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121-Variaciones sobre Casablanca. Por H.Beil

Ayer regresé extirpado de Casablanca sin tan siquiera haber estado en ella…

“¡No te anticipes! Concédeme la prolongación de un inciso: obtuve en un concurrido casting el papel de voz en off omnipresente… ¿Permitirás a un servidor realizar su trabajo? En tercera. Gracias.”
Maquillaje, focos, acción: En un acto de mimética adoración al Jesús de Belén de turno, nuestro particular mega-Bogart maquinó un idéntico juego de años uno. En su afán de mitificación ignoró los albores de 1895, ubicando su particular portal en fecha de 1942. Por supuesto en Casablanca. Esa políglota puerta de la Francia libre, con tendencias a encontronazos de latentes enamorados. El lugar donde según su enfermiza visión nació la Película. Todo era tan tristemente bonito: la conoció en París, la perdió camino de Marsella, y Sam, el bueno de Sam, la reencontró en un café de la dichosa ciudad norteafricana. Interpretaciones corales de la Marsellesa, aeródromos con niebla, salvoconductos errantes, nazis tibios y héroes callados de la Guerra Civil española… y siempre, ajeno a las segundas de la aguda ironía, el ingrediente de los ingredientes: el amor. Amor, amor y más amor. “¡Dios…! ¿Qué demonios significa…?”
-¡Hola, hola, hola! Bastón saluda cabeza.
-¡Sangro! ¡Estoy sangrando! ¡Me has abierto la…!
-Lástima, lastimita.
-¿Quién coño eres?
-Tan sólo vomitaré en presencia de mi abogado. ¿Quieres tu serlo?
-¿Debo responder?
-¿Te gusta mi sombrero?
-Hombre…
-¿Pero de qué hombre me hablas? Es un sombrero mujer, mujer. A ver tío listo, ¿qué videas?
-¿Videar? Tu cara. ¿Eres el pequeño Álex, no? Un día fui fan de Stanley Kubrick.
-¿Y a mi qué explicas? ¡Qué masacren al fan!
-Video a Pedro y Heidi en los Alpes.
-Joder, ¡joder! ¿Otra vez esa niña de mierda? ¡Degolladlas! ¡La madre que las parió! ¡Qué las masacren a todas! ¡Qué no quede una cabra viva! ¡Ya está! ¡Ya está! La isla. Su Ilsa.
-Definitivamente… He perdido el control del off.
-¡Basta de conversación! Porteo un mensaje en re menor y mucho tiempo que perder, ¡pero no contigo! ¡Así que exijo no me repatees la paciencia y toda tu menguada atención! Bien de bienes. Si no quieres volver a ver esta jeta, escucha y ejecuta: ¡A callar cretino! ¡Por el momento no toca! ¿Clarito queda? Mega-Bogart, asumes el protagonismo en primera. ¡Narra!
-Bien, lo volveré a intentar:
Ayer regresé extirpado de Casablanca sin tan siquiera haber estado en ella…
-¡Buenos días señor!
-¿Vosotros otra vez?
-Estamos buscando a un perro llamado Niebla. ¿Lo ha visto?
-No.
-¿Está seguro?
-Creo estarlo. ¡Es ella! ¡Ingrid, soy yo, un fan! ¡Ingrid!
-¡Señor, Niebla estaba con el fantasma! ¡Niebla! ¡Señor, no corra! ¿Quiere un cuenco de leche para celebrarlo?
-No.
-¿Por qué?
-¡Suéltame, voy a perderla!
-¡Pedro, trae a Blanquita!
-¡Ingrid!
-¡Buenos días, señor! Soy Pedro.
-No le gusta la leche, Pedro.
-¿Dónde está? ¡Ha desaparecido!
-Blanquita está aquí.
-¡Mierda cabra! ¡Apartadla…!
-Pero es Blanquita…
-¿Habíais visto antes a esa mujer?
-¿Al fantasma de las rocas? Vive en nuestra isla… Intenta huir del volcán, pero nunca lo consigue.
-¿Nunca?
-Nunca señor. Encantados de conocerle, pero no podemos hablar con desconocidos.
-¡Mierda de mierdas! ¿Dónde coño se ha metido la voz en off?
-¡Aquí! Escondido. Me han callado.
-Lo vi. Un melómano con sombrero en re menor… Ultra-violento.
-¿Nos vamos?
-¿Sin Ingrid?
-Se queda en el sueño del volcán. Si me la juego, nos esperan en un lugar donde no habría espacio para vuestros pequeños mundos. Te recuerdo que entré en una forzada convalecencia temporal.
-¡Pero si no nos hemos llegado a conocer!
-De lejos.
-¿Y?
-Está harta de bajitos feos.
Primer mito al agua. Media vida idolatrando a una figura pensada más allá de lo ideal, y en tan sólo un segundo eolio, volatizada para siempre. No estaría de más señalar la llegada de lo que queda de Casablanca. Me la he jugado.
Fue allí, en aquel decorado de la Warner, en el Hollywood de la Segunda Guerra Mundial, donde nuestro mega-Bogart, aún aturdido, aceptó que los mitos caen por tendencia natural en el pecado de lo humano; que desnudos de focos, alzas, cámaras y sombreros, son solo hombres. Habitantes de un mundo sin palabra mágica, donde la acción gusta iniciarse por si misma. Dos tristes siluetas flotaban sobre la niebla y su aeródromo articulando inconsistentes e inútiles palabras. Desde la grúa de su mente, nuestro mega-Bogart descendió hacia el transcurrir de aquel monólogo con replicante. Fijando el primer plano de una pregunta desesperada: “¿Por qué…? ¿Por qué no se quedó?”. El propio Rick estaba extirpándole su mito y no existía anestesia capaz de mitigar dolor parecido. En los abismos de su particular grúa se alzaba un hombre derrotado en el arte de amar en pequeños espacios. Lloraba. Junto a él, la esencia del cinismo vio mutar su escaso metro sesenta por un pañuelo humano de celuloide. ¿Dónde estaba el capitán Renault? ¿Qué se había hecho de la mítica amistad recién nacida? Todo tenía su razón de ser: no existía nadie mejor que Fred para comprender. Perfecto conocedor de los amargos sinsabores del desamor en su enloquecida historia de amantes y gato sin nombre. El beso en el callejón tuvo un después que constató que nadie era de nadie. Fred, era capaz de ver al ser humano que había más allá del mito roto. Rick tenía derecho a llorar en Casablanca. Quietos, encararon eviternos una pista ajena al vuelo; contemplando el lugar que perteneciera al fantasmagórico aeroplano. El perfume que llevaba Ilsa aquella noche ya no se podía oler.
-Acéptalo Rick, Ilsa se fue, se fue para siempre.
-¡Auanbabuluba Balabambu!
“¡Maldita sea, Alex no! ¿Quién me mandaría presentarme al casting? Me las piro. ¡Corten!”