Ganadores del Segundo Certamen De Narrativa Breve

Ganadores del Segundo Certamen De Narrativa Breve

Alfredo Gustavo Espeche OrtizPrimer Premio. Alfredo Gustavo Espeche Ortiz periodista argentino de 48 años, ha sido el ganador del del II Certamen de Narrativa Breve Canal Literatura.

Nacido en Buenos Aires, Argentina, hace 48 años. Soy periodista, una actividad que desarrollo desde hace casi tres décadas, actualmente en la agencia de noticias nacional, Télam, desde hace 10 años, después de haber trabajado en diversos medios escritos y radiales, y alguna breve experiencia en TV.

Mis primeros textos literarios, unos cuentos muy trágicos y sencillos, los escribí durante mi adolescencia, y poco después no sé si los perdí o desaparecieron en alguna mudanza o entre otros papeles que hubo que quemar o destruir en la época de la dictadura, cuando leer ciertos libros o revistas era un delito. No intenté reelaborarlos.
En los 80 retomé la escritura y produje cuentos, de los cuales tengo varias decenas. También comencé una novela, pero me quedó sin aire y no la concluí; luego terminé otra, pero no me gustó y la archivé. Después empecé una tercera, que me gusta, pero ya lleva inconclusa varios años, aunque espero terminarla pronto.

Con los cuentos me fue mejor: a principios de los 90 obtuve varios premios menores y menciones, hasta que en el 93 gané el primer premio de la editorial El Francotirador Literario, que consistía en la publicación de un libro propio. Pero en un país famoso por la corrupción, la literatura no es la excepción y, pese a que fue anunciado en los diarios, la edición de mi libro no se concretó.
No volví a participar en concursos hasta el año pasado, pero ya no en Argentina, y sólo envío a certámenes en Europa u otros países. En 2004 gané el primer premio de Encuentro de Dos Mundos, en Francia.

Otro de mis placeres es viajar. Conozco unos 45 países, muchos de ellos gracias al periodismo, ya que varias veces fui enviado especialy también corresponsal de guerra..
Tras la debacle económica argentina de 2001, viajar al primer mundo se volvió muy caro, así que seguí viajando por América Latina y descubriendo lugares en Argentina.
Con mi moto recorrí varias decenas de miles de kilómetros en Argentina y países vecinos en los últimos tres años.

También el tango, la música de mi ciudad, es uno de mis placeres. Lo bailo varias veces a la semana hasta avanzada la madrugada. Gracias al tango volví a Europa en 2003, cuando me invitaron a integrar un grupo de baile que realizó presentaciones durante el verano boreal.
Para finalizar, siempre me gustaron los deportes, en general los llamados «extremos», aunque ahora por una cuestión de años y de algunos accidentes sólo hago trekking y buceo, aunque concurro con frecuencia al gimnasio.


El segundo premio fue para la Vallisoletana Soledad Yerro Santamaría de 42 años. Con el seudónimo “Madam-Bey” y el relato “El baile de Irene”.
Soledad Yerro Santamar?a

Con un par de cañas y un ruido de no te menees, me hablaron del Certamen en un bar de Valladolid. Una amiga mía, tan guapa como pesada, me apuntó en una hoja: www.canal-literatura.com/certamen

Sonreí, y me llevé la hoja a casa mientras pensaba que lo que yo escribo no tiene entidad literaria como para certámenes o concursos. Cuarenta y dos años después, sigo sin conocerme porque fue lo último que pensé. Al llegar a casa, sin vergüenza ni pudor, me puse a bailar. Irene empezó a escribir al son que ella me iba indicando. Y en mi cara, un brillo raro en la mirada.

No soy escritora, no lo pretendo. Cuando no estoy leyendo, estoy durmiendo.

Tengo una mente inquieta, de esas que se inventan futuros y cambian los pasados. Tambiénn tengo un negocio con trece ordenadores donde veo conectarse gente a la red todos los días por gentileza de unas perras que me prestó Caja Duero y a un módulo de informática de gestión.

Gracias a todos aquellos que abren puertas y no las cierran, gracias por iniciativas que impulsan la imaginaciónn y la creación, y gracias por ser como eres, Irene.

Un saludo a todos y ¡Viva Murcia!

 


El tercer premio fue a parar a la murciana Ana María Moya Gómez de 32 años que concursaba con el sedónimo “Marcapasos” y el relato “Domingo por la tarde”. 


Murciana de 32 años, nacida en Lorca y residente en Murcia desde hace 16. Estudié Derecho y empecé a trabajar en el sector bancario desde que me licencié. Me gusta el sol de mi tierra, aunque en los días más tórridos de verano lo maldiga. Pero qué sería pasear sin saber que allí donde vaya sus rayos seguirán mis pasos.
Mi gusto por la literatura me viene desde que un día, sin saber muy bien cómo, aprendí a leer. Recuerdo con cierta extrañeza las horas gastadas (que no malgastadas) en las bibliotecas públicas leyendo cómics y tebeos, y aquellos libros de literatura juvenil y aventurera que me iniciaron en lecturas más largas. Las vacaciones escolares se sucedían entre baños, juegos y libros que sustraía al azar de las estanterías de mis mayores, por lo que la falta de selección propia me hizo encontrarme con las novelas más dispares, de best-sellers que no conseguía acabar o Premios Planeta inexplicablemente premiados, pero también otras novelas y relatos de menos renombre aparente que me hicieron engancharme, suspirar, reír y hasta llorar en la intimidad de una lectura silenciosa. De entre todos ellos, dos títulos que permanecerán siempre en mi memoria por la asombrosa mezcolanza de sensaciones que me hicieron vivir: El Médico de Lasha (T. Lobsang Rampa) y El Camino (Delibes), de dos estilos y escritores tan diferentes como el resto del elenco. Tal fue mi admiración por dichas obras que consideré magistrales que, quizá por eso, no me he atrevido a releerlas, prefiriendo salvaguardarlas tal cual en mi recuerdo por un miedo irracional a la posibilidad de quedar defraudada.
En la actualidad, y confesando mi pecado de leer menos que cuando tenía menor edad, pocos libros me dejan entusiasmada, con esa especie de euforia de haber tenido la fortuna de vivir una experiencia maravillosa. Pero a veces, aunque sólo sea algunas veces, me sigo topando con lecturas apasionantes que revitalizan mis ganas de seguir adquiriendo y devorando mansamente nuevos libros. Mi reciente y tardío descubrimiento de los versos de Pedro Salinas me reencontró con la poesía y, aún despuéss, la inusual de Coelho Once Minutos me avisó de que las sorpresas llegan de la mano del autor más inesperado y de que no hay apatía que venza a una buena obra.
Un día me dio por escribir algo en un papel y, desde no hace mucho, me vino la idea de querer hacerlo de forma seria. A veces sueño con perderme durante meses en una cabaña de madera, al pie de una ladera con vistas al mar, para empezar la gran novela que posiblemente nunca escribiré. Me justifico pensando que es por falta de tiempo, pero lo cierto es que la tortura del papel en blanco se mece en la balanza con mayor peso que el placer de llenarlo con letras. Hace un año escribí Domingo por la tarde, en un arrojo de valentía e inspiración. No me prodigo en concursos ni certámenes, tampoco en mostrar mis obras, y vaya usted a saber por qué tuve la osadía de participar en éste y dejar que se colgara en una página de internet. En cualquier caso, me alegro de haberlo hecho, y tal vez sirva para espantar algunos de mis pudores.
La idea de la organizaciónn de este Certamen me parece oportuna y motivadora. Que sigan por muchos años las iniciativas enriquecedoras.