A UNA TIERNA RAMITA

Mercedes Martín

 

 Un día, a mi árbol le salieron ramas, y de una de esas ramas brotó otra ramita, tierna y frágil: Aroa.

Aroa tiene los ojos grises, de un gris azulado y expresivo; parece una niña despierta. Acaba de cumplir un año y ya va a la guardería. Del babero, cuelga su chupete con cadena de plástico, y una cajita para guardarlo cuando no lo necesite; pone su nombre. Su profe se llama Macarena, y la “guarde” Arco Iris. El primer día, ni siquiera lloró, aunque en sus ojillos se vislumbraba cierta intuición de que tramábamos algo a su alrededor. Un pucherillo inconsciente y nada, a mirar a los compis desde el cochecito, agarrada a su dinosaurio de felpa.

Si ya supiera hablar, le preguntaría por su nueva experiencia. Y si pudiera conectar con sus pensamientos la tranquilizaría: El cole es tu primera andadura solita en esto que llamamos sociedad. Vas a conocer a otros niños como tú. Unos te ofrecerán su juguete, otros, te quitarán el tuyo; te darán besitos, empujones… quizás, hasta algún mordisco de rabieta, pero no te preocupes, llegarán a ser tus amigos. Con el tiempo, los amigos irán cambiando, y tú también. Tus amigos ya no serán los que te presten la pelota, ni los que lleven una cartera como la tuya. Con el tiempo, tus amigos serán los que acudan sin ser llamados si intuyen que los necesitas, los que saben guardar ese secreto importante para ti, los que te acompañarán en tus tristezas y alentarán tus sueños. Tus amigos serán los que rodeen tu cuello con el brazo mientras disfrutáis de la vida. En el cole aprenderás por qué la luna te persigue si te mueves,, por qué desaparece el sol cuando duermes, de dónde viene la lluvia, el misterio que sostiene los planetas... Aprenderás también, que las mentiras son como borrones que manchan el papel, y la risa, el mejor regalo. Nunca dejes de sonreír, aunque te apaguen la luz y se te hielen las manos; aunque parezca que algunos amaneceres no derraman su magia en el horizonte; aunque el camino se vuelva cuesta arriba y la tormenta te arrastre. Con el tiempo, aprenderás, que los días tienen sus sabores, como los caramelos: de olvido con limón, de fresa con nostalgia, de licor de pitufo, de macedonia, de menta con suspiros, de besos de cereza… Y cuando te sientas sola, deja que los libros te cuenten sus secretos. Busca en los libros todo aquello que no encuentres en los bolsillos y disfruta de pequeños regalos como el silencio, el reflejo del cielo en el estanque, el color de los ojos, el sonido de la lluvia, la simpleza de la margarita, las palabras sencillas, la magia de corazón… Y si algún día no estoy contigo cuando me necesites, busca a los duendes y deja que te lleven al interior de su caja de música; los mejores sonidos se esconden en las cajitas de música.

Y ahora, mi tesorillo de plata, quiero terminar este escrito mandándote un beso de almíbar envuelto en papel de nube.

¡Cuánto te quiero!

La abuela.

 

 
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