Con sentido Critico

 

Prestidigitadores de la palabra

Inmaculada Sánchez Ramos

 


En la sociedad actual, el relativismo campa por sus respetos de un modo claro y rotundo. Se pretende la existencia de conceptos volátiles, como si esto, en sí mismo no fuera un oxímoron, se pretende la existencia de conceptos flexibles, a tal punto que pueden contener una idea y la antagónica, se pretende la no existencia de fundamentos, por lo que los artificios que montamos sobre ellos no pueden más que tambalear. En definitiva, se pretende la existencia de las “no ideas”.


Este relativismo existencial es una realidad simple y compleja al tiempo, tan simple como su aséptica formulación en el tradicional sofisma que reza “todo es relativo”- al parecer menos esta afirmación- y tan compleja como sus múltiples manifestaciones.


El relativismo da la cara de diversos modos, en forma de relativismo moral, en forma de relativismo cultural, cuyo “máximo exponente” es la Alianza de Civilizaciones y en forma de relativismo, digamos…, semántico. Difícil es ver cual de todos ellos es más perverso, pero quizá, el relativismo “semántico” sea el que ostente este “privilegio” ya que se constituye en una muy eficaz herramienta a la hora de la implantación y divulgación del relativismo como modo de vida.


El “relativismo semántico” consiste en romper la identidad existente entre un concepto y el término que lo denomina. El relativismo semántico nos permite vivir en el “como si” continuo pero nunca en el “es”. Es la ambigüedad en estado puro, es la ambigüedad en el punto de origen. No hace falta retorcer las frases para fingir un razonamiento que no hila, simplemente es necesario que un determinado vocablo signifique lo que a mi me interesa que signifique en ese contexto y ¡se acabó!, así de fácil, así de simple.


Existen verdaderos maestros de esta técnica. Técnica embaucadora y torticera, y no tenemos que buscar muy lejos para verlos. No es una técnica talentosa, ¡en absoluto! pero.. eficaz, muy eficaz.


Son verdaderos “magos” de la palabra, son pícaros de la verdad, son, en definitiva, prestidigitadores de la palabra.
 

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