Michelle era una mujer feliz. Tenía la piel negra como el ébano, y los cabellos oscuros y rizados. (más…)
Yo habría jurado que había dejado las llaves del coche encima de la mesa. Pero si no están ahí, es evidente que debo haberlas dejado en algún otro lugar. (más…)
-Buenos días Marcello, ¿cómo esta hoy Nicoletta?
-Bien doctor Basaglia. Pasó la noche durmiendo tranquilamente. Esta mañana desayunó un tazón de leche y un bollo, y ahora está en su habitación junto a la ventana tomando el sol. (más…)
Don Rafael dispuso la mesa de caoba con sobriedad. Un sencillo mantel amarillo sin adornos, la enhiesta vela por estrenar y aquella vajilla antigua, elegante y sólida, hace años oculta en el primer cajón del aparador. (más…)
Escribo esto desde Cork, una ciudad de la bella Irlanda, gracias a una beca a la que estuve a punto de renunciar. (más…)