LA VOZ DEL SILENCIO

por Camelia

 

Siempre le había gustado todo lo relacionado con el mundo sanitario, así que cuando tuvo 18 años, que era la edad mínima exigida, se presentó a las oposiciones del nuevo hospital que estaba ampliando plantilla de auxiliares de clínica.

Obtener la plaza le dio la tranquilidad de tener trabajo, pero sobre el de llevar un sueldo a casa.
Llevaba tres años trabajando en el hospital cuando por motivos familiares graves solicito cambio de turno.

El 1 de diciembre de 1979, pocos días después de fallecer su padre, comenzó en el turno de noches fijas.

Paso seis meses en la UCI y después otros seis meses recorriendo distintos servicios.
Hasta entonces las auxiliares de la noche ocupaban el paso de la UCI por semestres. Nadie quería el turno fijo de forma continua.

Cuando le toco volver de nuevo, medito y planteo la posibilidad de quedarse de modo permanente en ese servicio. Nadie se opuso, al contrario para muchas fue un alivio.
De este modo se convirtió en plantilla fija de la UCI.

Al principio como era personal de paso tuvo ocasión de contactar con los compañeros del servicio aunque fue de manera superficial, pero cuando decidió quedarse el recibimiento fue distinto.
Como compañera auxiliar de noche tuvo a una excelente persona Mª José, que estudiaba como ella medicina, y que le ayudo en todo para ponerse al día lo antes posible.

Habia mucho que aprender sobre el funcionamiento del servicio y del reconocimiento y montaje del material que se utiliza para cada técnica, maniobras en situaciones críticas y todo lo necesario, en cada ingreso urgente, dependiendo de la patología.

La capacidad de reacción la aprendió, primero conociendo la teoría y despues pasando situaciones en las que veía como actuaban los veteranos y donde tenia que colocarse para no molestar al tiempo que aprendía y escuchaba con atención, lo que se debe o no hacer en cada momento.
Otro aspecto importante era saber, las preferencias y manías, del médico de guardia.
Saber que intensivista iba a pasar la guardia la preparaba para imaginar como podía presentarse la noche en caso de que hubiese ingresos de urgencias o maniobras de resucitación. Dentro de la situación concreta cada uno utilizaba y tenía sus pautas a seguir.

Conociendo estas premisas y poco a poco se hizo útil para realizar el trabajo para el que se le habia destinado.
La veterana se anticipa a lo que se va a necesitar... Puede utilizarse o no el material, pero nunca le pilla desprevenida.
Podría resumir que tuvo gran suerte al encontrar compañeros estupendos que le hicieron el trabajo mucho más fácil, cada día estuvo mas segura, de que habia tomado la decisión adecuada al quedarse en la UCI.

Cuando el trabajo se comparte, formando una piña, que se ayuda en todo lo que se puede, el tiempo pasa más rápido.
Tener un grupo de trabajo en el que cada uno puede confiar en el otro hace posible que todo lo que va surgiendo se reciba con la seguridad de que se trabajara en equipo, llegando uno, donde no ha llegado el otro. Esto disminuye el stress individual y el buen ambiente es fundamental cuando se pelea contra la muerte.

No importaba que no fuese un lugar sofisticado ni ultramoderno en el que estaban ubicadas estas unidades. La calidad del trabajo humano suplía ampliamente cualquier otra deficiencia si es que las había. El nivel de hostelería era mejorable, pero los que trabajaban cada día hacían virguerías con lo que había.

Se trabajaba mucho y bien. No había tanta tecnología pero los profesionales estaban muy preparados. La calidad humana estaba presente en cada actuación, lo que hacia que los ingresados, olvidasen pasado el primer susto, que no estaban en habitaciones independientes como ahora en las nuevas instalaciones, pero que en la sala común, todos estaban pasando un momento difícil y el personal estaba para ayudarles en todo momento.

El trabajo de la auxiliar es fundamentalmente la higiene del enfermo y la limpieza del material. Reposición y montaje del los aparatos que se manejan. En cuanto se retira uno hay que prepararlo para la próxima ocasión en que sea necesario. Siempre limpios y listos para su uso.
La otra parte era la de auxiliar a la enfermera en cualquier momento.

El hospital es un mundo desconocido para el que lo ve desde el punto de vista de usuario. Aquí también ocurre, que dependiendo del puesto que se ocupa, el trabajo se parece muy poco al de otros servicios.

Cada día que trabajaba, era distinto. Estaba incorporándose paulatinamente y cada día se sentía mejor.
Los principios habían sido de gran stress sobre todo contando, que el cambio de servicio tenia que ver, con lo que había cambiado también su vida familiar.

Cada noche, el primer paso era saludar a medida que entraba y dejar los bártulos que traía, en el armario. El cruce de saludos y de información con los compañeros que salían era primordial. Cuando todo estaba hablado unos se iban y otros comenzaban la larga noche.
De este modo todo el personal del servicio, que llevaba turno rotatorio con noches, trabajaron con la nueva y coincidiendo con ellos se amplio la confianza.

Sobre las nueve o nueve y media se bajaba la intensidad de la luz, dejando solo las que iluminaban hacia el techo para ver perfectamente a los enfermos, pero apagando el resto que les daba sobre las camas, para que descansasen de tener todo el día la luz encendida.

Eran las diez menos diez de la noche cuando habia entrado por la unidad de medicina interna, todas las luces estaban encendida. Era señal de que se estaba haciendo algo en ese momento.

En efecto la unidad estaba un poco revolucionada.
Uno de los enfermos intubados y con respiración asistida estaba muy nervioso y las alarmas de todos los aparatos, sonaban sin cesar. Había pasado buen día pero después de las visitas de las siete de la tarde habia empezado a llamar la atención.
Llevaban más de dos horas en las que le habían hecho todo lo que se puede hacer para mejorar la calidad del descanso y calmar la angustia y el dolor. Pero no sabían cual era el motivo por el que no había dado resultado.

Después de la medicación y el cambio de cama, por unos minutos parecía mas tranquilo, pero insistía en hablar. Intentaba hacerse oír y esto hacia que peligrara el tubo orotraqueal. Quería decir algo pero nadie lo entendía.

Le habían dado la pizarra pero no había puesto nada legible y al estar con las manos libres intento quitarse lo que era su seguro de vida en ese momento. Tuvieron que sujetarlo y cada vez estaba mas inquieto.

A medida que se acercaba oía.
-¿Le duele algo?
-¿Tiene frío?
-¿Y calor?
-¿Le subo un poco la cama?
-¿Se la bajo?
-¿Le ahueco la almohada?
-¿Es algo de comer?
El enfermo asentía con la cabeza.
Comentaban: igual es que tiene hambre
-¿Que tiene hambre?
Entonces movía la cabeza de izquierda a derecha.
-No, no haga esfuerzos que se va a sacar el tubo.
-Ya nos lo dirá cuando pueda hablar.
-Que no tiene hambre, pero es algo de comer…
Asentía y abría los ojos desmesuradamente creyendo que estaba mas cerca de que le entendiesen.
Pasó y dio las buenas noches. La recibieron aliviadas, el turno de noche iba llegando y pronto se irían.
-¿Os veo muy sofocadas? ¿Ha sido mala la tarde?
-No, la verdad es que no ha sido mala, no hemos parado, pero tampoco ha sido de correr.

-No sabemos que le puede pasar a Miguel. Estaba contento y tranquilo y después de que ha venido su mujer, esta tarde, ha empezado a agitarse. Pero no le ha dicho nada para preocuparse; le ha estado contando que todos estaban bien y habían estado de faena en casa y en el campo.
Ha sido marcharse su mujer y empezar a moverse y querer hablar.
Le hemos explicado que su mujer vendrá mañana y todo lo que se nos ha ocurrido. Le hemos cambiado la cama y lo hemos aseado de arriba abajo para que estuviese mas cómodo y nada. Como no le entendíamos se ha puesto tan nervioso que hemos tenido que sujetarlo porque se iba a sacar el tubo intentando hablar. Llevamos un rato que ya no sabemos que hacer.

-Ya me he dado cuenta de que le habéis hecho un interrogatorio en toda regla.

-Pero no ha servido para nada. Si han pasado las de la otra unidad y hasta el médico de guardia con los residentes…
El doctor se ha estado un rato dándole la charla. Pero yo creo que aun lo ha puesto más nervioso.
-Así que ahora me imagino que tendréis que pasar las de noche a ver si tenéis más suerte.
Mira tú a ver si lo entiendes. Por ahora eres la que falta hasta que vayan viniendo los demás porque como siga así me imagino que os dará la noche.

Se acerco a su cama. Lo llamó por su nombre y se presento.
-Me dicen mis compañeras que esta muy nervioso porque quiere decirles algo y no le entienden. Y que cada vez esta más nervioso.
El empezó a querer hablar y al ver que no le salía la voz se congestionaba.
-Tranquilo, tranquilo…

-Mire vamos a hacer una cosa. Escuche lo que le voy a explicar:
El sonido no puede salir de su boca, porque lleva un tubo para respirar metido en la laringe y eso hace que no pueda hablar porque no le sale la voz.
Cuando este bien se lo quitaran y entonces, hablara como siempre, pero por ahora no se lo puede quitar, porque sino dejara de respirar. Ha estado muy málico y de momento el tubo tiene que llevarlo. Es su seguro de vida, no intente quitárselo.
Esta mejor, ha adelantado mucho, ¿no querrá ponerse peor?
Volvió a mover la cabeza para decir que no.
Lo habia cogido de la mano, pero cuando iba a marcharse, la sujeto con fuerza e intento de nuevo decir algo.
-Bueno, por lo que veo hay algo que le preocupa.
Escúcheme, usted no intente hablar sacando sonido, porque ve que la maquina no hace mas que pitar alarma. Y lo único que pasa es que usted no le permite que el aire entre en sus pulmones al hacer tanta fuerza. Vamos a probar otra cosa. Intente decir las palabras moviendo solo los labios.
Tranquilo ya se que es difícil, pero yo no tengo prisa y me voy a quedar el rato que haga falta. Hasta mañana a las 8, mire si tengo tiempo. Usted me dice palabras cortas y yo pruebo a ver si acierto ¿de acuerdo?
Y así se puso frente a él y comenzó primero por mostrarle como debía hacerlo.
-Ve como muevo los labios diciendo palabras pero no se oyen. Usted tiene que vocalizar y yo intentare leer lo que dice.
Después de un rato de ensayos, lo intento.
-¿Mujer?
-Si
-¿Su mujer?
-Si
-¿Campo?
-Si
-Visitas
-¿Qué ha venido a verle su mujer en las visitas?
-Si
-¿Melocotón?
-Que quiere melocotón
-No, no
-Tranquilo que lo conseguiremos…
-¿Alguien de vosotras ha estado en la hora de las visitas?
-Yo
-¿Sabes de que han hablado?
El enfermo ocupaba la cama numero cinco, que se encontraba muy cerca de la mesa del control, los familiares hablaban a través del telefonillo, de vez en cuando, se estaba al tanto por si hacían alguna pregunta, que el enfermo no entendía o te miraba y te llamaba, para que acudieses. De este modo se mantenía un poco la comunicación y era inevitable escuchar las conversaciones cuando a través del cristal gritaban para que se les oyese lo mejor posible.

Años más tarde se permitió que los familiares, turnándose, entrasen al lado de la cama del enfermo.
-Pues le ha dicho su mujer que habían ido al campo a recoger los melocotones.

-Quiere decirme que le ha contado su mujer que ya han recogido lo melocotones.
-Si, si.
-¿Que la llame?
-Si
-Es muy tarde
-Que la llame, tranquilo. ¿Que quiere que le diga?
-Para nosotras,
-¿Que lo cuidamos?
-Si
-Muy
-¿Bien?
-Si, si
-Que llame a su mujer y le diga que lo cuidamos muy bien.
-Gracias pero así es como debe ser, pero para eso no vamos a llamarla que se asustara.
-No, no, no.
-Melocotones
-Si
-Aquí
-Si
-Comer
-Si
-Vosotras
-Si
-¿Qué quiere que nos traiga melocotones aquí?
-Si, si
-¡Ah eso es lo que quería decir! Que llamemos a su mujer para que nos traiga melocotones para nosotras porque lo cuidamos muy bien.
-Si, si, con una cara de alegría y de descanso ¡por fin!
-Gracias
-No, Manuel no nos de las gracias, solo hacemos nuestro trabajo.
-Mujer
-Si
-Llamar
-Si
-Melocotón
-Si
-Traer
-Si
- Mire miguel vamos a ver que le parece lo que le voy a proponer. Yo mañana antes de irme le diré una compañera que usted nos ha mandado llamar a su mujer para que nos traiga melocotones porque esta muy agradecido ¿de acuerdo?
Así ella no se asusta y como hasta la tarde no viene, sobra tiempo. Ella descansa tranquila y seguro que mañana le hace el recado. Es que si la llamo ahora se pensara que le ha pasado algo a usted y entonces se asustara mucho y menudo plan.
Entonces respiro profundamente y le dio otro apretón en la mano.
-Gracias
-¿Quiere algo más?
-No. no.
-Ahora va a poder dormir tranquilo.
-Si, si.
-Mire, yo voy pasar ahora al otro lado, pero les diré a mis compañeros, que si quiere decir algo o si hay algún problema, que me llamen. ¿De acuerdo?
-Si, si.
Sus compañeras se quedaron mirándola y le preguntaron:
-Pero como se te ha ocurrido preguntarle esas cosas. Cualquiera acierta lo de los melocotones.
-Bueno, en realidad solo observaba y cuando acertaba a él se le notaba mas tranquilo, despues cuando ha vocalizado ya no ha habido tanto problema.
-Y lo dice como si fuese lo mas natural.

En ese momento entró el médico de guardia a preguntar por Manuel. Le contaron lo sucedido, no se lo creyó, y se acerco al enfermo que estaba ya con los ojos cerrados, para asegurarse.
La auxiliar no vio la escena pues estaba en la unidad de enfrente, que era donde le tocaba trabajar esa noche.
Vio que estaba relajado y que a sus preguntas, sobre el tema en cuestión, el enfermo movía la cabeza afirmativamente.
-¿Y quien es esa señora que ha hablado con él?
-Es la nueva auxiliar que se ha incorporado a la unidad.
-¡Lo que me faltaba, encima la auxiliar, que pinta menos que el palo de la fregona!

El intensivista pasó a la otra unidad a conocer a la auxiliar. Se dirigió directamente a ella.
-¿Así que es usted, la que ha hecho esa libre interpretación, de la conversación del enfermo intubado?
-Si. He sido yo.
-Es que me parece tan raro que hayamos estado todos, médicos, residentes, enfermeras y usted una simple auxiliar, viene y llega a esa conclusión.
-Bueno en realidad lo único que he hecho ha sido intentar leer sus labios.
-¿Pero usted es auxiliar no?
-Si, mi trabajo aquí es de auxiliar.
-¿Y como puede ser posible que una persona sin estudios pueda hablar con esa seguridad?

-He tenido suerte. No siempre da resultado. Lo he intentado porque ya se habia hecho por parte de todos, y me lo han pedido. He creído que por intentarlo no se perdía nada y afortunadamente así ha sido.
-Es que me parece muy raro. ¿Como tiene tanta seguridad de que le ha leído los labios?
-Porque así es.
-¿Y donde ha estudiado eso?
-En ningún lado.
-¿Y entonces porque lo sabe?
-Porque pertenezco a la comunidad sorda.
-¿Qué es usted sorda?
-No, afortunadamente yo oigo bien, pero mi hermana mayor sí es sorda. Todos los que nos implicamos con ellos formamos la comunidad sorda.
La lectura labial la he utilizado mucho, desde que era una niña.
-¿Y es difícil?
-Como todo al principio: necesidad, interés, paciencia y mucha práctica. No tiene mayor misterio.
-Si usted lo dice…pero me parece tan raro.
- Puede que le parezca raro…porque me he olvidado de señalarle lo mas importante en estos casos : el amor y el respeto que todos merecemos.

 

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