia, su brazo que faltaba, y de la otra mano solo tres dedos tenia, las rodillas arqueadas hacia fuera y solo tres dedos tenia por pie, el cuello era mas corto de un lado, y su rostro alargado, con los labios chuecos y solo un ojo.
Pensó en todas las desdichas que aun le faltaba vivir, en como este mundo se iba a encargar de refregarle en el rostro sus discapacidades, o peor aun…de hacerle pagar la incomodidad de tenerle lastima…
El ya sabia que es lo debía hacer, era su oportunidad de hacer algo bueno por alguien, o pensar en el bien de otro, por sobre sus deseos.
Agarro un cuchillo de la cocina, lo afilo bien contra el marco de aluminio del mesón y fue hasta la habitación donde estaba el cuerpo de su mujer, quieta, callada, sin molestar a nadie, así igual a como había sido en vida, el se sentó a su lado, le tomó la mano, estaba tan fría y tan suave, nunca le había sentido su piel realmente, se acerco a su cuello y inspiro fuerte, nunca le había sentido su aroma, le acomodo el pelo y por debajo de sus extremidades y cabeza puso unas bolsas de almacén, y empezó por sacarle su ojo izquierdo, no sangro casi nada, salio entero, sin esfuerzo, después corto dos dedos de su mano derecha, tampoco sangraron, y los dedos del pie solo un poco, ahora venia lo mas difícil, cortar el brazo izquierdo, para este trabajo tubo que traer el hacha, le propino un corte certero y milimétrico, perfecto, la sangre salió un poco espesa, pero no en chorro, sutil, como cuando el helado se derrama por el cono .
Limpio todo, boto las bolsas y lavo a su mujer, miró dentro del armario y vio que solo tenia un vestido, tan sencillo como una sabana con mangas, el estomago del camionero volvió a sonar.
Cuando ya estaba vestida y peinada, el hombre busco una cámara fotográfica muy antigua que era del padre de ella, la sacudió bien y tomo una foto al cielo por si funcionaba, y después una a ella, ahí recostada encima de la cama, tan angelical, a pesar de estar mutilada.
Después de todo este rito con el cuerpo de su mujer, lo que venia ahora no era nada, no tenía por que ser nada, no tenía porque sentir dolor, porque el dolor mental ya lo había matado…
Pasaron los años, la vida del camionero y su hijo deforme era de extremo aislamiento, para la único que el hombre salía era para vender algunos huevos o cambiarlas por otros alimentos, ya que tubo que abandonar los camiones por no poder manejar con un solo brazo.
Un día el pequeño deforme que ya tenia como unos 5 años salio a jugar al patio que estaba rodeado de grandes murallas de barro y se percato que el portón de la entrada estaba entreabierto, con cautela y dubitativo se asomo al exterior y lo primero que ve es a uno de esos monstruos que tanto le había hablado su padre, era como el los había descrito, con dos brazos, dos ojos, altos, de rostros pequeños y muchos dedos, realmente eras escalofriantes, el niño se estremeció entero de miedo y compasión por aquella extraña criatura, con el corazón que le latía a mil por hora, cerró bien la puerta y espero paciente a que su padre regresara del pueblo.
Se sentaron a la mesa a comer y el pequeño niño le contó lo sucedido a su padre, el camionero lo escuchó callado y apesadumbrado, terminaron de comer y mando a su hijo a acostarse, el lavó la loza de la cocina, barrio el suelo y apago las lámparas de parafina de toda la casa, fue a la pieza de su hijo y le acaricio el pelo, saco despacio la almohada de debajo de su cabeza alargada y la presiono fuerte encima de esta, el pequeño aleteo unos segundos y vino la calma, el sosiego eterno para esa inocente alma. El camionero se sentó al borde de la cama y su estomago empezó a sonar mas fuerte que nunca…

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