Soneto a Miguel Hernández. Por Concha Morales

Miguel mostraba sombría la mirada,
mudo el semblante, opaca la sonrisa,
era su alma juguete de la brisa.
Fue su vida una dura puñalada

que el viento amargo cosía y descosía
dejando huellas mortales en su frente.
Nunca intentó su espíritu valiente
volver la espalda al dolor y la agonía.

Regresó a la tierra como vino,
investido de rayos y huracanes,
derrumbado por ultrajes malhechores;

quebraron su entereza, su destino,
su ideal y la querencia a unos afanes
que se pudrieron con él, bajo las flores.

Concha Morales
Madrid

Comparte

2 comentarios

  1. Concha Morales

    Leer a Miguel Hernández en España a finales de los años 60 no era una tarea fácil. Sin embargo, un día se cruzó en mi camino «El Rayo que no cesa» y sus versos aún siguen revoloteando por mi habitación. La poesía, la vida y la muerte de M.Hernández demandan un reconocimiento universal que ojalá se haga realidad el próximo 30 de octubre. Fue mi primera referencia poética y hoy sigue siendo uno de mis autores preferidos por la frescura, hondura y autenticidad de sus versos. Me entusiasma comprobar cómo la juventud española del siglo XXI disfruta con Hernández. Para despedida os dejo con todo un canto a la esperanza que, por fortuna, desde 1975 es una realidad:

    «La juventud siempre empuja,
    la juventud siempre vence,
    y la salvación de España
    de su juventud depende». MIGUEL HERNÁNDEZ

    Un saludo afectuoso para todos. Concha Morales

  2. Irene Vázquez

    Precioso sonteo Concha. A veces creo que Miguel Hernández no era consciente de cuantas otras palabras encadenaba en las manos de otros poetas.
    En tu comentario ya explicas el proceso por el que conquistó tu corazón poético.Enhorabuena.
    Un abrazo

Deja una respuesta