Mi VECINO 

Inmaculada Sánchez Ramos

 
   

Como algunos de ustedes saben yo escribo en diferentes medios electrónicos y existe en los mismos, como es lógico, diversos columnistas que comparten espacio mediático conmigo. No sé si a otros le pasa, pero a mí me atrae mucho leer todo aquello que éstos escriben en sus columnas. Naturalmente, de leerlos vas conociendo la óptica a través de la cual ven la vida y adviertes los matices con los que cincelan sus días. Y sabes sus manías, y sabes sus temas favoritos, pues en esto de escribir todos nos repetimos mucho, y sus temas tabúes y escrutas poco a poco algo de su alma, y les coges cariño, y los echas de menos cuando no publican y, por cierto, cuanto esto ocurre, cuando fallan, piensas incluso que les ha pasado algo.  Realmente, estableces una relación de verdadera hermandad y eso pasa y es bonito, es una vecindad, ¿cómo decir?, una vecindad de tertulia de café decimonónico.  En muchos casos, incluso estableces un diálogo más o menos frecuente con ellos, lo que hace que la relación pase a  otro plano, al plano, de la amistad. De hecho, entre blogger hacemos incluso encuentros presenciales. Pues bien, esto me ocurre a mí con mi dilecto vecino Julio Cob, cuando lo leo con ese estilo tan fluido a la vez que cuidado, con una temática variada y culta, la verdad me encanta y de tarde en tarde, intercambiamos algún que otro mail comentándonos nuestros respectivos escritos. Hace poco recibí un mail suyo acerca de un escrito mío en mi blog “Desde la Libertad” y créeme Julio me hizo mucha ilusión y pensé, bueno la verdad no lo conozco… ¿ó si?.  Realmente sí, de facto es mi vecino, mi VECINO con mayúsculas. ¡Ah!, por favor, no dejes de escribir.

 

 

 

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