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Relatos

Seudónimo: Coronel Aureliano  

Titulo: Pueblo de burros
 

De la paradisíaca ciudad de Cartagena zarpó un barco bananero con destino a la ciudad de Costadentro, en la Nueva República de Orcón, ubicada por los Geólogos en el Sur de Europa, por los Cartógrafos en el Norte de África y por los Arqueólogos en el oriente de Asia. El barco, llamado “La unión”, zarpó con las cajas completamente llenas de banano y, según el Capitán, ni un solo cupo disponible para un nuevo navegante.  A bordo, el Capitán, un hombre estricto, pequeño y malgeniado, estableció las instrucciones de navegación a la tripulación y al empleado de la compañía bananera encargado de recibir el pago en el lugar de destino.

Fueron cinco días de ininterrumpida navegación, en los que solamente la tercera noche fue de distensión, la cual fue aprovechada por los navegantes para beber ron y cantar vallenatos al ritmo del acordeón. Al sexto día, ya se podía ver cerca la ciudad de Costadentro, que parecía una ciudad del interior, por el vestir de sus habitantes, quienes, a pesar de la alta temperatura, usaban camisa de manga larga en lugar de guayabera, pantalón largo en lugar de corto y zapatos negros de charol.

Donde terminaba el mar y empezaba la arena, se podía ver una hilera de altos morenos, perfectamente alineados en dos filas, que esperaban el arribo del barco para descargar la mercancía y transportarla hacia los camiones, más atrás ordenados de igual manera. Inmediatamente después de que el Capitán ordenaba lanzar el ancla, bajaba a tierra el empleado de la compañía bananera, quien después de cruzar algunas palabras con el representante de la empresa compradora, daba el visto bueno para que los morenos comenzaran la descarga.

Dos horas y media llevaban los morenos bajando las pesadas cajas del barco y posteriormente subiéndolas a los camiones, -que cada diez minutos partían y cada veinte regresaban para ser de nuevo llenados – cuando uno observó, detrás de algunas cajas, un objeto extraño que parecía intentar moverse. De inmediato pidió ayuda a cinco compañeros, que se apresuraron a retirar las cajas para obtener una mejor visibilidad y se sorprendieron al descubrir algo que parecía un animal, de orejas grandes, cuerpo lleno de pelo y cascos en las patas, que emitía un raro sonido por el hocico.  Los seis morenos, completamente asustados por lo que creían era un demonio, salieron del barco corriendo, gritando y alertando a sus compañeros sobre la presencia del extraño. Posteriormente, después de una larga reunión, decidieron no continuar, hasta que el animal no fuera apeado del barco.  

Mientras el empleado de la compañía bananera explicaba al indignado comprador la posible procedencia del animal, éste fue sacado del barco y amarrado en una palmera de manzanas -muy comunes en aquella ciudad-.  Los morenos apresuraron su trabajo y media hora después había partido el último camión con las cajas finales. La playa había quedado casi vacía,  solo con la tripulación del barco subiendo a bordo el oro, que había entregado el comprador como pago.  Un marinero desamarró al animal de la palmera de manzanas para también llevarlo a bordo, pero de inmediato se escuchó un grito

- A dónde cree que lleva ese animal? – gritó el comprador

- Pues de vuelta al barco – respondió el marinero

- Ese animal se queda acá – replicó el comprador

- Pero si solo es un burro! – dijo asombrado el marinero

El comprador mostró al representante de la compañía bananera el contrato firmado seis meses atrás por representantes de ambas compañías, en el que se podía leer el artículo que claramente especificaba quién era el nuevo dueño de todo el cargamento del barco, después de haber pagado la cifra pactada más abajo. El vendedor no tuvo más remedio que aceptar y ordenar al marinero hacer entrega del burro al Comprador, quien lo tomó de las riendas y se alejó despidiéndose del vendedor y la tripulación del barco.

El comprador, ante la mirada de cientos de curiosos, caminó dos kilómetros con el burro por las calles de Costadentro, dirigiéndose a las oficinas, donde preguntaría al Presidente de la compañía el uso que se le debería dar a la nueva y extraña adquisición. Al llegar al edificio empresarial, amarró el burro al lado de un lujoso Mercedes Benz y subió hasta el veinteavo piso, donde estaba la oficina del Presidente. El Presidente de inmediato bajó los veinte pisos, para ver el animal con sus propios ojos, y felicitó a su empleado por  tan audaz maniobra comercial, creyendo que el burro era un producto de exportación y que ahora su Empresa no solamente se dedicaría a las importaciones. De inmediato ordenó a quien correspondía averiguar ante el Ministerio de Medio Ambiente cuál era la pareja del extraño animal, para comprar una y hacer que se reprodujeran cuanto antes. La razón del Ministerio llegaría solamente hasta el siguiente día,  así que el  ilusionado Presidente decidió llevar al burro a su casa, para asegurarse de que nada le faltaría a su futura fuente de ingresos. Ya en casa, le dio cuanta comida y bebida encontró para averiguar los gustos del animal, que solamente se conformó con el pasto del jardín y un poco de agua, rechazando quesos, manzanas, naranjas, jugos naturales y gaseosas.

Al siguiente día, después de pasar toda la noche observando al animal por la ventana, el Presidente partió con él hacia las oficinas. Frente al edificio, había un camión del Ministerio del Medio Ambiente, que recibió al Presidente y le ordenó hacer la entrega del animal al organismo, argumentando que una nueva especie podría dañar el equilibrio ecológico, así que el cuadrúpedo sería objeto de exhaustivas investigaciones para descubrir su utilidad, sin que pusiera en riesgo el medio ambiente de todo el país. El Presidente, al comienzo bastante exaltado, se tranquilizo al ver el documento que notificaba que después de concluir las investigaciones, el animal sería devuelto a su legítimo dueño para que lo utilizara según su conveniencia.

En el mejor laboratorio veterinario del país fue sometido a un sinnúmero de exámenes para determinar su cadena genética, su estado físico, su peso, resistencia, fuerza, etc..., pero como no se tenían registros de animal parecido, fue imposible hallar su descendencia y por ende establecer una actividad en la que pudiera ser de alguna utilidad. Tres días duraron los científicos observando detalladamente su comportamiento, pero fue una tarea en vano, ya que el burro únicamente se movía de su sitio para comer y beber.

El asunto ya ocupaba los principales titulares de la prensa, que utilizó sus mejores columnistas para describir a los lectores, televidentes y radioescuchas, el problema en el que se encontraba el Ministerio de Medio Ambiente y el país entero, al no encontrar la utilidad de aquél extraño animal, sin que éste destruyera el equilibrio ecológico del país. Algunos le restaban importancia, diciendo que era un espécimen Americano desconocido y por lo tanto se debería tener encerrado durante los próximos seis meses, cuando llegaría de Cartagena el próximo cargamento de banano, para devolverlo inmediatamente a su lugar de origen. Otros, estaban de acuerdo con encerrarlo seis meses, pero recomendando que se debería preguntar a los tripulantes del barco la utilidad que se le daba en América y emplearlo en lo mismo. Y algunos más radicales, recomendaban sacrificar al burro y evitarse futuros problemas, ya que decían, era un enviado de Satanás. 

El Presidente de la República de Orcón, bastante preocupado por la suerte del burro y de su nación, decidió solucionar el problema de inmediato, enviando un correo con sello de “Alta importancia” a su homólogo de Colombia, comentando la situación y preguntando la utilidad que en su nación le daban al animal. Dos días más tarde, llegó la respuesta desde Colombia en la que, en una sola línea, el Presidente explicaba a su semejante de Orcón la utilidad del burro en su país <<El burro es un animal de carga>> decía la nota. Visiblemente feliz, el Presidente de Orcón  al siguiente día expidió el siguiente comunicado:

La Presidencia de Orcón informa:

Que en ejercicio de sus funciones, realizó los contactos pertinentes con la Presidencia de la República de Colombia, para establecer la utilidad que se le debería dar al animal que en días pasados llegó a la ciudad de Costadentro y el cual no había podido ser empleado en ninguna función, para proteger el equilibrio ecológico de todo el país. Recibida la respuesta del gobierno Colombiano, el Presidente de la República Decreta:

  1. Que a partir del día de mañana, todos los Orconianos deberán cargar el animal, que de ahora en adelante llamaremos Burro, por las calles y carreteras del país en un lapso no mayor a 10 minutos por persona.
  2. Que este decreto es de OBLIGATORIO CUMPLIMIENTO, por lo tanto desde el día de hoy se ha creado el grupo élite de la Policía Nacional, denominado “Fuburro”, cuya misión será hacerlo cumplir.
  3. Que en el día de mañana, en la primera página de los principales diarios del país, saldrá publicado el orden y los recorridos que deberá hacer cada ciudadano cargando el burro.

De esta manera, damos por concluida la discusión nacional que se ha originado en los últimos días.

 

Firma

 

Dr. Sigifredo Ahuyama

Presidente de la República de Orcón

 

© Coronel Aureliano  

 

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