Certamen patrocinado por IRC-Hispano

·   Inicio


·
Concurso


·
Bases


·
Premios


·
Relatos .Finalistas


·
Jurado


·
Fotos-KDD


·
Entrar al canal


· Agradecimientos


· Prensa


· Enlaces


Relatos

Seudónimo: Ian O-wachi

Titulo: Si tengo alas, puedo volar

 

Cuantas veces no hemos deseado algo que parece imposible, algún sueño inalcanzable. Seguro que nos ha pasado a todos alguna vez, incluso es posible que a algunos aun nos ocurra.

Algo así le pasó a Alvin, el protagonista de nuestra historia. Alvin era un joven granjero. Su granja estaba situada en un extenso valle, donde además tenía grandes campos de trigo. Era un sitio tranquilo, donde prácticamente solo se oía el sonido del viento y los animales, un lugar donde se podía sentir la belleza bajo nuestros pies o sobre nuestra cabeza, donde la belleza nos rodeaba y envolvía, era algo que se podía sentir, como una presencia ; la presencia de la vida.

No pensaban así los hermanos de Alvin, que decidieron abandonar la granja y buscar otras cosas en la ciudad. Intentaron convencer a Alvin para que se marchara con ellos, que no había futuro allí en la granja, que era una locura quedarse allí. Pero tuvieron que rendirse porque comprendieron que nadie podría mover a Alvin de una tierra que era parte de su vida y de la que él formaba parte. Ni un ejército entero hubiera conseguido llevarse a Alvin a una ciudad. Además comprendieron que un espíritu indomable como el suyo jamás podría ser feliz en una ciudad, ni tan si quiera sobrevivir.

Es así como Alvin se convirtió en un soñador, uno de esos supervivientes de una última tribu que se resisten a extinguirse, a desaparecer. Uno de esos seres que mantienen un sueño con vida para algún día poder hacerlo una realidad; un Ultimo Guerrero de una tribu olvidada, sin más armas que su propia alma y su determinación a ser realmente libre.

Las demás granjas se encontraban a varias millas de la suya, aunque en el valle todos se conocían. Pero aun así rara vez se encontraba con alguien, pero eso no parecía importarle demasiado.

Alguna vez pasaba por la granja algún vecino que iba de paso y hablaba con él, mantenía una buena relación con todos. Sus vecinos le apreciaban mucho pero pensaban que estaba demasiado solo y que no era bueno estar así tanto tiempo. Pero bueno, no importaba lo que pensasen los vecinos.

El no se sentía solo para nada, tenía muchos animales en la granja. Tenía varios perros, de los cuales dos de ellos eran sus preferidos, Moonlight y Brutus.

Moonlight era una perra huskie, de unos seis años de edad ; tenía un ojo de cada color (uno marrón y el otro azul ) , era delgada y muy ágil. Su mayor ilusión era jugar y que la acariciasen, nunca tenía bastante y es que era una perra muy cariñosa, era la mejor amiga que se podía tener. Una noche de verano con una luna llena preciosa, cuando aun era un cachorro salió de la casa y en los escalones de la casa empezó a aullar alzando su cabezita a la luna, dejando volar su voz en una imitación muy graciosa de un lobo. La luz de la luna la bañaba por completo y era una visión maravillosa verla allí tan pequeña y a la vez tan blanca y hermosa. De ahí su nombre, Luz de Luna.

Brutus era totalmente diferente, era un perro pequeño de color marrón claro, algo gordito pero sorprendentemente rápido. Todos los perros de la granja le temían, a pesar de ser el más pequeño. Se sentía el lider del grupo y cuando no se hacía lo que el quería la emprendía a mordiscos con todo lo que se cruzase en su camino; cuando Brutus aparecía era mejor esconderse. Era curioso ver a perros mucho más grandes correr asustados, perseguidos por el pequeño Brutus que corría como un poseso. Eso no quiere decir que fuera un mal perro. Tal vez al sentirse el más pequeño siempre supo que debía de luchar por sobrevivir, por hacerse respetar, pero nunca pensó que llegaría a ser tan respetado, así que se sentía muy orgulloso de haberlo conseguido.

Siempre que Alvin salía a los campos lo hacía en compañía de sus dos amigos. Moonlight iba siempre a su lado y Brutus iba siempre delante con la cabeza al viento dando saltitos, intentando atrapar cualquier cosa que se moviese. A medida que se adentraban en los campos, la hierba era cada vez más alta y cubría por completo a Brutus, de manera que solo se le veía cuando daba alguno de sus increíbles saltos. Alvin pensaba que si existieran olimpiadas para perros, sin duda Brutus habría ganado en salto de altura.

Poco a poco el joven Alvin se fue distanciando más de las personas, de las que no entendía practicamente nada. El sentía que tenía más en común con los animales, de los que percibía una gran sabiduría. Había en ellos una paz inmensa, una memoria anterior a la del hombre y una fortaleza mucho mayor.

Admiraba a todos los animales. Algunas noches, cuando no hacía mucho frío, salía a pasear e iba hasta un pequeño lago que había cerca de la casa. Se sentaba en la orilla y miraba las estrellas bañándose en su luz, mirando los dibujos que formaban en el cielo. Había oído una vez una vieja leyenda india que decía que cuando un ser querido muere, en el cielo nacerá una nueva estrella, que brillará más que todas las otras y si la miras te dará siempre buena suerte en tu camino.

En la otra orilla del lago se oían, a veces, los aullidos de una manada de lobos. El empezó a imitar sus aullidos hasta conseguir parecer uno de ellos y muchas noches le respondían desde la otra orilla pensando que era algún lobo solitario que había perdido a su manada.

Fueron pasando las semanas, también los meses y Alvin empezó a comprender el lenguaje de los animales, entendía todos los sonidos que emitían y además imitaba muchos de ellos a la perfección. Se podría decir que Alvin tenía un poco de cada uno de ellos.

Un día, mientras trabajaba en los campos de trigo, vió algo que cambiaría su vida. De repente, un viento empezó a agitar los tallos de las plantas, había un gran silencio. Levantó la cabeza hacia arriba y ahí estaba ; la observó sobrevolar por encima de su cabeza. Era un ave impresionante, la más maravillosa que hubiera visto nunca. Era un águila de color gris con el vientre blanco y el pecho gris oscuro, con unas alas muy anchas y la cola corta. Era fabuloso verla volar, tenía una elegancia indescriptible. Transmitía una sensación de libertad tan grande, que Alvin pensaba que podía volar a su lado. Un rato después de haberse marchado el águila, Alvin aún seguía parado, perdido en sus pensamientos, un nuevo sueño estaba tomando forma dentro de su cabeza, más aún, dentro de su propia alma.

Los días siguientes la volvió a ver sobrevolando por encima de él. Llegaba siempre a la hora en que empezaba a soplar un suave cierzo sobre el valle, por la mañana. Cada día volaba un poco más bajo, podía sentir su fuerza al pasar muy cerca de su cabeza. No era normal que un águila volase tan bajo, era como si quisiera decirle algo.

Una mañana, nuestro joven soñador, se levantó temprano como de costumbre. Desayunó y se disponía a ir a los campos de trigo, cuando descubrió al águila volando frente a la casa. Se alegró mucho al verla y comprendió que había llegado la hora que tanto había esperado. Era su oportunidad de hacer lo que siempre había querido ; ser libre como un pájaro.

Llamó a sus amigos Moonlight y Brutus, esto fué lo más difícil, ya que les adoraba más que a ninguna persona en el mundo. Les llevó a casa del vecino que vivía más cerca de casa y con un gran dolor muy dentro de él, dejó una parte de su espíritu con sus amigos. Ellos se quedaron tranquilos mirándole y comprendiendo que debía de marchar, sabían que se tenían el uno al otro además y eso les hizo sentirse felices y afortunados de que así fuera.

 a.. Brutus, pequeño, debes cuidar a nuestra amiga Moonlight. Sé que lo harás bien, siempre fuiste un perro valiente.
Brutus ladró en señal de respuesta, estaba claro que había entendido y que defendería con su vida si era necesario a su gran amiga.

El águila esperaba en el camino y Alvin sabía que debía hacer. Así que la siguió a través del bosque, durante un par de horas, hasta llegar a una gran colina, la más alta de todas las que habían en varias millas alrededor. Comenzó a subir, al principio con algo de miedo, pero a medida que subía le inundó un gran bienestar porque se acercaba el momento que tanto había deseado.

Al llegar a la cumbre, allí estaba el águila esperándole, parecía estar orgullosa de su joven amigo. El mundo se veía maravilloso desde allí arriba.

De repente empezó a soplar un suave viento cálido a su espalda, como un signo de que debía hacerlo. Sin pensar en nada tomó carrera y saltó al vacío. Comenzó a caer como una piedra, y fue entonces cuando el águila que volaba a su lado le dijo :

 a.. Alvin, tus alas, utiliza tus alas.
Tardó un momento en darse cuenta que allí donde antes estaban sus brazos habían ahora alas. Comenzó a moverlas como si hubiese hecho aquello durante toda su vida y sintió que podía volar.

Se sintió tan feliz como es difícil de imaginar que se pueda llegar a serlo. Pero el no pensaba nada, simplemente volaba.

 

© Ian O-wachi

 

VOLVER

certamen@canal-literatura.com
© 2013 Asociación Canal Literatura. Todos los derechos reservados