96. La prueba

Hacía frío, no sabía si estaba despierto o soñando. La oscuridad era total. Estaba tumbado en una camilla, al menos, eso creía.
Hizo un esfuerzo por recordar dónde estaba y como había llegado hasta allí sin conseguirlo.
Un resplandor lo llenó todo. La luz le cegó un buen rato.
¿Dónde estaba?, ¿Qué era eso, quién estaba allí?

– ¡Por Dios! estoy atado a una camilla. ¿Estoy en un hospital? ¿Alguien me oye?

Recuperó la visión, pero eso no sirvió de nada porque la luz provenía de unos focos apuntados a sus ojos.

– ¡¿Nadie puede ayudarme!?.

Forcejeó con las correas hasta que el dolor y el escozor de las muñecas fueron insoportables.
Gritó, se revolvió hasta quedar agotado. Pensó que el corazón le iba a estallar.

No supo cuanto tiempo había pasado cuando pudo oír los pasos de un hombre que se acercaba sobre una superficie metálica. El hombre vestía una bata blanca por lo que pensó que era médico.

El hombre se dirigió a él con voz inexpresiva
– ¿Es Ud. el profesor Benjamin Walter.?

– Claro que lo soy, ¿porqué me hacen esto? ¿Qué está ocurriendo?

– Profesor Benjamin Walter, es de vital importancia para Ud. que comprenda lo que voy a explicarle a continuación. ¿Ha comprendido? , ¿cree que está en condiciones de prestarme su máxima atención?

– Pues claro que no. Si quiere que le escuche empiece por soltarme las correas.

– Conforme. Tal vez esté en condiciones de escucharme más tarde, no obstante le advierto que el tiempo juega en su contra.

Volvió a hacerse la oscuridad mientras los pasos se alejaban.

Su corazón latía frenético, la angustia le ahogaba.

– ¡Vuelva, vuelva! ¿De qué me habla?, ¿ Qué me sucede?. Le escucho, por favor. vuelva.

Le costaba respirar, le sorprendió descubrir que sollozaba como un niño. Se sintió asustado y ridículo.

Los focos se encendieron de nuevo, el hombre estaba junto a él y sin embargo, no lo había oído acercarse.

– Entonces, ¿está en condiciones de escucharme?

– Si, si, ¿dónde estoy?¿qué sucede?

– Profesor Benjamín Walter, durante el último año, ha estado investigando la Sociedad Provid. Somos conscientes de sus avances. Sus averiguaciones han llegado a un punto en que Provid ha decidido ponerse en contacto con Ud. Como representante de Provid le doy la bienvenida a nuestra organización. Ahora bien, debo comunicarle de que hay dos caminos para entrar a formar parte de esta sociedad. Mi trabajo es darle la información necesaria para que pueda integrarse en el lado amable de nuestra organización. La advierto que a partir de este punto no hay vuelta atrás, Ud. formará parte de nuestra organización de un modo u otro. Desde este momento está a prueba. ¿Lo ha comprendido?.

El hombre pulsó un cronómetro. El tic-tac le mareaba, sintió la boca seca y una terribles ganas de orinar.

– Está Ud. ha prueba ¿Lo ha comprendido?

Tragó saliva que formó una pasta deslizando por su garganta. Afirmó con la cabeza.

– Voy a explicarle una sola vez el funcionamiento y objetivo de nuestra sociedad, muchas de las cosas que voy a contarle las ha descubierto a lo largo de este año, sin embargo, aún no conoce el alcance de nuestro único fin. Como he dicho, le daré una única explicación, será la última vez que le pregunte si ha comprendido lo que he dicho, si me dice que no, me iré y comenzaremos más tarde pero como le he advertido, el tiempo juega en su contra. ¿Lo ha comprendido?

Pensó que su vida dependía de ese hijo de puta. Daba igual si gritaba, si quería golpearle, todo daba igual porque nadie iba a ayudarle y sólo podía hacer lo que él quisiera que hiciese para conservar su vida. Jamás había comprendido más claro en su vida.

– Sí , he comprendido.

– Muy bien. La sociedad Provid es una organización al margen de la ley e invisible al mundo. Muchos de los dirigentes mundiales se privilegian de su único producto. Ellos no son los únicos y si Ud. supera esta prueba entrará a formar parte de nuestro club. Personas clave en la dirección del mundo permiten la existencia de nuestra sociedad, la financian y eliminan cualquier peligro. Nadie, repito nadie, le busca ni le buscará si Ud. no supera esta prueba.
Provid responde a las iniciales prolongación de la vida. Prolongar la vida, hasta duplicar su longitud, es nuestra oferta. Ud. formará parte del proceso, bien como destinatario, bien como materia prima. Repito. Materia prima. Este es el lado oscuro de nuestra organización.

¿Materia prima? ¡ Qué coño significaba materia prima! Sentía que se ahogaba

– Por motivos que comprenderá en breve, necesitamos que aquellos hombres de los cuales extraemos la materia prima conozcan el funcionamiento de nuestra organización, por otro lado Provid necesita la capacidad de los mejores para continuar pasando desapercibida para el mundo. Por lo tanto, Provid se encarga de dejar pistas de su existencia y reclutar a quienes se adentren lo suficiente.

Me consta que Ud. conoce la existencia del ilustre Doctor Grub Goethe. Pocos conocen sus investigaciones sobre las sustancias generadas en el organismo en estados de agonía extrema y su capacidad para regenerar y estimular tejidos una vez tratada.

La voz de su interlocutor dejaba ver una emoción entre la fascinación y el entusiasmo
– Profesor, el doctor Goethe consiguió destilar un elixir de la longevidad a partir de la sangre de individuos en estado de estrés y agonía extremos. Producir este elixir es el fin exclusivo de Provid y la única fuente de este elixir es un ser humano. Profesor Walter está en su mano encontrarse en uno u otro extremo del proceso al final de este día.

¡Agonía extrema! ¡Por Dios, donde se había metido! Sonaba a un imposible pero, él había navegado por la red, había investigado durante todo un año, a partir de ese momento todo cuanto había averiguado tenía un sentido diferente.
Sí, era posible. Sí, lo que le estaba contando debía ser cierto.
¡Agonía extrema! ¡Dios mío! Nunca pensó que desearía morir y sin embargo… agonía extrema.

La voz traspasó la oscuridad en la que se había sumergido para hablarle con severidad.
– Profesor Walter, despierte. He interrumpido el protocolo. Ha perdido el conocimiento durante 5 segundos, le advierto que sólo me está permitido interrumpir una vez el protocolo y no más de 10 segundos No volveré a detenerme si se desvanece nuevamente y perderá información fundamental para Ud.. Por su bien, manténgase sereno.

– Dígame, ¿Que debo hacer, en qué consiste la prueba? ¿Qué debo hacer?

– Para superar la prueba debe primeramente tranquilizarse Profesor Walter, está Ud. dejándose llevar por la histeria.
Es de vital importancia que comprenda las consecuencias de su fracaso.
No podía respirar, sentía sus venas dilatarse con cada latido de su corazón.
– Profesor Walter, se lo advierto por última vez, mantenga la calma, ya queda muy poco.
¿Está en condiciones de continuar?
– ¡Si, acabe, por dios diga que tengo que hacer!
– Profesor Walter, ¿ha leído Ud. que los individuos fuente se encuentran permanentemente intubados y sondados en galerías de producción?
– ¡Sí, lo he leído!
– Profesor Walter, ahora comienza su prueba. Fíjese en el monitor.

Apareció la imagen de un hombre enfocada desde arriba, estaba sujeto a una pared, el hombre estaba rapado, tenía el torso desnudo cubierto de electrodos y se convulsionaba. Conforme se movía la imagen, vio que las piernas del hombre acababan en los muslos y a partir de ahí continuaban una maraña de cables y tubos. De sus brazos abiertos salían más tubos. Junto al hombre, varios monitores mostraban sus constantes vitales a punto de colapsar.
– ¡¡¿¿Qué quiere de miiii??!!
– Escúcheme atentamente, porque ese hombre podría ser Ud..
Se ahogaba, abrió la boca todo lo que pudo para coger aire.

– Ha de saber que cuando comenzó a generarse el elixir, se filtraba una única vez la sangre del individuo fuente conducido al estado de agonía. Ahora, el desarrollo de nuevas técnicas permite conducir al individuo fuente al extremo de máxima agonía sucesivamente sin secuelas físicas. Si bien esto era posible al principio, el individuo perdía la fuerza interior y espíritu de supervivencia tras la segunda o tercera iteración del proceso haciéndolo inservible. Hoy en día Provid provoca una lesión en el hipotálamo de los individuos fuente de tal modo que podemos repetir el proceso indefinidamente hasta que se termina el ciclo vital de estos individuos que, para su desgracia, resulta a veces triplicado o cuadriplicado al disfrutar ellos también de los beneficios del suero generado por sus cuerpos. Nuestro elixir, como le he explicado, solo alcanza a duplicar el ciclo vital y por tanto su destilación es sensiblemente mejorable.
-¿Que tengo que hacer? ¡Por el amor de Dios diga que debo hacer! Yo he leído todo esto, la prolongación de la vida del sujeto fuente, la lesión del hipotálamo que impide crear recuerdos nuevos. Si bien pueden recordar su vida anterior a la lesión cerebral, la memoria de estos individuos no alcanza los 5 minutos.
Pero yo tengo una oportunidad, ¡ Yo tengo una prueba! ¡Dios que tengo que hacer!

– Ya casi hemos acabado, profesor Walter ¿ Sabe Ud. que el 9 de cada 10 individuos no son capaces de permanecer conscientes el tiempo suficiente para que su cuerpo comience a generar las sustancias a partir de las cuales se genera el elixir en concentraciones suficientes para ser destiladas? ¿Y que si supiesen su destino se sumirían en un estado abandono convirtiéndose en individuos no aptos?
Y vio que un monitor se leía: Niveles de producción alcanzados, suero apto.
Y vio que aquel hombre se asfixiaba y abría la boca como él.
Y vio que aquel hombre miraba una pantalla que cubría todo su campo de visión y en ella vio la imagen de su interlocutor y todo lo que él mismo veía.
– Enhorabuena, profesor Walter, ha superado la prueba, es Ud. apto.
Y vio como aquel hombre gritaba como él, con sus mismos dientes aunque mucho más viejos y sus mismos ojos también más viejos y vio como decenas pilotos se encendían en verde.
Sintió por las ramificaciones de sus arterias la vibración de las bombas que extraían su sangre y le inyectaban otra nueva.
Tomó consciencia de las miles de veces que habría vivido la misma escena. Deseo la muerte, conocer la manera de hacer colapsar su cuerpo con un pensamiento y poner fin al proceso, con una intensidad con la que jamás había deseado nada antes.
Gritó mientras lloraba adivinando la complacencia que producía su horror a quienes se alimentaban de él.
Gritó durante mucho tiempo hasta desmayarse extenuado.
Y todo se volvió negro.

Hacía frío, no sabía si estaba despierto o soñando. La oscuridad era total. Estaba tumbado en una camilla, al menos, eso creía.

FIN