83. Una noche vulgar de una vida vulgar

Esta noche no puedo dormir, no lo pienso intentar. Veo que no conseguiría nada, estar en la cama sin tener sueño me pone todavía más nervioso. Son las 2 de la mañana y va para largo, hoy es la primera noche que paso en mi piso, bueno… el piso no es mío, es de una señora mayor que no se como se llama y los que se encargarán de cobrarme se llaman Fincas García o algo así, que ya se sabe como está el tema de la vivienda en Barcelona. Mi abuela todavía me explica historias de que cuando ella tenía mis 20 años ya tenían casi pagado un piso, siempre me recuerda que tengo que ahorrar y yo en cuanto escucho esa palabra empiezo a tener como unas segregaciones de espuma por la boca y ligeros ataques de caspa, pero a lo que íbamos:

– Que no abuela, que aún suponiendo que con mi sueldo de 800 € al mes pudiera sobrevivir, no podría ahorrar más de 50 € al mes, que multiplicado por 120 meses me daría la mísera cantidad de 6000 € , de aquí 5 años con eso, no voy a tener ni para la entrada de un coche pequeñito y feo.
Bueno. Que paso, que no pienso ahorrar, que no sirve de nada y menos con la subida del nivel de vida. Yo me acuerdo que hace 4 años cuando salía con los amigos a tomar unas birras, con 1000 de las antiguas pelas pasábamos la tarde. Y no precisamente mal. ¿Pero ahora que ha pasado? Sales ahora con 6 € y parece que no lleves nada, los amigos te miran pensando que eres un iluso, (de hecho eres un iluso) en fin …

¿Que porque me he ido a vivir solo? Pues fácil, porque no quiero vivir acompañado, es que soy claustrofóbico y me agobia tener mucha gente en casa y claro, en mi casa estaba mi hermana, mi madre y el marido de mi madre. También es verdad que de haber pensado mejor el tema claustrofóbico no hubiese venido a vivir a un piso de 40 m2. Pero es lo que hay, ya lo hemos hablado antes. Me hace mucha ilusión el vivir solo, poder tener mi espacio, mi intimidad, tener el piso arreglado a mi gusto, entrar y salir como y cuando quiera, comer cada día manjares exquisitos con vinos buenos, traer chicas a casa sin tener que comprobar si mis padres están en casa. Creo que entro en una gran etapa de mi vida, probablemente va a ser la mejor y pienso empezar a aprovecharla mañana mismo. Hoy no voy a dormir porque no puedo, me siento un poco extraño en este piso, aún huele a pintura y todo. Pero por la mañana me voy a bajar a tomar un café y a hacer la compra. ¡Me encanta aprovechar los sábados!

No se porque en estos momentos de ausencia de sueño me da por acordarme de cosas ridículas, quizá es que estoy rozando la paranoia, pero me acaba de pasar una escena por la cabeza de cuando tenía diez años y me operaron de amígdalas. Recuerdo que me daban siempre helados y coca colas para que me cicatrizara la herida, me lo pasé en grande, todos me traían regalos y me trataban con cariño. Me gustó tanto que después siempre le preguntaba a mi madre si algún día me volverían a operar. A lo que ella respondía con un:
-No cariño, claro que no hijito
Quizá se pensaba que lo pasé mal, tendré que decírselo cuando la vea, a lo peor sigue equivocada. Es que mi madre es muy sobre protectora, ahora que no estoy en casa creo que tendría que regalarle un perro para dividir la sobreprotección entre mi hermana y él, porque sino mi hermana no quiero saber como acabaría. Además creo que mi madre tiene poderes mentales. Sí, como Uri Geller pero sin doblar cucharas, ella se dedica más a captar hondas cerebrales, creo que se llama telepatía. Solo las recibe de los seres queridos, es cierto, no me estoy volviendo loco. Cuando me a pasado algo que me a hecho sufrir, desagradable o doloroso, mi madre siempre lo a sabido al llegar yo a casa o incluso a veces me ha llamado poco después de que me pasara. Es sorprendente pero cierto, yo mismo he estado en casa cuando una vez intuyó que mi hermana se había caído por las escaleras y se había hecho un corte en la cabeza. Vi como mi madre se quedó como aturdida y cogió el teléfono para llamar al colegio. Y en efecto, mi hermana se había hecho daño. Repito que no me he vuelto loco ni la paranoia se ha acabado de apoderar de mí, aunque poco le falta. Creo que me voy a ir a ver una película, recuerdo que el Chuky se trajo la de “Salvar al soldado Ryan” para verla al acabar de pintar, pero no nos dio tiempo. Ya os podéis imaginar por que le llamamos Chuky, bueno, lo explicaré para el que no lo sepa. Así es como se llama el mítico muñeco diabólico, una de las películas de terror más conocidas de la historia. Pues bien, él es igual de bajito, feo y desagradable que el muñeco diabólico.

Me estoy poniendo la película, mientras voy pensando en ella… ya la he visto como 4 veces, es la que suelo utilizar cuando tengo que probar altavoces, tarjetas gráficas, ordenadores etc… bien, ahora ya estoy flipando y totalmente atento a la situación, la primera media hora de esta película es la mejor parte, el comienzo más intenso que he visto en una película, empieza con el desembarco de Normandía y es brutal, casi puedo oler el miedo, es que el Spielberg este, sabe como transmitirnos las sensaciones. Si alguien quiere saber lo que es la guerra se a de poner los 30 primeros minutos de esta obra maestra.
La cosa se a calmado y ya llevo más de una hora de película, empiezo a notarme un poco cansado, no se que hora debe ser, pero creo que voy a empezar a rechazar la opción de quedarme despierto. Me da mucha rabia dejar las películas a medias, sobretodo si es una que no he visto. En este caso no me duele tanto.

Acercándome a la cama noto que se me olvida algo. No se que puede ser. Pero aún me parece escuchar la vocecilla de mi madre preguntándome si me he lavado los dientes. No se si voy a podérmelos lavar, porque creo que me he traído el cepillo de dientes pero no tengo pasta. La mudanza ha sido muy rápida. Los amigos me han ayudado a traer cosas y a pintar el piso. El color amarillo del comedor y los bidones haciendo de muebles para la tele y el equipo de música le dan un toque muy juvenil al piso. Me he dejado muchas cosas en casa de mi madre. Pero poco a poco las iré trayendo. Voy haciendo viajes con el coche pues la economía no está para pagarse mudanzas por todo lo alto. Eso solo se lo pueden permitir algunos. O quizás gente que no cambie de piso una vez al año como hemos acostumbrado a hacer nosotros. Sí el sedentarismo nos aburre, debe ser eso. Soy de las únicas personas en Barcelona ciudad que pueden alardear de haber vivido en casi todos sus barrios y puedo opinar de buena tinta sobre cada uno de ellos. El Ensanche me gusta bastante. Sobretodo porque la combinación de los transportes públicos es bastante buena y está cerca de todo. Se podría decir que es el centro de Barcelona. La verneda es un barrio obrero, aunque lo encuentro un poco frío para vivir. Preferiría algo como pueblonuevo, aunque últimamente se ha llenado de mala gente y no se puede salir tranquilo. Pero si lo que queremos es salir tenemos el gran barrio de Grácia. Fiesta y tranquilidad unidas en el mismo barrio. Creo que es de los pocos barrios de Barcelona en los que todavía se respira un ambiente de barrio. Cuando hablo de ambiente de barrio me refiero en que algunas señoras mayores con sus respectivos nietos todavía se saludan entre ellas. Seguramente se conocieron como niñas en los tiempos de la post-guerra. Podría seguir enumerando barrios en los que he vivido. Pero creo que me quedaré en este que es el que me interesa. Porque aquí es donde he decidido seguir mi vida en solitario. Suena a guitarrista que abandona su grupo para editar un disco por él mismo poder expresar más íntimamente sus sentimientos he intimidades. Creo que la metáfora no estaría tan alejada. De un joven que abandona su hogar para poder empezar su vida y tener su intimidad. Igual que el artista sin saber lo que le espera. Sin saber la aceptación que tendrá para los demás y con un futuro todavía por escribir.

Encontré la pasta de dientes. No recordaba habérmela llevado pero por lo visto he pensado en todo. Bueno, en todo menos en el pijama. Me dije que al llegar al piso dormiría en pijama y saldría de la ducha con un albornoz. Para darle más “Caché” a mi vida. Siempre he dormido en calzoncillos y he salido de la ducha tiritando de frío. Que malos momentos se pasan al salir de la ducha. No quiero ni pensarlo. Evidentemente los peores momentos surgían cuando estaba en la ducha y me llamaba por teléfono Natalia y tenía que salir corriendo de la ducha, mojado e ir hasta la habitación de mis padres a coger el teléfono. Aún tenía suerte si llegaba sin resbalarme e irme al suelo. Natalia también utilizaba el viejo truco de la telepatía. Como mi madre pero para saber si estaba en el lavabo. Es cuando más le gusta llamar. Quizás es que siempre estoy en el lavabo. Lo cierto es que me siento ridículo corriendo por toda la casa toalla en mano para llegar al teléfono antes que otro. Más rabia me daba llegar al teléfono y que no fuera ella. Nunca me ha gustado hacer esfuerzos en vano. Ni a mi ni a nadie imagino. Es como los esfuerzos a largo plazo. El estudiar creo que es el más conocido. Yo no puedo. Me supera. Después de dejar los estudios definitivamente tuve varias intentonas de volver. Pero a los 3 meses me volvía a cansar. No tengo paciencia. Así que decidí no hacer cursos que durasen más de 3 meses. Así veo el futuro más cerca y me mantengo motivado. Espero que mi tiempo de motivación aumente proporcionalmente con la edad. Y quizás a los 65 años pueda dedicarme pacientemente a hacer la carrera de Historia. Por el momento lo veo difícil. No me siento desgraciado por no tener una carrera. No creo que sea necesario tener estudios reglados para catalogarte como culto. Ambas cosas no van reñidas. Aunque así parece ser que se entiende hoy en día. Pero como todo. Tanto tienes tanto vales.

Ya en la cama vuelvo a hacer un breve repaso a lo que tengo que comprar mañana. Antes de apagar la luz confirmo la hora en el reloj. Son las cuatro de la mañana tal como imaginaba. El no llevar reloj encima me despierta una especie de instinto primitivo con el cual puedo acercarme mucho o a veces incluso acertar la hora que es. Enciendo una barrita de incienso y pienso en lo trascendental de este día. Un día que por muy simple que haya sido será un día que probablemente no olvide. El día en que empecé a vivir solo.