El Toboso, 12 de junio de 1606
Mi querido y "casto" Don Quijote:
Es grata la gentileza de vuesa merced al bautizarme con aquesta
"Dulzura" y concederme la eternidad como dueña y señora de vuesos
sospiros.
De mí dijisteis que cualquier rayo que del sol de mi belleza
llegare a vos, alumbraría vuestro entendimiento y fortalecería
vuestro corazón, de modo que quedara único y sin igual en la
discreción y en la valentía.
También dijisteis que tengo fama de hermosa, y que ninguna cosa
desta vida hace más valientes a los caballeros andantes que verse
favorecidos de sus damas.
Pues bien, mi emboscado caballero, destas y otras andanzas que
turbaron vuestra cabeza hasta convertiros en leyenda, sólo me
llegaron palabras ilustradas que no soltaron caldo ni sustancia a
la que arrimar mis labios y pujar la panza, ni otra pretensión por
vuestra parte que la de utilizarme como escapulario en el pecho
mientras yo me batía indefensa contra las verdaderas aspas de
aquestos infiernos de los que nunca vinisteis a rescatarme.
Vivisteis embaucado en el atino de codiciadas glorias y en la
resuelta de otras damas, menos pacientes y más astutas que yo en
la demanda de favores, como la llamada Dorotea a la que disteis en
su momento cumplida cortesía y concedisteis audiencia, remediando
sus males y desdichas mientras os negabais a visitarme con
palabrerías y excusas tales como el no haber fecho fazañas dignas
de mi gracia.
Por vos aprendí a leer y escribir, a fin de apreciar de vuestro
puño y letra palabras que acariciaran mi corazón y refinaran mi
entendimiento.
Por vos, seguí una dieta de adelgazamiento consistente en no
probar bocado alguno hasta recibir noticias de vuesa merced, que
de no ser porque caí en razón de que el resplandor de los caminos
os cegaría la frente, me habría quedado más seca que el esparto.
Y, por vos, cumplieron mis ojos con los amaneceres de cada día
esperando vuesa visita hasta caer rendidos en la noche escura de
la distancia.
Agora a este punto me ha venido a la memoria que a mí tampoco me
importa el verme puesta en libros y andar por este mundo de mano
en mano, ni que digan de mí todo lo que quisieren, al confesaros
en esta carta que mi pretensión iba más allá de haber compartido
con vos unas páginas de épica insufrible que me llevará a la tumba
con la pureza intacta.
Perdonad si me tomo la licencia
De abusar de mi orgullo despechado
En olvido de hazañas que han costado
De vuestro enfrento incluso la demencia.
Pues en esto tenéis mi reverencia
Y aqueste corazón hipnotizado
Que no por atropello descuidado
Me olvido de cumplida diligencia.
Aquí os remito, noble caballero,
la letra de mis noches malvenidas,
y soneto rimado y bien cumplido.
Que por vos embauqué en gastar dinero
refinando mis carencias desmedidas
con letrados remedios sin sentido.
Agradecida de haberos convertido en el más casto engaño de los
caballeros andantes, se despide de vuestro injusto silencio.
Nunca vuestra,
Aldonza Lorenzo.
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